Autor: Edgar González Ruiz *
El 11 de septiembre de 1973 se consumó
el golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende, cuartelazo que
tendría como resultado la implantación de una dictadura militar
encabezada por Augusto Pinochet, que prevalecería hasta 1990.
Masacres, torturas y represión de todo
tipo caracterizaron a ese gobierno militar, de tal suerte que muchas
personas tuvieron que huir a otros países para salvar sus vidas.
Aborrecido
por amplios sectores de su país y del mundo, Pinochet es admirado por
las fuerzas más radicales de la derecha y del Ejército de Chile,
mientras que sus descendientes son motivo de escándalo por su
corrupción y sus abusos.
Descendencia del tirano
El 11 de septiembre de 1973, los
militares chilenos derrocaron al gobierno socialista de Salvador
Allende para instaurar una junta militar encabezada por Augusto
Pinochet (Augusto José Ramón Pinochet Ugarte), quien gobernó el país
hasta 1990.
Fue una sanguinaria dictadura militar
que perpetró incontables violaciones a los derechos humanos;
curiosamente, Pinochet moriría, en 2006, el Día Internacional de los
Derechos Humanos: el 10 de diciembre.
En sus últimos años, Pinochet enfrentó la acción de la justicia de su país por los crímenes que cometió durante su mandato.
Pudo evadir el castigo, pues en 2002 se
alegó que ya estaba loco y que por lo tanto no podía ser procesado; a
fines de 2005, el exdictador encaraba nuevos cargos, por malversación
de fondos, pero su muerte, al año siguiente, detuvo la acción de la
justicia (www.lasemana.es/periodico/noticia.php?cod=13673 ).
Sin embargo, tanto su esposa como sus
hijos y varios de sus nietos han pasado por problemas legales, sea por
abusos perpetrados durante la dictadura o por delitos cometidos
posteriormente.
La esposa de Pinochet, María Lucía
Hiriart Rodríguez fue, de acuerdo con el propio Pinochet, una de las
personas que más lo animaron a perpetrar el cuartelazo contra Allende.
Famosa por su afición a las costosas
joyas, trajes, sombreros y abrigos de piel, en 2005 fue acusada de
complicidad en el delito de evasión fiscal cometido por Pinochet, y el
4 de octubre de 2007 ella y sus cinco hijos fueron arrestados por
malversación de fondos, uso de pasaportes falsos, y por haber
transferido ilegalmente 27 millones de dólares a bancos extranjeros
durante el régimen pinochetista.
En 2013, el hijo mayor de Pinochet,
Augusto Pinochet Hiriart, quien ha sido empresario y militar, fue
procesado, además, por “giro doloso de cheques” (http://radio.uchile.cl/2013/01/21/hijo-mayor-de-pinochet-sera-formalizado-por-giro-doloso-de-cheques).
Nacida en 1943, Lucía Pinochet Hiriart,
hija mayor del general, dirigió varias instituciones educativas durante
el régimen militar, y de 1995 a 1998 participó en el Directorio de la
Fundación Augusto Pinochet. En 2006, en el funeral de su padre,
pronunció un discurso donde reivindicó el golpe de Estado del 11 de
septiembre de 1973, y afirmó que Augusto Pinochet había encendido “la
llama de la libertad” en su país tras el gobierno de Salvador Allende.
En las elecciones municipales de 2008,
Lucía Pinochet Hiriart fue electa concejala por una zona acomodada de
Santiago de Chile, mientras que en los comicios parlamentarios de 2009,
Rodrigo García Pinochet, hijo de Lucía y nieto de Augusto Pinochet,
compitió infructuosamente por una diputación.
Rodrigo García Pinochet ha defendido
tenazmente la memoria de su abuelo, de quien elogia “la autoridad, el
orden y la convicción con que gobernó, como también su carencia de
ineptitud a la hora de abordar conflictos extremos, incluidos los
bélicos…” (www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20120426/pags/20120426105511.html ).
Jacqueline Marie Pinochet, a quien se
consideraba la hija predilecta del dictador, tuvo un comportamiento
irresponsable y agresivo.
No solía asistir a clases, pero antes
de que cumpliera 18 años de edad su padre le regaló un automóvil y,
luego, varias casas (“Jacqueline, la hija rebelde, autoritaria y
predilecta de Pinochet”, El Mostrador, 10 de febrero de 2012).
En su adolescencia, su madre la retiró
de la escuela Juana de Arco porque una compañera se atrevió a criticar
a Pinochet: Lucía Hiriart “llegó indignada y ordenó a la dirección
formar a todas las alumnas. Delante de ellas increpó a las monjas por
lo sucedido y se llevó a su hija…”
A los 14 años viajó por primera vez a
Miami, Estados Unidos, adonde volvió en reiteradas oportunidades, e
incluso alquiló un departamento en el barrio residencial de Key
Biscayne.
Jacqueline Pinochet prohibió a sus dos
primeros maridos, Guillermo Martínez Spikin y Jaime Amunátegui Barros,
mantener contacto con los niños después de que se separaron de ella.
Su tercer matrimonio también fracasó:
en enero de 2004 se disolvió en términos poco amistosos, con demandas
por pensión de alimentos y régimen de visitas.
En julio de 2006, Manuel Contreras,
quien fuera jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina),
policía secreta de Pinochet, acusó de narcotráfico al exdictador y a
otro de sus hijos, Marco Antonio Pinochet Hiriart.
Según esa versión, Pinochet usó
instalaciones militares para producir cocaína, además de que su hijo
mantenía excelentes relaciones con el narcotraficante Edgardo Bathich
(“Vínculos de Augusto Pinochet y el narcotráfico”, www.forosperu.net/showthread.php?t=308493 ).
