América
Latina ha sido en lo que va del año escenario de varios hechos
políticos e históricos que confirman la presencia de un profundo
sentimiento antiimperialista que no ha logrado revertirse a pesar de la
contraofensiva del capital a través de los Estados Unidos.
Tres encuentros internacionales de la izquierda y dos celebraciones (una de un hecho histórico y otra de un Natalicio también histórico), todos precedidos en el tiempo corto por el criminal atentado contra el presidente Evo Morales en Europa por ordenes de Estados Unidos, hicieron aflorar, con un vigor pocas veces visto, una nueva ola latinoamericanista y antiimperialista que pretende consolidar el giro hacia la izquierda como la mejor manera de enfrentar una de las mayores contraofensivas del imperialismo en los últimos quince años.
Si algo común se registró en los cinco eventos internacionales, que valorados en su conjunto dicen mucho, es la certeza de que los pueblos de América Latina tienen una “oportunidad histórica” inmejorable para emanciparse frente al pasado largo y corto de opresión, pues como bien sintetizaría el presidente boliviano Evo Morales “por primera vez gobiernos y movimientos sociales” se unen para enfrentar al imperialismo.
La descripción es precisa. Hay pocas veces en la historia en que se produce una articulación entre pueblos con un alto nivel de conciencia y organización, líderes elevados a la categoría de gobernantes y proyectos alternativos viables al orden imperante. Nuestra América vive ese momento desde fines del siglo XX.
Desde el Moncada hasta Sao Paulo, pasando por Guayaquil y Cochabamba, lo que se ha empezado a debatir en la izquierda en el gobierno y en el poder, pero también de los que están lidiando para ir en la misma dirección, son las bases de una nueva agenda hacia el bicentenario.
Pero el imperio no se queda quieto. Aprovechando la muerte del presidente Chávez, el imperio está tratando de minar los diálogos por la paz en Colombia, alienta el restablecimiento del ALCA a través del proyecto Alianza Pacífico, utiliza a Henrique Capriles para articular a la derecha en los países donde hay gobiernos de izquierda, ensaya planes de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro y se muestra intolerante frente al despertar de los pueblos.
El Moncada, “inspirador de sueños”
La celebración del 60 aniversario de la toma de los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes se convirtió, con la presencia de varios presidentes, en una ocasión para reconocer que la revolución cubana es, como dijera Evo Morales, la “madre de todas las revoluciones” y la manifestación más contundente, como sostuviera Daniel Ortega, de que cuando el pueblo asume su papel en la historia “es posible salvaguardar el derecho a la libertad y la justicia”.
No había que ser más explícitos. En medio de miles de cubanos y una gigantografía en la que se observaba a Fidel Castro y Hugo Chávez –tan presentes como siempre-, se respiraba el carácter universal que hoy ha adquirido la palabra revolución, como dijo el presidente uruguayo Pepe Mujica.
La toma de ambos cuarteles de la dictadura batistiana el 26 de julio de 1953, hoy convertidos en escuelas, y el posterior triunfo de la lucha armada el 1 de enero de 1959, forman parte de la historia del primer estado socialista en América Latina que, a pesar del criminal bloqueo estadounidense, nunca ha dejado de ser la referencia de la lucha de los pueblos del mundo.
Pero si hay algo que también ha quedado comprobado es que la actualización del socialismo en Cuba se da en medio un proceso, como aseguró el presidente Raúl Castro, donde la generación histórica va cediendo con tranquilidad y orden su lugar a “pinos nuevos”, pero siempre bajo la premisa de que “la revolución cubana seguirá siendo de los humildes, por los humildes y para los humildes”.
A 59 años del Natalicio de Chávez
Pocos días después, el 28 de julio, en Venezuela empezaba la celebración del 59 Natalicio del Cmte. Hugo Chávez, quien como pocos hombres en la historia llegó a ser una anticipación histórica, un hombre de su tiempo y un líder sin cuyo pensamiento y acción difícilmente se podrá configurar un proyecto de largo plazo por fuera del capitalismo.
