Estamos en un momento de definiciones. Ya no sólo es la defensa de éste o aquél contenido, de tal o cual demanda enarbolada por un sector específico. Lo que hoy está en la coyuntura, es el nacimiento de una nueva forma de pacto social nacional. Quienes hasta ayer se mostraban “nacionalistas”, “apegados a la Constitución”, porque de ella emanaba un pacto nacional determinado, ahora ya no están dispuestos a defender el pacto social surgido de la revolución y plasmado en la Constitución, y buscan modificarlo a su manera, de acuerdo con los intereses de clase que defienden.
La actual estructura política, económica y social del país, está llegando a sus límites, demostrado con claridad que no ha servido para desarrollar al país con igualdad, desarrollo social, creación de empleos productivos, sistemas eficaces de seguridad social y laboral, etc. El capitalismo mexicano tardío, atrasado y dependiente sólo ha generado desigualdad, marginación, miseria. No es capaz siquiera de mantener los niveles de producción necesarios para la acumulación de capital y mantener la tasa de ganancia y con ello generar cadenas productivas que permitan la creación de empleos remunerados, como si lo han hecho otras economías emergentes del continente. Así, las reformas estructurales presentadas por el actual gobierno federal pretenden darle otro rumbo al capitalismo en México. “Modernizarlo”, “ponerlo a la altura de la élites” dicen sus demagogos impulsores. Reforzarlo como cabús del capitalismo neoliberal, decimos los comunistas.
La llamada “modernización” de México y sus principales empresas e instituciones pasa por avasallar a los grupos más desprotegidos. Pretende pasar sobre los intereses y conquistas de los obreros, trabajadores y asalariados del campo y la ciudad. Trata de imponer un nuevo pacto social, reformar la Constitución para permitir que el país esté abiertamente en venta. A los obreros, asalariados y trabajadores del campo y la ciudad ya no les basta la representación en el Congreso de un supuesto partido democrático, que legisla en contra de sus intereses. En las comunidades, colonias, barrios, pueblos y las calles del país se manifiesta otro México que la clase política, apoltronada en sus intereses y privilegios no quiere oír, pero que se expresa todos los días.
Los comunistas hemos sido, junto con un numeroso grupo de organizaciones, el sector de revolucionarios consecuente en la defensa de los intereses de clase de los trabajadores, los asalariados, los obreros del campo y las ciudades, y luchamos por la unidad de la izquierda, para impedir la concreción de este nuevo contrato impuesto por el capitalismo y los nuevos gerentes del neoliberalismo a través de la reforma petrolera y el cambio de la Constitución. Pero también decimos, que en esta hora concreta del país, no bastará con aglutinar a la izquierda social. Es necesario convocar a engrosar las filas de este Frente Nacional a otros sectores que también sufren el embate del neoliberalismo y la oligarquía financiera. Los empresarios medios y pequeños que no han sido tomados en cuenta en la conformación de la nueva carta social, a los sectores de la clase media, sobre los que se pretende fincar una nueva política hacendaria que incluirá el IVA en alimentos y medicinas.
Con el llamado a este gran Frente Nacional, los comunistas agrupados en el Movimiento Comunista Mexicano, somos consecuentes con nuestros principios y nuestra línea política, no abdicamos en la lucha por el socialismo, por cambiar el irracional sistema capitalista por otro en donde prive la solidaridad, la auténtica democracia y sean los trabajadores, los obreros, los asalariados quienes decidan el rumbo del país. Sin embargo, la agenda de la coyuntura nos indica que no bastará con la fuerza de la izquierda social para detener a oligarquía burguesa en la reestructuración del capitalismo en México, una reestructuración que va en contra de los intereses de la mayoría de los mexicanos.
México D.F, 29 de agosto de 2013
Movimiento Comunista Mexicano
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