MONTEVIDEO.- Lo que sucede actualmente en muchos países de América Latina es que hay elementos de "clientelismo y simbolismo porque las sociedades latinoamericanas somos comunitarias, familísticas, no somos sociedades individualistas, y una familia en la política es vista como algo natural", explicó Aldo Panfichi, analista político de la Universidad Católica de Perú, a la AFP.
El historiador Carlos Malamud, investigador para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, dijo a la AFP que los casos como el de Keiko (36) -quien en 2006 fue la congresista más votada- o Ricardo Alfonsín en Argentina ilustran una "creciente profesionalización de la política" en el continente que desemboca en que "las sagas familiares se empiezan a consolidar".
Malamud comparó la profesión a la de un abogado o médico en la que muchas veces los hijos tienden a seguir los pasos de sus padres.
Tras la segunda vuelta en Perú, donde hasta ahora la hija del ex presidente -preso por corrupción y violación a los derechos humanos- ostenta una leve ventaja frente al izquierdista Ollanta Humala, serán los guatemaltecos -en setiembre- quienes deberán optar por seguir o no con el modelo del actual gobierno de Álvaro Colom.
El mandatario podría pasarle el mando a su ex esposa, Sandra Torres, de quien se divorció -en mutuo acuerdo- para superar una norma constitucional que prohíbe la candidatura presidencial del cónyuge del mandatario saliente.
Un mes después, los argentinos podrían tener que debatirse entre Cristina Kirchner, actual presidenta y viuda del ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), que en caso de que anuncie su candidatura se enfrentaría a Ricardo Alfonsín, hijo del extinto ex presidente Raúl Alfonsín (1983-1989).
"Que los hijos o las mujeres de ex presidentes se presenten a las elecciones cuando éste ha dejado de ser presidente pues la verdad que no tiene ninguna connotación más allá de la presencia familiar, pero aprovechar que el cónyuge está en el poder para sacar partido de esa situación, eso sí es lo nuevo", comentó Malamud.
Tal es el caso de Guatemala, situación que Malamud describió como "el divorcio por amor al poder". El analista, además, destacó el caso de República Dominicana, donde como el actual presidente Leonel Fernández no puede optar por la reelección en 2012, algunos movimientos promovieron la candidatura de su esposa Margarita Cedeño, aunque esta opción fue descartada.
Si bien la búsqueda del traspaso de poder entre parientes parece ser una constante en el continente y el mundo, los analistas consideran que los nuevos escenarios latinoamericanos aún están lejos de asemejarse a dinastías, como serían las de los Bush y los Kennedy en Estados Unidos o los Aquino en Filipinas.
"Yo no creo en este momento se pueda hablar de dinastías políticas en América Latina. Realmente no se puede identificar ninguna dinastía que aquí transfiere poder de padre a hijo o nieta o nieto y que se continúe para algunas generaciones", dijo el analista Peter Hakim, presidente emérito del centro de análisis Inter-American Dialogue, con sede en Washington, a la AFP.
Lo mismo opinó Panfichi, que asegura que "la palabra dinastía supone una dimensión de mediana duración o larga duración en el tiempo, que permita que a través de varias generaciones una familia construya un poder dinástico".
"Lo que sucede ahora con los Kirchner o la posibilidad de Sandra Torres por ejemplo no alcanza a la categoría de dinastías porque en el mejor de los casos son una o dos generaciones involucradas", dijo.
"Hay una debilidad de los partidos, y esa debilidad de los partidos está siendo reemplazada por las familias que reemplazan a estas organizaciones partidarias y reproducen la debilidad del sistema democrático", concluyó.
Además, comienzan a surgir casos en los que si bien el acceso al poder sigue siendo un tema de familias, no siempre es en busca de seguir una misma línea. En Ecuador, por ejemplo lo que se vive actualmente es "la disputa familiar llevada al terreno de la política", dijo Panfichi.
Allí, el hermano del presidente Rafael Correa, Fabricio Correa, se ha convertido en una piedra en su zapato.
Ambos se distanciaron a mediados de 2009, luego de que el mandatario ordenó la liquidación de contratos que su hermano mantenía con el Estado por unos 170 millones de dólares, asegurando que se hicieron a través de "testaferros y empresas fantasma".
Ahora, Fabricio Correa evalúa postularse a la presidencia en 2013, y enfrentarse eventualmente a su hermano, habilitado para la reelección.
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