Sin complejo alguno, todos los presidentes latinoamericanos, los grupos de intelectuales, artistas y activistas sociales, así como los partidos de izquierda hicieron llegar al gobierno y pueblo venezolanos su cariño entrañable y de por vida hacia el “militar revolucionario”, como se definió Chávez en una larga entrevista hace varios años.
La celebración del 59 nacimiento de Chávez sirvió para seguir cohesionando las filas revolucionarias en miras a las elecciones municipales en curso y sobre todo para seguir el camino trazado por el líder bolivariano, sin cuyo aporte la derrota del neoliberalismo hubiera sido más complicada.
El ALBA retoma iniciativa
Luego, el 31 de julio, en Guayaquil, se llevó a cabo la XII Cumbre del ALBA, un proyecto político y de integración que impulsado por Venezuela y Cuba a fines de 2004 como alternativa al ALCA, ahora cuenta con nueve miembros y varios observadores.
De la cumbre del ALBA, que reunió también como ya es habitual a los presidentes con los movimientos sociales, se pueden resaltar tres aspectos:
Primero, el llamado a defender y preservar el poder político de los pueblos de aquellos, como dijera Rafael Correa, “enemigos internos y externos” que a pesar de estar debilitados aún son un peligro.
Segundo, impulsar la creación de una poderosa zona económica común a partir de la articulación complementaria entre el ALBA, MERCOSUR y CARICOM, para resolver los problemas de industrialización, la producción de alimentos y la seguridad energética, entre otros.
La aprobación de esta línea de acción surge en medio de un fuerte impulso estadounidense a la Alianza Pacífico, que como ha señalado Evo Morales en Ecuador, es para retomar el proyecto ALCA, “que estaba como sepultado”, para privatizar los recursos naturales y someter a los pueblos.
Tercero, el llamado del presidente Rafael Correa a impulsar la creación de tribunales arbitrales a partir de los organismos de integración y foros políticos regionales como UNASUR, ALBA y CELAC, como una respuesta soberana al accionar impune del poder de las transnacionales y su cómplice institucional, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi).
Si bien Correa ha tomado el caso Chevron –una transnacional que ha destinado cerca de 900 millones de dólares para destruir el sistema judicial ecuatoriano y pretender cobrar una compensación de 2.300 millones de dólares-, para ejemplificar el enorme poder del capital con el que en el pasado se mutilaba la soberanía de los estado, al mismo tiempo ha advertido que la presión sobre los gobiernos de izquierda y progresistas no ha desaparecido.
Cumbre antiimperialista
La maratón de encuentros y actos contra el imperialismo continuaron, esta vez en Bolivia, el corazón de Sudamérica. Convocada como reacción ante la agresión perpetrada contra el presidente Evo Morales en Europa, una Cumbre Antiimperialista y Anticolonial –los dos conceptos repetidos con frecuencia por el líder indígena-, se realizó en la ciudad central de Cochabamba con más de mil participantes procedentes de la mayor parte de los países del mundo y más de un millón de pueblo indígena-campesino-popular en el acto de clausura del 2 de agosto.
De los tres días de deliberación, en la que los movimientos sociales fueron los principales protagonistas, surgieron varias ideas fuerza para las luchas que se vienen: América Latina libre de bases militares, respaldar a que Malvinas vuelva a la soberanía argentina, democratizar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, denunciar la expansión de la OTAN hacia territorio latinoamericano, seguir recuperando los recursos naturales para el pueblo y consolidar los mecanismos de integración alternativos.
Esta cumbre -cuya segunda versión se producirá en Venezuela en 2014-, entre las “seis estrategias por la soberanía, la dignidad y la vida de los pueblos” también planteó propuestas concretas para avanzar en el proceso de descolonización (crítica a la modernidad), para pensar los derechos humanos y la defensa de la Madre Tierra desde el sur, para enfrentar los “viejos” y “nuevos colonialismos y fortalecer los potenciales emancipadores de los pueblos.
El Foro, para ir más a la izquierda
Del 2 al 4 de agosto se llevó a cabo el Foro de Sao Paulo, con la presencia de más de 1.200 delegados de partidos y movimientos de izquierda de más de 30 países de América Latina.