En 2006, María Verónica Pinochet
Molina, nieta mayor del exdictador, fue procesada por violencia
intrafamiliar y por golpear a una mujer policía (“La fierecilla
indomable del clan Pinochet”, La Nación, 13 de febrero de 2006).
El 1 de enero de ese mismo año, fue
acusada por su excuñada, Rossana Morales Salazar, por agresiones y
amenazas de muerte, a raíz de los golpes y mordeduras que le propinó
luego de que Verónica llegara a buscar a su hija Isidora al
departamento de su expareja, Miguel Morales Salazar.
“En la declaración judicial queda
estipulado que María Verónica Pinochet golpeó a Miguel Morales Salazar
[su tercer marido], en frente de su hija, de forma violenta y
reiterada, haciendo caso omiso de los gritos desesperados de la niña y
sus dos medias hermanas”.
Rossana declaró: “Yo salgo a la calle y
veo que María Verónica le pegaba a mi hermano, enterrándole las llaves
del auto en la cabeza y gritándole… Me acerqué y le dije que dejara de
pegarle, entonces ella se abalanzó sobre mí tomándome del cabello y me
botó al suelo, donde me pateó en la cabeza y los hombros.
“Me gritaba: ‘¡Yo soy la nieta del Tata! Te voy a mandar a matar por encargo o te voy a pegar en lo que más te duele’…”
En noviembre de 2008, la nieta de
Pinochet volvió a agredir a Morales Salazar, por lo que posteriormente
fue detenida por la policía.
Esta vez, Verónica le propinó una
paliza, que incluyó golpes de puños y pies, cuando él se negó a
entregarle dinero para que asistiera a la peluquería.
Sin duda, María Verónica tuvo de quién heredar y aprender esa forma de comportarse.
Por su parte, en 2006, otro de los
nietos de Pinochet, Augusto Pinochet Molina, quien era capitán del
Ejército, aprovechó el funeral de su abuelo para pronunciar un discurso
de propaganda política a favor del golpe militar de 1973, por lo que
fue expulsado de la milicia.
Entre otras cosas, Pinochet Molina
afirmó: “Mi abuelo derrotó el modelo marxista no mediante voto, sino
derechamente por el medio armado” (www.20minutos.es/noticia/181824/0/nieto/pinochet/expulsado/#xtor=AD-15&xts=467263 ).
Los nazis
Como documentó Miguel Littin en la
década de 1980, en el periodo de Pinochet se estimuló el culto a
Nicolás Palacios Navarro (1854-1911), pensador político chileno de
ideas nacionalistas, quien en su libro La raza chilena pregonó una
supremacía racial, de tipo patriarcal y militarista, originada en ese
país (Miguel Littin, “El ojo en el corazón de Chile. Notas de una
filmación clandestina”: www.blest.eu/cultura/littin 85.html ).
La obra de Palacios fue apreciada por
el escritor chileno neonazi Miguel Serrano (1917-2009), mientras que
los nazis chilenos siguen rindiendo culto a Pinochet.
Apenas en marzo de 2014 se pretendía
abrir en la isla de Chiloé, al Sur de Chile, la autodenominada Escuela
de Arte Nazi Augusto Pinochet.
El proyecto se frustró por la detención
de su director, Godofredo Rodríguez Pacheco, acusado de un robo
cometido a finales de la década de 1990.
Según el propio Rodríguez, dicha escuela pretendía formar a “las nuevas generaciones derechistas” (www.24horas.cl/nacional/detienen-a-creador-de-la-escuela-nazi-augusto-pinochet-1134815 ).
Aunque no reivindicó abiertamente la
ideología nazi, el régimen de Pinochet tuvo con él muchos rasgos en
común: su carácter totalitario, derechista, su rabioso anticomunismo,
su militarismo y la política de exterminio de sus opositores.
Algunos investigadores han señalado
que, además del carácter inhumano que compartieron los regímenes de
Adolfo Hitler y de Pinochet, tradicionalmente el nazismo ejerció
influencia “en sectores decisivos del Ejército chileno”, además de que
el propio Pinochet llegó, en su texto Geopolítica, a suscribir “un
conjunto de ideas y contenidos del pensamiento nazi”.
Asimismo, la Junta Militar que él
encabezó no tuvo empacho en “relacionarse con personeros del Tercer
Reich, como el criminal de guerra Walter Rauff, que a pesar de muchas
peticiones de extradición pudo vivir sin problemas en Chile” (www.blest.eu/cs/gaudit 88.html ).
El oficial nazi Walter Rauff se
considera creador del método de exterminio mediante camiones de gas y
responsable de la muerte de medio millón de personas en Auschwitz.
Luego de la guerra se refugió en Suramérica y durante el gobierno de
Pinochet trabajó en la represión de los opositores políticos y en la
construcción del campo de concentración de la Isla Dawson.
Murió en Chile el 14 de mayo de 1984 y a su funeral asistió, entre otros, el mencionado Miguel Serrano.
En el aniversario luctuoso de Pinochet,
algunos grupos de militares –como los que con él colaboraron, incluso
los acusados de haber cometido abusos contra la población– suelen
expresar sus condolencias en las páginas de los diarios de ese país.
En 2013, a 40 años del golpe militar,
el presidente de la Fundación Augusto Pinochet, el empresario minero
Hernán Guiloff, pregonaba que en 1973 “el 90 por ciento de los chilenos
quería una intervención militar”, que el golpe fue “un pronunciamiento
cívico militar” y que el gobierno de Allende “había destruido al país”.
Edgar González Ruiz*
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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