Jorge Durand
En su informe a la nación, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó con la mano en la cintura, que “todos somos dreamers”. De este modo, hasta su nombre, su identidad y su bandera les ha sido expropiada.
El nombre de dreamers viene de la propuesta de ley Dream
Act., cuyo acrónimo significa: Development, Relief, and Education for
Alien Minors Act y que fue elaborada inicialmente por Dick Durbin,
senador demócrata de Illinois, y el republicano Orrin Hatch, de Utah.
Una propuesta de ley que no se aprueba desde hace más de 15 años
(2001) y que finalmente fue retomada por Barack Obana con una orden
ejecutiva, conocida como DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals)
que le dio alivio temporal a cerca de 800 mil jóvenes que llegaron a
Estados Unidos de manera irregular y que estudiaron y se socializaron en
ese país.
El acrónimo fue un éxito mediático por su significado y le dio una bandera a los jóvenes
soñadoresque se sienten estadunidenses cultural y socialmente y que sólo les falta un papel formal para participar de lo que dicen es el sueño americano.
Decir que todos son dreamers, en un momento en que su cabeza
está en la picota, precisamente porque Trump la utiliza como moneda de
cambio, es de un cinismo realmente sorprendente. Aunque la verdad, ya
nada sorprende.
Lo mismo dijo Donald Trump cuando se publicó la grabación en la que
afirmaba, y se ufanaba, de que él le metía la mano debajo de la falda a
las mujeres. Y que eso sólo había sido una conversación de hombres,
todos decían lo mismo o cosas peores en un campo de golf.
Las vulgaridades, las mentiras, las falsas verdades no son problemas
exclusivos del presidente Trump, todos los días, según él, la prensa las
dice y todo lo que se afirma de él son fake news, noticias falsas.
Fue precisamente Dick Durbin, el promotor del Dream Act, el que
denunció públicamente que Donald Trump se había referido a ciertos
lugares de donde provienen migrantes como
países de mierda. Al día siguiente, la vocera de la Casa Blanca afirmó que no era cierto, que él no lo dijo y dos senadores republicanos salieron en su defensa.
Quedan ya muy pocos días para que se defina la negociación y el intercambio de la suerte de alrededor de 800 mil dreamers por el presupuesto para el gobierno, el muro y una supuesta reforma migratoria.
El negociador en jefe de la Casa Blanca juega al todo o nada. Incluso
se dio el lujo de ofrecer un camino a la legalización a un millón
adicional de jóvenes que no pudieron aplicar a DACA. Un albur en el
juego político en pleno discurso a la nación.
Hagan su trabajoles dijo Trump a los legisladores y arreglen el resquebrajado sistema migratorio, otro tema y lema de los que propugnaban una reforma integral y que ahora está retomado y distorsionado por el discurso oficial de la Casa Blanca.
Los republicanos nunca quisieron tratar el tema de una reforma
migratoria, ni someterlo a votación en la Cámara de Representantes de
Estados Unidos. Ahora les abren la puerta a los demócratas, les
tienden la manopara arreglar el sistema migratorio.
Hay una propuesta de ley aprobada en el Senado hace unos años, una
propuesta integral, bipartidista, totalmente armada y estructurada. No
es perfecta, ni le da la razón a un bando, pero ofrecía una solución
razonable.
Entrar a negociar ahora, con un presidente como Donald Trump, es caer
en la trampa. Aunque se apruebe por las cámaras una reforma, no la va a
firmar, si no es algo que le reditúe votos de su base electoral.
Los dreamers tienen respaldo legal por un tiempo, no vale la
pena negociar su futuro en este momento, es mejor esperar a las
elecciones de noviembre y ver si el panorama político y el equilibrio de
fuerzas en las cámaras cambia y se mejoran las posibilidades de
negociar.
Nota al margen: si hay algo evidente y comprobado es la intervención
de los rusos en las elecciones de Estados Unidos y que jugaron a favor
de Donald Trump, ahora nos advierten que los rusos pueden intervenir en
las elecciones mexicanas y hay que
tener cuidado.
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