La obra, dividida en 12 capítulos, que refieren a los tiempos de esa relación conflictiva, ahonda en la historia y los referentes ideológicos que marcaron las políticas de los sucesivos gobiernos estadunidenses –demócratas y republicanos– frente al acontecimiento latinoamericano de mayor significado político en la segunda mitad del siglo XX: la revolución cubana, encabezada por el Movimiento 26 de Julio y su dirigente máximo, Fidel Castro.
La presencia y la connotación de Cuba en el mundo a partir de la revolución, desproporcionadas en comparación con su extensión territorial, el pequeño número de su población, la escasez de sus recursos y la reducida escala de su economía, se deben a la determinación del gobierno revolucionario por alcanzar y defender la plena soberanía, independencia e integridad territorial frente a la hostilidad permanente de Estados Unidos, la mayor potencia mundial imperialista.
La tesis de Sánchez-Parodi es que la confrontación entre la Cuba revolucionaria y Estados Unidos se fue gestando a lo largo de decenas de años, desde el surgimiento de las otrora Trece Colonias inglesas como nación independiente y cuando comenzaba a prender entre los criollos
el sentimiento de cubanía que perdura en el presente. La solución de ese diferendo histórico sitúa a Cuba ante una alternativa: o se consolida como nación soberana e independiente y el pueblo cubano se ve libre de la injerencia y la dominación extranjera, o se convierte en un apéndice de Estados Unidos. La opción es obvia
.
En la exposición de dos primeros tiempos (1776-1901 y 1901-1959), el autor sintetiza los datos históricos imprescindibles para comprender el diferendo actual: por un lado, la cercanía geográfica de ambos países, que conlleva una comunidad de historia, y condiciona el hecho de que Estados Unidos se constituya hasta el triunfo revolucionario en el principal socio económico y en la mayor influencia en la vida social, política y cultural cubana. Por el otro: las ambiciones estadunidenses tempranas sobre la isla que se manifiestan en nociones como la fruta madura
(Cuba), que según John Quincy Adams, gravitaría necesariamente a la Unión Norteamericana, una vez separada de España; la llamada Doctrina Monroe
que plantea el exclusivismo estadunidense sobre América y el ya conocido mesianismo ideológico conocido como destino manifiesto
, que nutrieron el expansionismo territorial estadunidense para justificar su dominio sobre todo el continente, en el que Cuba constituía uno de sus más codiciados objetivos.
La contraparte cubana de esta ambición imperial estadunidense, esencial para comprender el fervor revolucionario y las ideas de independencia y unidad nacional, se expresa en el pensamiento de José Martí, quien observa con preclara visión, decenas de años antes de que V. I. Lenin estudiara metodológicamente el fenómeno del imperialismo moderno, los peligros que representaban para Cuba y para los países de lo que llamó Nuestra América, los afanes de dominación del imperialismo norteamericano en ciernes
.
La obra profundiza en las maniobras de Estados Unidos para posesionarse de Cuba a través de fracasados y repetidos ofrecimientos de compra a España, su intervención en la guerra de independencia en 1898, imponiendo un protectorado simulado sobre la isla por medio de la Enmienda Platt y dando cauce a una independencia tutelada que caracterizó la nueva etapa republicana.
Los siguientes capítulos de la obra, que analizan la ruptura entre los dos países, las reiteradas intervenciones militares abiertas y encubiertas de carácter contrarrevolucionario, el fracaso de las políticas estadunidenses de los gobiernos demócratas y republicanos, los intentos de rectificación a medias que no fructificaron, los retrocesos de los gobiernos de la ultraderecha estadunidense, las vanas ilusiones de restablecimiento capitalista en Cuba con la caída de la Unión Soviética y la desaparición del campo socialista, la elusiva transición con los cambios actuales, el futuro incierto y la encrucijada del gobierno de Obama, ofrecen datos valiosos poco conocidos, interpretaciones nuevas sobre acontecimientos como la crisis de octubre
, la misión internacionalista cubana en África, etcétera, productos de la acuciosa investigación del autor y de sus propias vivencias personales.
Es significativa la caracterización que Sánchez-Parodi hace de la política del gobierno estadunidense actual: “Un año después de que la Casa Blanca proclamara una pretendida ‘apertura hacia Cuba’, el gobierno de Obama no había tomado medida efectiva alguna que ofreciese la posibilidad de abrir un proceso bilateral (Estados Unidos-Cuba) para avanzar en la ruta de la normalización de las relaciones oficiales entre ambos países. La esencia de las medidas promulgadas era abrir nuevas vías para promover la subversión del sistema político, social y económico cubano, y al mismo tiempo, desconocer las instituciones cubanas y negarles reconocimiento y legitimidad”. Recomiendo esta obra por su solvencia investigativa, no exenta del necesario posicionamiento político.
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