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jueves, 22 de agosto de 2013

ALEPH: De ambición y represión

Hace pocos días, a lleno completo, se presentó el libro de los jóvenes españoles Pilar Crespo y Asier Andrés. Su título es tan largo como el hilo que cose todo el entramado que se da entre los tres personajes principales: Eduardo Meyer, Héctor Rafael Bol de la Cruz y Vitalino Girón. El rector, el coronel y el último decano comunista. Crónica de la Universidad de San Carlos y la represión durante los años ochenta, es el nombre que los autores dan a este relato de ambición, burocratización de la muerte, represión e impunidad.

Carolina Escobar Sarti.
Ahora que están sobre la mesa temas como la aprobación de los bonos que buscan lubricar un sistema por demás corrupto, la captura de las aduanas que nos regresa a prácticas oscuras del pasado, el inconcluso juicio por genocidio y la construcción de un canal interoceánico que algunos llaman ya la “estafa” del siglo, Plaza Pública —de la mano de estos dos jóvenes que no rebasan los 30 años— pone de nuevo en movimiento las ideas, invita a la reflexión, y posibilita debates en el centro neurálgico de un país de violencias, sin memoria y sin historia. País que pide reconocer a actores, mecanismos y modus operandi que se resisten a morir y nos ponen frente a las cuerdas de la historia y del futuro.
Al entrar por la puerta de la Universidad de San Carlos, pero llevando mi mirada a todos los espacios de educación superior, me surgió la vieja pregunta del viejo debate sobre la misión de las universidades en un país que quiere ser democrático y libre. ¿Son esos centros lugares de dogma y doctrina? ¿Su función principal es promover el pensamiento y la toma de conciencia o evangelizar y formar cuadros ideológicos? ¿Son templos donde se enseña una visión parcial y limitada del mundo a partir de un pensamiento uniforme?
En un país donde la historia nos ha sido negada, este tipo de relatos son indispensables para construirnos de otra manera. Es una crónica de hechos trazada a distancia; es un relato descontaminado de “guatemalidad”, de “edad”, de “polaridad”, lo cual tiende otro tipo de mirada sobre nuestra historia. Es un libro de relaciones entre actores, de mecanismos de ascensión, precisión, represión y muerte. Redes ha habido siempre, pero ¿para qué esas redes y cómo se enredaron?, ¿cómo se enredan hoy, habiéndose reconstituido un poder militar en el más alto escalón político de nuestro país?, ¿cuál es la parte del cambio que no cambia? Este libro construye personajes vulnerables y humanos, no a partir de estereotipos, sino de acciones, mientras dice en recio la palabra “comunista”, que por miedo, por ignorancia o por estigma ha sido una mala palabra en la historia contemporánea de Guatemala.
Documentos inéditos del Archivo Histórico de la Policía Nacional y del Diario Militar, además de sendas entrevistas, permiten comprender la lógica profunda del control social de una época. Todo, sin juicios por parte de los autores que apenas nacían a la vida en otro continente, mientras los hechos relatados allí sucedían de este lado del mundo. Es un documento que abre la puerta a más, importante para seguir hablando, para atar cabos y —por qué no— para entender un poco mejor por qué uno de los tres protagonistas está muerto y los otros dos se enfrentan hoy al sistema judicial del país.
cescobarsarti@gmail.com

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