Caminata Migrante
Tijuana, BC. Este lunes amanece en el centro deportivo de la zona norte tijuanense –región de narcomenudeo y picaderos,
para nadie es un secreto– con el ánimo pesado y bajo la sombra de una
apretada valla de policías federales y militares que estrecha cada vez
más el control en lo que se ha convertido un virtual campamento de
refugiados, aunque nadie, y menos el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (Acnur), quiera darle ese nombre.
Abrumados por las consecuencias que puedan acarrear los hechos del
domingo, cuando un grupo de desplazados del éxodo centroamericano
intentó entrar ilegalmente a territorio estadunidense, muchas familias
de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, que se esforzaron hasta lo
indecible por llegar aquí, empiezan a comprender que el sueño ha
terminado.
Hay un desánimo palpable. Las raciones de alimentos son cada vez más
esporádicas, más escasas. El olor delata desde lejos las condiciones de
insalubridad. Y la animadversión del entorno tijuanense antinmigrante
empieza a hacer mella en el corazón:
¿Por qué nos tratan como animalitos, como arrimados? Si lo único que queremos es trabajar, una vida mejor para nuestros hijos. Los hondureños no tenemos un país donde se pueda vivir, pero valemos lo mismo que cualquiera. Así resume el sentir de muchos Yolanda Ramírez, del departamento de Colón.
Hoy muchos tomarán la decisión de acogerse al retorno voluntario y
asistido. A lo largo del día dos autobuses, llenos de hondureños (100
aproximadamente) salieron rumbo a Tegucigalpa, para desandar el camino
que emprendieron hace siete semanas. Otros insistirán en que
Dios le toque el corazón a Donald Trump, pese a las evidencias.
Y otros, cada vez más, con una actitud más realista, finalmente
deciden aceptar la invitación que se les hizo desde el pasado 22 de
noviembre para presentarse al Servicio Nacional del Empleo.
Antes de que inicie oficialmente el trabajo en el local donde opera
de manera temporal este servicio, en las amplias instalaciones del
Proyecto Salesiano, también conocido como el albergue del padre Chava,
ya espera una treintena de centroamericanos.
Después de los hechos violentos del domingo, que dejaron
una sensación de encono en torno a la presencia de los migrantes, reconoce el director del Proyecto Nacional del Empleo, Luis Rodolfo Enríquez,
aquí podemos lograr que se desfogue un poquito la tensión.
Explica que este proyecto, iniciativa del estado y la Federación con
participación de la iniciativa privada, cuenta con la colaboración de
cerca de 60 empresas bajacalifornianas con una bolsa disponible de cerca
de 7 mil empleos. La semana pasada cerca de un centenar de integrantes
del éxodo ya se colocaron en distintos trabajos. El viernes fueron
entregadas las primeras seis visas humanitarias. Otros 40 acaban de
formalizar sus solicitudes de trabajo y 878 más tienen ofertas. Todos
ellos tendrán una visa humanitaria por un año, renovable por tiempo
indefinido, Clave Única de Registro de Población (CURP) y número de
seguro social. Dejarán de ser indocumentados.
Hasta este domingo, la opción de pedir a asilo en Estados Unidos con
la asistencia de una docena de bufetes y abogados solidarios del otro
lado de la frontera era la alternativa preferida de la mayoría. Pero los
hechos del domingo y las renovadas amenazas que abruman a esta multitud
que ha llegado al límite de la desesperación, los está orillando a
otras alternativas.
Yolanda Ramírez, quien no suelta de la mano en ningún momento a su
hija de 12 años, y su amiga Eusebia Domínguez, de Copán, que abraza de
igual manera a su pequeña de nueve, se encaminan juntas una vez más al
puerto de entrada a Estados Unidos en la garita de El Chaparral, donde
se anotaron en una lista de espera para solicitar asilo.
En algún momento un oficial del gobierno de Estados Unidos las
recibirá para una entrevista, para determinar si su petición aplica para
el derecho de asilo. Una tiene el turno mil 588. La otra el mil 604.
Cada día atienden sólo a 40 solicitantes.
Nosotras vamos a ser pacientes, dicen.
Desde temprano las noticias circulan a la par de los rumores más
descabellados: que los van a sacar a todos, que les están quitando a los
niños, que ya han
matadoa varios.
Lo que sí es cierto es que 98 de ellos fueron deportados sin mayor
trámite ni investigación previa por su presunta implicación en el
fallido intento de algunos de entrar por la fuerza a territorio de
Estados Unidos. Y también es verdad que en las próximas horas podría
anunciarse el traslado del albergue a otro sitio, una nave industrial en
la zona este, un lugar más amplio, con capacidad de albergar hasta 5
mil personas, quizá con mejores condiciones, pero mucho más confinado.
Por lo pronto esta noche dormirán en este albergue imposible, mantenido
por el ayuntamiento con los mínimos recursos, más de 7 mil personas,
pues están por llegar mil 500 que estaban en Mexicali.
Entre el ajetreo del día, los más ocupados son los que se desplazan
al Servicio del Empleo. Desfilan cerca de mil por el lugar. Ahí reciben
una charla sobre las opciones laborales y una explicación del trámite a
seguir. Les dicen que hay oportunidad de trabajar en el campo, ya que el
presidente de la asociación de agroindustrias del Valle de San Quintín
visitó el servicio en días pasados y se suscribió. También en los
servicios, el turismo, la maquila y la construcción. Esta es la opción
que más anima a los hombres que escuchan graves, concentrados. Pero
cuando oyen que además todo será rápido, que no tardará más de una
semana hasta que consigan sus empleos y sus visas humanitarias se miran
entre sí, incrédulos. Y sólo entonces asoma la esperanza.
Una vez que llenan su formulario solicitando algún trabajo, pasan con
el Instituto Nacional de Migración para regularizar su situación.
El subdelegado Manuel Marín explica que hasta el sábado 350
desplazados ya habían regularizado su situación migratoria y los
primeros seis recibieron sus papeles. Se espera que a partir de hoy y
durante el tiempo que dure el programa, en principio hasta el 15 de
diciembre, se emitirán entre 40 o 50 visas diarias, para que los
beneficiados puedan trabajar legalmente.
Finalmente está la opción del refugio. La Comisión Mexicana de Ayuda a
Refugiados atiende en el mismo sitio. El delegado es Loth Eliu Cortés,
quien asegura que a los migrantes se les da preferencia. Esto significa
que cada caso presentado se envía de inmediato para que se proceda a la
entrevista y el proceso de admisión. Hasta ahora se tramitan ya 136
solicitudes.
Blanche Petrich
Enviada
Periódico La Jornada
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