Ambas partes reiniciaron ayer las pláticas, con sede en el Palacio de Convenciones de La Habana, tras una pausa de tres días anunciada por la guerrilla para analizar la iniciativa del Ejecutivo de convocar a un referendo sobre un eventual acuerdo de paz.
La víspera, la delegación insurgente expresó su decisión de mantenerse en la mesa de conversaciones, a pesar de no acompañar esa propuesta presentada ante el Congreso.
No la acompañamos, ni sujetamos los diálogos y sus resultados a dicha decisión unilateral, refirió un comunicado leído por el jefe del equipo de las FARC-EP, Iván Márquez.
A juicio de la insurgencia, un acuerdo de paz no es asunto que se pueda resolver o definir de manera unilateral, así como el mecanismo de refrendación no es aspecto que pueda ser resuelto solamente por el Gobierno.
El espectáculo de un mandatario y de un poder constituido excusado o perdonado por un referendo, no se va a dar con nuestro consentimiento, señaló la delegación, al agregar que "aceptar estas reglas del juego implicaría traicionar nuestra lucha".
Las FARC-EP insistieron en que el Ejecutivo le teme a una Asamblea Nacional Constituyente, a la cual la guerrilla considera el mejor camino, pues "en dicho escenario sí se logra todo lo que puede garantizarle larga duración a la paz nacional".
En otro momento de sus declaraciones, la insurgencia dejó claro "de una vez por todas que no habrá sometimiento de las FARC-EP a ningún marco jurídico con diseños unilaterales".
El Gobierno y la guerrilla iniciaron el lunes pasado el ciclo 13 del diálogo, que tiene a Cuba y Noruega como garantes, y a Venezuela y Chile como acompañantes.
La agenda pactada incluye, además del tema agrario (ya discutido) y la participación política (en discusión), otros aspectos, como la atención a las víctimas, el problema del narcotráfico y el fin del conflicto armado.
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