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miércoles, 7 de noviembre de 2018

En el mundo se mueven fuerzas poderosas que se oponen a quienes quieren lograr la justicia social y económica

Mi objetivo: encabezar un gobierno de justicia social
Tengo claro que el laborismo en GB debe desafiar la agenda neoliberal
En el mundo se mueven fuerzas poderosas que se oponen a quienes quieren lograr la justicia social y económica. La única forma de combatirlas es la inserción de valores democráticos y derechos humanos, que es justo lo que me propongo hacer

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▲ Al preguntar a Jeremy Corbyn si ve similitudes entre él y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, respondió: somos políticos de toda la vida y tenemos un compromiso absoluto con remediar la injusticia.

Londres. Al llegar a la sede del Parlamento en Londres, me preocupó la idea de encontrar a Jeremy Corbyn abatido e irritable. El líder del Partido Laborista, la oposición oficial al gobierno británico, ha sido víctima de feroces ataques en los pasados seis meses, al arreciar una campaña que ha estado en marcha desde que fue elegido dirigente del partido, en 2015.
En los medios británicos, casi universalmente hostiles, se le muestra con regularidad como antisemita, misógino, simpatizante del terrorismo, agente comunista… la lista es interminable. Cada día surge una nueva línea de ataque a un político que durante casi toda su trayectoria ha sido una voz de izquierda en gran medida desconocida y marginada en la política británica.
Sin embargo, como ocurre a menudo tratándose de Jeremy Corbyn, ocurre la contrario. Se muestra optimista y relajado. Me reuní con él en su oficina; estaba rodeado de colaboradores jóvenes y entusiastas que pululan por el lugar. Me recibe con un café expreso doble. Alguien no entendió su pedido. ¿Lo quieres?, me pregunta sonriendo.
Es ágil para bromear, tiene un intenso interés por los demás y parece estar en paz. Tiene un aura de calma envidiable. Eso desorienta, considerando la tormenta que lo rodea. Usted recibe muchos golpes, le digo. La gente se preocupa de que eso le haga efecto. ¿Es feliz?
–Absolutamente –responde con su característica sonrisa irónica, alzando las cejas–. Soy feliz en extremo. Hago mi trabajo en el Parlamento, paso mucho tiempo viajando por el país en actos de campaña y reuniéndome con la gente. Y viajo siempre que puedo, como ahora que estuve en Jordania en verano, visitando campos de refugiados. Tengo una retribución asignada, de la que me siento muy orgulloso, y me mantengo físicamente en forma y saludable. Queremos que la gente viva con plenitud, y trabajar en eso me hace feliz.
Mientras charlamos sin formalidades –su estilo amigable derriba toda defensa– tengo que recordarme todo el tiempo que estoy sentado ante quizá la mayor amenaza de la historia al establishment británico. Ha habido importantes figuras socialistas antimperialistas a lo largo de la historia de la nación, pero ninguna ha estado tan cerca del poder como Jeremy Corbyn actualmente. Su ascenso ha sido improbable, pero, después de constantes campañas de desestabilización (con frecuencia de su propio partido), es obvio que no se va a hacer a un lado.
En las elecciones generales de 2017, cuando en todos lados se predijo su caída, incrementó el número de escaños del laborismo y los tories perdieron su mayoría en las cámaras. Algunos dicen que fue el momento más importante para la política progresista en la historia moderna británica. La izquierda probó por fin que sus ideas pueden ser populares entre la población general. El socialismo está de vuelta, y muchos predicen que, si la inestable primera ministra Theresa May cae y se convoca a elecciones, Corbyn y su partido ganarían de calle.
A diferencia de muchos en la parroquial política británica, Corbyn es y siempre ha sido un internacionalista. Se vincula con luchas por la democracia y los derechos humanos en todo el mundo y ha viajado extensamente a lo largo de su vida. Pero América Latina, y México en particular, tienen un lugar especial en su corazón. Miro al otro lado del escritorio, donde una bandera mexicana en miniatura se alza sobre sus documentos. Más atrás hay un retrato enmarcado de su esposa, la mexicana Laura Álvarez, el día de su graduación.
Corbyn ha estado releyendo A History of Mexico en preparación para la entrevista y es claro su entusiasmo porque México ha virado hacia el rojo con la elección de Andrés Manuel López Obrador: por primera vez, destaca, México ha elegido a un verdadero izquierdista desde Lázaro Cárdenas en la década de 1930. De hecho, está tan emocionado por lo que AMLO representa, que anuncia su intención de viajar a México para su toma de posesión, en diciembre próximo. AMLO ha mostrado una asombrosa valentía personal y política durante muchas décadas, expresa. “Fue uno de los alcaldes más reformistas de la Ciudad de México. De hecho, ir allá al supermercado en la época en que los adultos mayores reciben su pensión mensual y oírlos decir ‘es lo de AMLO’ me pone en mi lugar con respecto a mis logros”.
¿Ve Corbyn similitudes entre López Obrador y él mismo? Las veo en el sentido de que tenemos más o menos la misma edad, somos políticos de toda la vida y tenemos un compromiso absoluto con los derechos humanos y con remediar la injusticia. Lo apoyo en las dificultades que sé que va a enfrentar al buscar a todos los desaparecidos, así como en atender el caso de los 43 de Ayotzinapa, un caso espantoso.