La reunión ordinaria del Foro, que el próximo año tendrá por sede la ciudad boliviana de Cochabamba, tuvo dos tres principales: preservar el espacio conquistado por los gobiernos de izquierda, pedir a los gobiernos progresistas a inclinarse más a la izquierda y llamar a consolidar y articular los distintos mecanismos de integración.
Como no podía ser de otra manera, esta amplia plataforma de la izquierda latinoamericana, cuya inauguración recayó en el ex presidente Ignacio Lula da Silva y la clausura en Evo Morales, alertó sobre los grandes peligros de la contraofensiva imperial para la restauración neoliberal y recalcó la importancia de la unidad, de la generación de nuevos cuadros y de más organización para enfrentar cualquier tipo de amenaza.
Los hechos que le precedieron
El surgimiento y desarrollo de esta nueva ola revolucionaria ha estado precedido por tres hechos históricos que han puesto a prueba la consistencia de este tercer momento emancipador de América Latina y el Caribe.
El primero, la muerte del presidente Hugo Chávez el 5 de marzo, tras someterse a un largo tratamiento médico para enfrentar un cáncer detectado dos años antes. Como combatiente que fue, el líder bolivariano ofrendó su vida a la revolución bolivariana y latinoamericana al participar en las elecciones presidenciales de octubre de 2012 en condiciones de amplia desventaja frente al opositor de derecha Henrique Capriles. Chávez, ese “Quijote” de los que el presidente uruguayo Pepe Mujica habló el 26 de julio en Santiago de Cuba, sabía que él tenía que ganar esa batalla electoral para dejar un camino más o menos expedito a la lucha emancipadora de su pueblo.
El segundo hecho histórico es el triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones de abril pasado. De origen obrero y militancia probada en la izquierda, el ex canciller y ex vicepresidente venezolano enfrentó una dura campaña mediática que apuntaba a minar su imagen ante el electorado chavista. Esta campaña, que continúa en la línea de mostrar un presidente poco “maduro” para Venezuela frente a la talla dejada por Chávez o que ahora piensa en el magnicidio, no ha impedido que la mayor parte del pueblo venezolano preserve el poder político e inicie el camino de la profundización de la revolución a través del “gobierno de la calle”.
El tercer hecho histórico, que marcará un antes y un después en la historia larga del mundo, se dio el 2 de julio en Europa, donde cuatro países (España, Francia, Italia y Portugal) materializaron un atentado criminal por ordenes de Estados Unidos contra el presidente boliviano Evo Morales, al negar el repostaje del avión presidencial o el uso de su espacio aéreo por presuntamente estar llevando como “polizón” al ex técnico de la CIA, Snowden.
El atentado criminal –pues nadie puede negar que un operativo militar aéreo se hubiese dado si Evo Morales ordenaba mantener la ruta autorizada al salir de Moscú, ya sea derribando el avión u obligando a su aterrizaje-, y el posterior virtual secuestro de Evo Morales –pues tuvo que esperar 15 horas negando a que le requisen el avión antes de reemprender su viaje hasta Bolivia-, fue un claro mensaje del imperio al líder indígena y a todos los gobiernos y pueblos de América Latina.
Esa lectura la asumieron los gobiernos latinoamericanos que incluyendo a los que están prisioneros de las presiones estadounidenses a través del proyecto Alianza Pacífico, condenaron y expresaron su indignación por ese desconocimiento del orden internacional construido dificultosamente después de la II Guerra Mundial y por la prepotencia imperial.
De la reacción de los pueblos ni hablar. Todos, dentro y fuera de sus países, pidieron la expulsión de los embajadores de los países involucrados en el operativo militar contra Morales.
La reacción general no fue “achicopalarse” ni testimonial. Las reuniones de UNASUR y MERCOSUR ordenaron a sus embajadores en los cuatro estados europeos a regresar a sus países hasta que los agresores le pidan disculpas al presidente boliviano y le den una explicación al Estado Plurinacional boliviano.
En síntesis, lo sucedido en América Latina entre enero y agosto muestra, a pesar del sufrido fallecimiento del líder bolivariano Hugo Chávez y de la permanente agresión estadounidense, un balance favorable para las fuerzas emancipadoras.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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