Área 51 existe. Para
muchos, esta frase puede resultar una obviedad. Pero si se tiene en
cuenta que la afirmación tiene su origen de forma oficial en la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), las
circunstancias cambian mucho, ya que son décadas de continuas
negaciones que, finalmente, quedan atrás convirtiendo el mito en
realidad.
El
La CIA reconoció que el Área 51 fe el sitio de pruebas para los programas de vigilancia del U-2 y OXCART, desarrollados a partir de 1955 y 1961, respectivamente, para las acciones de la Guerra Fría.
De allí salieron los U-2 (Utility-2) utilizados para acciones de espionaje contra Cuba durante la Crisis de Octubre.
El U-2 fue desarrollado en los años 50 por la firma
Lockheed Skunk Works. Es capaz de volar a 72 000 pies (unos 22
kilómetros), o sea, a más de 13 millas de altura. Lo diseñó el director
de esa empresa, Clarence L. “Kelly” Jonson. Emplea siete cámaras
fotográficas y puede visualizar 125 millas de ancho.
El Área 51, también conocida como Dreamland o Groom
Lake, es un destacamento remoto de la Base de la Fuerza Aérea de
Edwards. Las instalaciones se encuentran ubicadas en una región sureña
de Nevada, al oeste de Estados Unidos, y a unas 83 millas al noroeste
de la ciudad de Las Vegas.
En la zona también se encuentran los restos
de un globo de reconocimiento a distancia cuya existencia durante la
Guerra Fría debía mantenerse en total secreto.
La popular creencia que relacionaba a esta base
tipo búnker con la vida extraterrestre nació a partir de diversos
informes extraoficiales que especulaban sobre una misteriosa
instalación que se usaba como bodega de cuerpos alienígenas que llegaron a la Tierra tras chocar su nave.
El Gobierno estadounidense guardó silencio por mucho tiempo respecto de esta zona, considerándola un área secreta sobre la cual evitaba referirse. No obstante, un investigador norteamericano, Jeffrey T. Richelson, solicitó en 2005 a la CIA -a través de la Ley de Libertad de la Información (FOIA)- diversos documentos para que la verdad saliera de una vez a la luz.
EL DERRIBO DEL U2 EN TERRITORIO CUBANO
En octubre de 1962, la aviación de exploración táctica norteamericana incrementó sus vuelos rasantes, al punto que el gobierno revolucionario cubano ordenara el 26 de octubre que, a partir del día siguiente, se abriera fuego contra los aviones enemigos en vuelo a baja altura. Dada la insolencia del gobierno norteamericano, el 27 fue derribado un avión U–2 sobre el norte de Oriente, hecho que marcó uno de los momentos más dramáticos de la crisis.
El aparato espía cayó a las 10:17 minutos en medio de un camino, entre unos campos de caña de una zona llamada Veguitas Tres, según reseñó la prensa de la época.
Mayor Rudolph Anderson Jr., piloto de la aeronave derribada. El U-2 perdió un ala, y envuelto en llamas se abalanzó a gran velocidad hacia la tierra. El cuerpo del piloto norteamericano, el oficial Rudolph Anderson, estaba separado unos cientos de metros del aparato, que se partió en tres partes. Su cadáver, fijado a la silla del avión, se encontraba exactamente entre un cañaveral y la línea del ferrocarril.
Le fue ocupado un Plan de Aviso donde se pudo ver que había volado sobre Corea Democrática y sobre Cuba en otra ocasión. Además, una billetera negra con 20 dólares, dos cheques en blanco números 232 y 233, un anillo y un carné de mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Tenía 35 años y pesaba 180 libras.
Traía también cámara fotográfica manual, radio, un paracaídas, una mochila plástica con medicamentos, anzuelos de pesca, tijeras, agua potable, un fusil calibre 22 con bastantes cápsulas, cuchillas, medias y hasta un tirapiedras.
Un tractor y una grúa arrastraron la aeronave hacia la vía férrea y la montaron en planchas. En tren se llevaron los restos del avión hasta Veguitas Seis, donde esperaban un camión y dos carretas que los trasladaron hacia Ojo de Agua, en Bijarú.
El cadáver del piloto fue trasladado a la morgue del hospital del Central Nicaragua, donde el entonces enfermero Abel Tarragó López, que tenía 24 años, ayudó al médico cubano Víctor Pupo y practicaron una preparación inicial del cuerpo del mayor Anderson. Suturaron sus heridas y le inyectaron formol al 40 por ciento.
