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viernes, 30 de agosto de 2013

Sangre y chatarra retorcida en las vías

Se calcula que anualmente mueren o se mutilan más de 1.300 inmigrantes que caen de La Bestia

Por Marcia San Juan

CIUDAD DE MÉXICO.- La Bestia volvió a descarrilarse, y a volcar. Pero en esta ocasión, a diferencia del percance de agosto del 2012, por ejemplo, las autoridades advirtieron que el número de muertos puede ser muy superior a los nueve ya localizados.

El año pasado, en Arriaga, Estado de Chiapas, La Bestia sufrió otro descarrilamiento que “la” mantuvo fuera de servicio unas semanas; al tren y a miles de indocumentados centroamericanos que viajan en sus vagones, como pueden, afrontando peligros y vejaciones con un único fin en su mira: llegar a Estados Unidos.

Coincidentemente, este domingo 25 de agosto, un año después del incidente de Arriaga, las vías volvieron a jugar otra mala pasada a La Bestia; ahora en las inmediaciones de la ranchería “Tembladeras”, en Huimanguillo, Estado de Tabasco, donde hasta el momento se contabilizan en siete los migrantes muertos sobre los rieles, y en más de una veintena los heridos. Luego, se localizaron dos muertos más debajo de los vagones.

Medios de prensa aquí informaron que la ranchería está un lugar boscoso y pantanoso, literalmente aislado de la señales de telefonía celular; y dijeron que los migrantes sobrevivientes, casi todos de origen hondureño, debieron caminar unas cinco horas hasta la población más cercana, Las Choapas, en Veracruz, para pedir ayuda a las autoridades mexicanas.

El número de víctimas mortales puede aumentar, añadieron las autoridades, alertando de los complicados trabajos de remoción de hierros retorcidos y góndolas volcadas que llevan a cabo en el lugar diferentes entidades mexicanas.

Protagonista de mil historias, desgarradoras todas, el Tren de la Muerte, o el Devoramigrantes, como también se le conoce, traía esta vez nueve vagones cargados de 55 toneladas de chatarra y de unos 250 migrantes que lograron subirse en la estación anterior.

A La Bestia se suben los más pobres, los indocumentados que no tienen para pagar “coyotes” ni autobuses a la hora de cruzar el vasto y peligroso territorio mexicano que los separa del sueño norteamericano. Por eso son los más vulnerables; las presas más fáciles para las corruptas autoridades migratorias y policiales de México y para los cárteles de la droga que, como los “Zetas”, constituyen uno de los más temidos azotes que deben enfrentar los migrantes centroamericanos a su paso por este país.

Más de un filme en los últimos años ha logrado retratar el infierno que –dicen—es el tren de carga que opera la empresa Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec: abordo, a lo largo de los cinco mil kilómetros que atraviesan desde la frontera sur hasta la frontera norte de México, hay extorsiones, asaltos y secuestros. Siete de cada 10 mujeres centroamericanas que logran entrar en sus vagones son víctimas de violaciones y vejámenes.

No hay estadísticas oficiales, ni en los países centroamericanos ni en México; pero el Instituto Nacional de Migración aquí, por ejemplo, asegura que al año más de mil trescientos centroamericanos, hombres y mujeres, son muertos o mutilados por y en el tren: caen a las líneas y los cercenan las ruedas, o son asesinados por quienes se calcula que obtienen unos 50 millones de dólares al año, como botín de sus secuestros y extorsiones en La Bestia.

De cualquier forma, cada vez son más los centroamericanos que intentan alcanzar los vagones en marcha de La Bestia, y arriesgar su vida en pos de un viaje incierto que promete hacer realidad sus sueños de dejar atrás la pobreza que los asola en sus lugares de origen.

Expertos en el tema, consultados a raíz del incidente del domingo último, aseguran que, gracias a las restricciones migratorias norteamericanas, el número de migrantes mexicanos ha disminuido en los meses recientes. El de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, sin embargo, ha ido en aumento, a consecuencia del deterioro económico y del incremento de la presencia de bandas de narcotraficantes en sus países.

Consultados por la prensa local sobre las causas del descarrilamiento, los peritos parecen estar convencidos de que la falta de mantenimiento, por un lado; y por otro, el robo de materiales de vías que resultan cotidianos en las desvencijadas líneas férreas de México, están en el centro de las causas de la volcadura de La Bestia.

Se baraja también la posibilidad de una sobrecarga en los vagones, o la de un deslave, dada la intensidad de las lluvias que asolaron esa zona durante el fin de semana.

Por lo pronto, este miércoles fueron repatriados hacia Honduras los cadáveres de los migrantes muertos durante el accidente, y se espera que para la semana entrante haya información más concluyente sobre las causas del descarrilamiento y la fecha en que La Bestia volverá a circular.

Hasta entonces, los indocumentados deberán esperar a la vera del camino para –otra vez—esperar los dos silbidos largos que anuncian su paso en cada estación.

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