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miércoles, 4 de mayo de 2011

Mexico: De la inseguridad a la disolución social

Héctor Barragán Valencia

hector_barragan@hotmail.com

En los últimos 30 años la mayoría de los mexicanos nos hemos empobrecido: por aquí y por allá padecemos inseguridad. Nuestros trabajos son precarios y muy mal remunerados; nos angustian el desempleo y el subempleo; nos mortifica la carencia de seguro médico, de invalidez y de vejez… A todo este cúmulo de inseguridades y pesares se añade el miedo por nuestras vidas, temor que degenera gradualmente en pavor por una estrategia que privilegia el uso de las armas y la fuerza para contener el consumo de drogas que alguien decidió, con o sin razón, prohibir, o sea, no hacerlas lícitas.

¿Cómo llegamos a este punto de extrema inseguridad? La inseguridad económica fue ocasionada por una moda ideológica que erigió como nuevos dioses al libre mercado, al dinero, al individualismo rampante y a lo privado. Y condenó al quinto infierno a las acciones públicas o colectivas y a todo lo que tuviera que ver con el Estado y con las regulaciones sociales. Se nos adoctrinó que debíamos hacer las “reformas estructurales” para facilitar los despidos, para no cobrar impuestos a los ricos, para dejar en plena libertad a las empresas y en especial a los capitales especulativos. Y de esa forma, se nos prometió, que seríamos inmensamente ricos.

¿Cuál es el resultado? México se ha fracturado: de un lado, tenemos un puñado de súper ricos y, de otro, una clase media en extinción, así como un número creciente de pobres y miserables. Hace un par de meses, la revista Nexos publicó una encuesta que muestra una radiografía de los mexicanos: un pueblo en extremo desconfiado e individuos que sólo confían en ellos mismos y en su familia. Es decir, hemos perdido el sentido de comunidad, de pertenencia; es una especie de sálvese quien pueda o de todos contra todos: nadie respeta a nadie. Y si agregamos la falta de oportunidades y el prestigio que tiene hacer dinero a cualquier precio, un efecto es el auge de la economía informal y de la economía negra o criminal.

La inseguridad económica y la inseguridad física engendran miedo, y el miedo corroe la confianza y la interdependencia que son el fundamento de la civilización. Vamos hacia la disgregación, hacia la desintegración social. Ya hay síntomas de descomposición, tales como la especie de guerra civil que padecen varias regiones de México. Es hora de restablecer la acción pública para normar la vida económica y establecer un sistema de seguridad social básico, así como finalizar la guerra contra las drogas y enfocar esa lucha hacia la salud, la educación y la prevención para controlar su consumo.

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