Por Leovani García Olivarez* Brasilia
(PL) El escenario electoral brasileño parece dibujar un camino más
claro y definido tras la difusión del programa de gobierno de la
candidata presidencial socialista, Marina Silva, que se armoniza con los
intereses de la derecha conservadora.
Lo cierto es que su irrupción como postulante del Partido Socialista
(PSB) luego de la muerte de Eduardo Campos el 13 de agosto pasado en un
accidente aéreo, Silva ganó rápidamente aceptación por su procedencia
humilde y considerada como una ambientalista alejada de los estereotipos
políticos.
Según la encuesta de Datafolha, difundida en los
últimos días de agosto, la exsenadora aparece de manera sorpresiva
empatada con la presidenta del país, Dilma Rousseff, y en una segunda
vuelta electoral sería la vencedora con el 50 por ciento de la intención
del voto.
Lo impresionante de este sondeo, encargado por dos
medios de comunicación conservadores, es el ascenso de la socialista,
que sumó 13 puntos en apenas tres días.
Desde la muerte de
Campos y aun sin ser sepultado la exministra apareció en la prensa como
la más capacitada para sustituir al fallecido candidato y líder del PSB y
pese a no ser militante de esa agrupación fue elegida para disputar la
jefatura del Estado.
No está claro qué garantías existen si, de
ser electa en los comicios del 5 de octubre próximo, gobernaría bajo los
preceptos de los socialistas brasileños.
Silva hizo cambios en
el equipo de campaña e incorporó a sus asesores, que cuentan con
propuestas y políticas rechazadas por la cúpula del PSB, como la
autonomía del Banco Central.
A pesar de su autodefinición como
ecologista, incorporó a sus planes electorales al segmento del
agronegocio y a los productores de alcohol para combustible, que apoyan a
su actual compañero de fórmula, Beto Albuquerque.
Llama
asimismo la atención el entorno de sus soportes y consejeros,
abanderados por su amiga y coordinadora de campaña, la multimillonaria
Maria Alice Setubal, hija del fundador del Banco Itaú, entidad que
realizó una elevada donación para su primera postulación presidencial en
2010.
Setubal, hermana de Roberto Setubal, dueño del Itaú, es
también accionista de esa entidad, la mayor del sector financiero
privado de Brasil, y se estima que tiene una gran influencia sobre
Silva, a quien acompañó muy de cerca al primer debate televisivo de los
presidenciables, realizado en agostó último.
En este entorno
figuran además los economistas Eduardo Giannetti da Fonseca y André Lara
Resende, muy próximos al expresidente Fernando Henrique Cardoso, uno
de los líderes del Partido de la Social Demoracia Brasileña (PSDB).
Resende fue máximo representante del Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social (BNDS) durante el gobierno de Cardoso y es amigo de
Armínio Fraga, ex presidente del Banco Central de Brasil durante el
gobierno de Cardoso y portavoz informal del presidenciable Aécio Neves,
por el PSDB.
Por eso el programa electoral de gobierno de Silva
aparece como una clara receta del neoliberalismo y se asemeja al de su
adversario Neves.
Presentado el pasado día 29, el documento
propone la reducción de la presencia estatal en la economía, la apertura
del mercado, la no intervención en el cambio y la prevalencia del
capital privado en el proceso de desarrollo.
Con 242 páginas, el
programa de gobierno está dividido en seis temas principales y, entre
otros puntos, defiende una política exterior más abierta y activa dentro
del Mercado común del Sur (Mercosur) y un mayor acercamiento a Estados
Unidos y a la Unión Europea (UE).
Sobre el tema, el exdiputado
federal Mauricio Rands, coordinador de campaña del PSB, señaló que el
Mercosur deberá tener un mecanismo para permitir a Brasil sellar
tratados de libre comercio con otras naciones y bloques.
La
agenda de gobierno incluye además la disminución del tamaño de bancos
estatales, como el Banco do Brasil, la Caixa Economica Federal y la
entidad de fomento BNDES, lo cual aseguraría una sustancial reducción de
la participación del Estado en la economía.
En este orden
figura la propuesta de disminuir de manera progresiva el uso de
combustibles fósiles, es decir restringir la explotación petrolera en
pre-sal, en el Océano Atlántico, y utilizar otras fuentes de energía
alternativas.
Silva apoyó igualmente el matrimonio gay, prometió
la aprobación en el Congreso Nacional de una ley que garantice el
casamiento de las personas de un mismo género, pero posteriormente se
retracto, tras los reclamos del pastor evangélico Silas Malafaia.
Estas proposiciones traslucen las intenciones de esta pretendiente
socialista, que trata de ofrecer una imagen independiente de los
políticos y del mercado, pero se asocia con el poder financiero y la
derecha para avanzar en sus intenciones de gobernar Brasil a cualquier
costo.
En este escenario salta a la luz pública que la
pretendiente presidencial del PSB fue una empresaria, con una firma M.
O. M. da S. V. de Lima, dedicada a la comercialización de sus
conferencias, tras dejar el senado en 2010.
Su empresa facturó
1,6 millones de reales (717 mil 488 dólares) pero se desconoce la
identidad de los contratadores, pues Silva omitió la identidad de sus
clientes, bajo el pretexto de mantener confidencialidad.
Según
el diario Folha de Sao Paulo la candidata dijo que firmó 65 contratos
para conferencias y una de sus donantes es Neca, la heredera del Banco
Itaú.
Con 56 años de edad y de procedencia humilde, la
pretendiente del PSB desea el soporte de sectores conservadores
interesados en retomar el poder en Brasil, para volver al pasado modelo
neoliberal.
* Corresponsal de Prensa Latina en Brasil.
em/lgo |
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