Manuel Humberto Restrepo Domínguez
Protesta universitaria tratada como acto de guerra
En una hora de tropel pude observar que al interior del campus universitario de la UPTC, se congregaban decenas de estudiantes que en la mañana caminaron por la avenida principal y ahora se enfrentaban a piedra a la policía. Las consignas anunciaban respaldo y compromiso con la movilización social que desde hace tres días adelantan varios sectores con reivindicaciones por justicia social, inclusión política, económica y cultural y en contra de los TLC, que en menos de seis meses han fortalecido el despojo y la entrega de recursos a las transnacionales.
Las acciones de los estudiantes eran de protesta, no de guerra. La policía su adversaria, no su enemiga mortal. Esto debe ser claro, tanto para quienes gobiernan, como para quienes se empeñan en estigmatizar y crear confusiones favorables al uso de la fuerza. Los estudiantes lanzaban piedras. Desde afuera varios escuadrones del SMAD, se turnaban para apuntar y disparar gases lacrimógenos. El puente peatonal sobre la avenida fue convertido en un puesto de observación del SMAD, desde donde cuatro uniformados distribuían órdenes de ataque. Del otro lado de la avenida en las viejas instalaciones del ferrocarril había decenas de estudiantes, que de vez en cuando alentaban las acciones. La lluvia de piedras recibía como respuesta una lluvia de disparos.
En algún momento se produjo un cambio el ritmo con el estallido de una papa explosiva que fue celebrada con júbilo, silbos y aplausos, por los estudiantes apostados en todos lados de la vía. La policía respondió con una furia de disparos. Luego se volvió al ritmo anterior hasta que la policía rompió la pasividad. A una orden se agolparon varios grupos de policías de uniforme verde que se ocuparon por alejar a los estudiantes que trataban de acercarse hacia la puerta de la universidad. La nota de denuncia de esta descripción es para señalar que repentinamente irrumpió -del lado del ferrocarril- un escuadrón de por lo menos una docena de personas de civil protegidas por la policía que saltaron las mallas de la vía lanzando piedras hacia los estudiantes mientras el SMAD disparaba y la policía de verde alejaba a los observadores. El escuadrón de civil ingresó a predios de la universidad donde rápidamente los “civiles” se mimetizaron entre los estudiantes. Esta situación es contraria a las reglas de enfrentamiento entre adversarios y proclives a los actos de guerra, que contribuyen a crear violencias, actos de barbarie y degradación de la protesta. En conclusión, había infiltrados en la revuelta estudiantil, pero no pertenecían justamente a sectores populares, estaban del lado de quienes piden guerra para acallar la protesta.
Al mismo tiempo a 50 km de la universidad (Ventaquemada), donde seguramente viven muchas de las familias de los estudiantes, los campesinos de ruana y sombrero, denunciaban que estaban siendo intimidados por helicópteros y tropas que trataban de encerrarlos en desarrollo de estrategias propias de la guerra y la intimidación y no con los diálogos que reclaman quienes no han sido escuchados.
Las Resistencias Crecen
Cabe destacar que las movilizaciones no aparecieron de manera repentina. Son resultado del olvido, indiferencia y falta de atención a unas demandas de justicia social. Los grupos y sectores sociales en movilización insistieron por varias semanas, meses inclusive, en conversar con el gobierno, en crear una única mesa nacional de negociación. Pero el gobierno sistemáticamente hizo caso omiso, en claro desprecio por el otro, por los otros. Como lo demostró en el Catatumbo el gobierno otra vez optó por desconocer, simplificar, omitir, descalificar y hacer caso omiso del otro, del de ruana. Se les ve sinceros, honestos, son campesinos, hombres, mujeres, jóvenes, niños/as (paperos, cebolleros, tomateros, cacaoteros, cafeteros, palmicultores, lecheros), hay mineros, por supuesto no los de Gold o Drumond, que reciben los grandes beneficios en tierras y concesiones, son carboneros, gentes de caras tiznadas, pobres y partes de las clases medias. En próximos días serán más, otros miles o millones de otros, estudiantes, viviendistas, profesores, gentes de la salud, universitarios y destechados. Los camioneros y transportadores podrán o no hacer parte, no dependerá de la fortaleza de sus camiones para tapar una vía, si no de la conciencia de sus responsables. Las movilizaciones y sus impactos no se miden por el número de vehículos pinchados o por fuera de circulación, o las vías controladas, se miden por la capacidad de los que luchan y la resistencia de quienes mantienen fortalecida su conciencia y disposición.
Si el panorama continua el país real estará en las calles, no protestando de manera separada para reivindicar aparentes derechos de cada sector, si no para cuestionar a fondo y tratar de derrotar un modelo político-económico y militar que incluye unos modos autoritarios de gobernar, unos sistemas de acumulación sin medida, unas estructuras de poder excluyente que se niega a entender que el país de las metas y los indicadores de éxito para ellos mismos, no se corresponde con el país de la realidad, el país nacional que padece el rigor de un modelo creado por inversionistas, financistas y mercaderes globales que hacen relucir su riqueza, a costa de la degradación de la vida humana de millones y mas millones de gentes oprimidas, humilladas y silenciadas que tienen en común pertenecer a esa categoría llamada pueblo, que hoy reclama ser reconocida y se le ve dispuesta a mostrar con sus acciones que el pueblo es el de ruana. mrestrepouptc.blogspot.com
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