El primer viaje de Corbyn a América Latina fue a finales de la década de 1960, cuando tenía 20 años. Vivió en Jamaica, trabajando con el Servicio Voluntario de Ultramar, y al terminar recorrió Sudamérica por su cuenta. Se enamoró de la región y desde entonces ha visitado todos los países latinoamericanos. Existe una enorme diversidad étnica en América Latina que a menudo las personas de otras regiones no entienden. Por ejemplo, la diversidad de Bolivia, donde el quechua, no el español, es la lengua dominante. Cuando se reconoce esa diversidad, uno tiende a tener gobiernos más incluyentes. En Chile, el gran Salvador Allende reconoció las necesidades del pueblo mapuche, hasta entonces ignoradas. Ve que la fortaleza de América Latina radica en unir a todos los pueblos.
Este es el lado de América Latina que ha inspirado a la izquierda en todo el mundo en el siglo pasado. Sin embargo, hay en la región otro lado, más oscuro, que en lugares como Brasil está regresando. Corbyn está consciente de ello también. “Veo en América Latina élites que se han vinculado con las fuerzas armadas y las corporaciones globales… de ahí los problemas que sufrió Allende. Creo que un tema de actualidad es el control de recursos y el desarrollo económico del continente. Recientemente leía mis diarios de 1969 y vi una anotación del primero de mayo de ese año en Santiago. Fue el tiempo en que se formó la Unidad Popular, que un año después llevó al poder al presidente Allende, con 36 por ciento de los votos, me parece. Encontró oposición desde el principio, en particular de las empresas mineras y de la CIA, en gran medida dirigida por Kissinger. Todo está muy bien documentado”.
Luego de una pausa, añade: En el mundo se mueven fuerzas poderosas que se oponen a quienes quieren lograr la justicia social y económica. La única forma de combatirlas es la inserción de valores democráticos y derechos humanos, que es exactamente lo que me propongo hacer.
Algunos llaman a Corbyn la respuesta británica a Salvador Allende. Excepto que a las poderosas fuerzas reaccionarias que menciona les preocuparía más que Gran Bretaña virara a la izquierda que Chile. Ninguno de los principales países capitalistas ha tenido nunca a un socialista antimperialista en el poder. El sistema político y económico es perverso e inmoral. Está por verse si un sistema así permitirá algún día que un ser humano decente y con principios se eleve hasta la cúspide. ¿Le preocupa a Corbyn que las mismas fuerzas que derrocaron a Allende hagan lo mismo con él?
Bueno, entiendo que aquí gran parte de los medios son muy descorteses conmigo, dice. Extremadamente descorteses, añade con sonrisa sarcástica. Creo que lo que hemos mostrado a partir de las elecciones generales es que nuestra capacidad de comunicarnos con la gente ha sido esencial. Las redes sociales y las organizaciones sociales han creado en muchas personas en Gran Bretaña confianza en que podemos lograr el cambio político, podemos ser un gobierno de justicia social y tener una política exterior basada en los derechos humanos y la justicia. Estoy absolutamente decidido a lograrlo.
El Partido Laborista británico es nominalmente de izquierda; sin embargo, al menos desde que Tony Blair obtuvo el liderazgo, en 1994 –y se puede sostener que desde mucho antes– se ha aliado con las fuerzas reaccionarias del mundo, desde George W. Bush a Silvio Berlusconi y a la dictadura en Arabia Saudita. Por eso no expresó solidaridad con la ola rosada de finales de la década de los 90 y la de 2000, en la que gobiernos progresistas llegaron al poder en Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador, Paraguay y Brasil. En uno de los periodos más emocionantes de la historia para la política de izquierda, el Partido Laborista, bajo el dominio de Tony Blair y Gordon Brown, estuvo ausente por completo, sin ofrecer más que denuncias rituales de autoritarismo y populismo en los países liberados.
Me pregunto si eso cambiará ahora con Corbyn, si la izquierda latinoamericana puede esperar ahora la solidaridad de los laboristas. Tengo claro que necesitamos construir un movimiento internacional, que enfrente la injusticia social y la desigualdad, y que desafíe la agenda neoliberal. Necesitamos que los gobiernos que piensen del mismo modo trabajen juntos hacia la justicia económica, y absolutamente eso es lo que haremos.
Le interesa en particular el progreso que Bolivia ha tenido durante el gobierno de Evo Morales y los movimientos sociales que lo impulsaron al poder. Realicé una visita muy interesante a Bolivia hace unos años, cuando encabecé una delegación parlamentaria. Observamos el control del agua y de la industria minera, pero también el reconocimiento de la diversidad del país. Que una mujer sea la autora de la Constitución boliviana fue un hecho asombroso e histórico de muchas maneras. Tengo mucho respecto por lo que han logrado en Bolivia.
Antes de terminar, le pregunto si tiene un mensaje para los mexicanos ante la próxima toma de posesión de López Obrador, y me contesta en pertecto español: Saludos y buena suerte para el futuro, y paz y justicia para todo el pueblo de México.
Sonríe y luego, dando un golpecito en su libro de historia de México, añade en inglés: La verdad, ardo en deseos de estar en México.
Traducción: Jorge Anaya

Foto Matt Kennard
Matt Kennard
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada

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