Por
iniciativa de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de
Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM), con el respaldo de la
ONU, desde el 2011, cada 30 de agosto se recuerda el Día Internacional
del Detenido Desaparecido.
Con motivo de dicha fecha,
sobrevivientes, familiares, amigos, organizaciones de derechos humanos,
etc., organizan exposiciones fotográficas, conferencias testimoniales,
celebraciones espirituales, y otras actividades, con la finalidad de
mantener viva la memoria y las esperanzas de los pueblos violentados.
En Guatemala, esta fecha se torna bastante desafiante, no sólo porque
son alrededor de 45 mil familias quienes aún buscan a sus familiares
detenidos y desaparecidos durante la guerra interna, sino porque “El
Diario Militar” descubierto en 1999, con registro de 184
guatemaltecos/as desaparecidos, y el depósito del archivo histórico de
la Policía Nacional Civil, con 80 millones de documentos, descubierto
por casualidad en 2005, se constituyen en documentos probatorios que
definirán la suerte de los culpables, y devolverá la tranquilidad a los
deudos/as.
Por ello, organizaciones como Prensa Comunitaria
Km 169, Fundación Amancio Villatoro, Coordinadora Nacional de Viudas de
Guatemala (CONAVIGUA), Asociación LUCIERNAGA Guatemala, y la Asociación
Verdad y Justicia AVEJA, junto a varios familiares de desaparecidos/as,
organizaron el “Recorrido de la Memoria y la Esperanza” por diferentes
lugares significativos de la ciudad de Guatemala, el día 29 de agosto
del presente año, con la finalidad de mantener viva la memoria y la
esperanza de los sobrevivientes de la guerra.
“Después de 28
años de ocultar, llorar a escondidas, dimos el paso para dar a conocer
nuestra memoria al mundo”, dijo Samuel Villatoro, hijo huérfano que
presenció de niño cuando los militares secuestraron a su padre, en
1984, para luego torturarlo, asesinarlo y esconderlo en una fosa común.
En la misma jornada, Don Antonio Salazar, indígena k’atchikel,
también huérfano en la guerra interna dijo: “Por los restos y el color
del traje (vestimenta indígena) hemos buscado a mi mamá. Y lo hemos
encontrado. No teníamos acceso a esas tecnologías de ADN”.
“Poco a poco nuestros seres queridos están volviendo a nuestras
comunidades. Tienen que volver todos los desaparecidos. Muchos nos
dicen que olvidemos lo pasado, que los huesos ya no sienten. Yo no
puedo decir que si los huesos sienten o no. Lo que sí sé es que
nuestros seres queridos tienen espíritu, y el espíritu no se destruye”,
aseveró categórica Doña Feliciana Macario, indígena maya quiché,
representante de CONAVIGUA, quien perdió a 4 familiares durante el
conflicto armado.
No sabemos cuánto tiempo demorará Guatemala
para sanar las heridas profundas que le causaron los 36 años de guerra
interna desigual. De lo que sí estamos seguros es que el
esclarecimiento y la justicia es el único camino para no premiar a los
culpables con la impunidad.
Se informa que son más de 200 mil
los asesinados durante la guerra interna en Guatemala, de los cuales
más del 80% fueron indígenas. Pero, los anti sujetos se equivocaron si
creyeron que con genocidios y masacres silenciarían a los milenarios
pueblos indígenas. Cundió el miedo y el terror, sí. Pero, ahora, son
las y los sobrevivientes del genocidio quienes, escarbando en los
cuarteles, en las iglesias, en los campos de concentración, están
encontrando los restos de sus seres queridos para devolverlos
dignamente al vientre de la Madre Tierra.
Este acto de la
búsqueda persistente y profética le incomoda, de sobre manera, a los
culpables porque saben que más temprano que tarde a los verdugos les
alcanzará la Ley. Están los archivos policiales y militares que señalan
a los criminales. Están las osamentas con evidencias de tortura. Están
los testigos sobrevivientes clamando: ¡Ni olvido, ni venganza.
Justicia!
Sólo hace falta una conciencia política del pueblo
agraviado que apueste y acelere procesos de transformaciones
estructurales a nivel del Estado y de la sociedad. De lo contrario, la
inmolación de nuestros familiares asesinados y desaparecidos será una
pérdida.
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