Después los restos se trasladaron hacia Antilla, donde la morgue que allí funcionaba tenía refrigeración. Posteriormente el cadáver se envió hacia Holguín y más tarde rumbo a Santiago de Cuba, donde se le practicó la necropsia oficial por especialistas forenses.
Anderson había nacido en Greenville, Carolina del Sur, Estados Unidos, el 15 de septiembre de 1927. Su cadáver fue devuelto a Estados Unidos. En la ceremonia de entrega oficial del sarcófago con su cadáver y sus pertenencias, realizada el domingo 4 de noviembre a las tres de la tarde, en el aeropuerto de Rancho Boyeros, participaron Emil A. Stadelhofer, embajador de Suiza y el doctor Antonio Carrillo Carreras, director de Protocolo del MINREX. Fue sepultado en su tierra natal, el 6 de noviembre de ese año 1962.
Desde la trinchera de mayor peligro
«Nunca brilló más alto un estadista que en esos días», escribió el Che, en su célebre carta de despedida, sobre la postura de Fidel en la Crisis de Octubre.
El mismo Comandante en Jefe, en sus Cien horas con Fidel, de Ignacio Ramonet, comenta aspectos esenciales de este suceso histórico:
«Los norteamericanos detectan las instalaciones para los misiles entre el 14 y el 15 de octubre (…) El 16 se le informa a Kennedy. Seis días después comienza la Crisis de Octubre (…) permitir volar a los aviones espías le otorgó, gratuitamente al adversario una ventaja extraordinaria (…) El 20 de octubre (…) se decide el bloqueo naval de la isla con 183 buques de guerra, entre ellos 8 portaaviones y 40 000 infantes de marina a bordo (…) se concentraron en la Florida 579 aviones de combate, estaban listas 5 divisiones del Ejército, entre ellas las de élite aerotransportadas, 82 y 101 (…) Kennedy habla por la televisión el 22 a las 7 p.m. y anuncia el bloqueo naval a Cuba (…) dice que la URSS debe retirar sus proyectiles o arriesgarse a esa guerra (…) El 21 de octubre había ya 21 rampas de lanzamiento terminadas».
El bloqueo naval yanqui se hizo efectivo el 24 de octubre. Fidel había anunciado por la televisión el día antes la Alarma de Combate y la movilización de nuestros combatientes: 300 000 hombres sobre las armas.
«(…) seguían sus aviones espías U-2 —recuerda Fidel a Ramonet— y empezaron también a hacer vuelos de reconocimiento, incluso a baja altura. Nosotros decidimos disparar contra los aviones norteamericanos que volaban rasantes. El vuelo rasante no se podía detectar entonces, y facilitaba un ataque por sorpresa. Se lo planteamos a los responsables militares soviéticos que estaban aquí, les dijimos que los vuelos rasantes no se debían permitir. Les informamos previamente que íbamos a disparar. Y abrimos fuego de artillería antiaérea. (…) El 27 de octubre, una batería de cohetes antiaéreos SAM en la provincia de Oriente, manipulada por los soviéticos, dispara y derriba a un avión espía U-2. Se produce entonces el momento de máxima tensión. Muere el oficial norteamericano Rudolph Anderson». (Páginas 313-314 del libro citado).
En carta de Fidel a Nikita Jruschov, el 26 de octubre, le dice: «El estado moral del pueblo cubano es sumamente alto y se enfrentará al agresor heroicamente».
Jruschov en carta a Fidel, el 28, le plantea: «(…) ayer ustedes derribaron uno de ellos, mientras que antes no los derribaban cuando sobrevolaban su territorio».
Ese mismo día, también por carta, el Comandante en Jefe le responde: «Si queríamos evitar los riesgos del ataque por sorpresa, era necesario que los artilleros tuvieran órdenes de disparar. El mando de las fuerzas soviéticas le podrá brindar informaciones adicionales de lo que ocurrió con el avión derribado (…) si usted instala los cohetes tierra-aire, no puede permitir que vuelen por encima del territorio que debe defender (…) Estados Unidos no permitiría que un avión de observación soviético volara sobre sus cohetes en Italia y Turquía».
(Con información de DPA/ Juventud Rebelde)
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