By Centro de Colaboraciones Solidarias
Cada
invierno, desde 1971, los máximos dignatarios políticos y empresariales
del mundo pasean por la estación de esquí de Davos. Este año, han sido
40 los jefes de Estado que han asistido al Foro Económico Mundial, de un
total de 2.500 participantes, en una edición que ha tenido como objeto
de debate el “Liderazgo responsable y receptivo”. Una proclama un tanto
imprecisa que, sin embargo, ha revestido con un aura distinta esta
‘montaña mágica’ -como la bautizó el escritor Thomas Mann- de los Alpes
suizos. Preocupaciones que nunca antes habían sido centrales en la
reunión de la élite capitalista pro globalización por excelencia han
eclipsado el debate en este recién estrenado 2017. Hablamos de conceptos
como el populismo, la desigualdad, la reformulación del capitalismo o
el desarrollo sostenible.
Laura Zamarriego Maestre/Centro de Colaboraciones Solidarias
Pero,
si en algo se convirtió esta cumbre nevada durante el reciente
encuentro, es en una suerte de representación -no simulada- de un nuevo
orden mundial que viene a desbaratar los equilibrios de poder
establecidos desde el siglo XX. El mundo ha dado más vueltas de las
acostumbradas en cuestión de meses: Reino Unido ha decidido irse de la
UE y Donald Trump se ha convertido en presidente de Estados Unidos.
Difícil digestión.
Este terreno movedizo e impredecible en que
reposa el siglo XXI viene acompañado de no pocas contradicciones: el
último gran defensor de un mundo sin barreras comerciales que aterrizó
(por primera vez en sus años de mandato) en Davos fue, paradójicamente,
el líder del gigante comunista, Xi Jinping, que ofreció una apasionada
defensa del libre comercio y la globalización. “Algunos culpan a la
globalización por el caos en nuestro mundo, pero nuestros problemas no
son causados por la globalización. […] No habrá ganadores en una guerra
comercial. Seguir el proteccionismo es como encerrarse uno mismo en un
salón oscuro: puede que evite el viento y la lluvia, pero también se
quedarán afuera la luz y el aire”, señaló el presidente chino.
Esto
sucede en paralelo a la toma de posesión de Trump -defensor de desechar
las actuales reglas del libre comercio- como presidente de Estados
Unidos -el hogar del capitalismo-. “El evento de Davos ha ofrecido un
anticipo de lo que podría ser esa nueva realidad política, en la que los
defensores de la globalización tengan que mirar a Pekín y no a
Washington, al menos mientras Trump siga en la Casa Blanca”, escribe el
editor de la BBC Kamal Ahmed. Irónico, cuando menos.
Un
desbarajuste al que se suma la salida de Reino Unido del mercado único.
”El camino por delante será en ocasiones incierto, pero a la vez nos
llevará a un futuro más prometedor”, manifestó en Davos la primera
ministra británica, Theresa May. ”Los británicos eligieron un camino
audaz y ambicioso para crear un Reino Unido verdaderamente global”,
explicó, descartando que el referéndum del Brexit sea un intento de
debilitar las relaciones con la UE. Y afirmó que su país asumirá un
nuevo papel de liderazgo como el defensor “más fuerte y enérgico” de los
negocios, los mercados libres y el libre comercio en el mundo.
Llama
la atención que uno de los principales focos de debate del club de
poderosos de Davos fuera la desigualdad. “La combinación de desigualdad
económica y polarización política amenaza con amplificar los riesgos
globales, erosionando la solidaridad social sobre la que descansa la
legitimidad de nuestros sistemas políticos y económicos”, advierte el
Foro Económico Mundial en su Informe de Riesgos Globales 2017. En
efecto, las amenazas de índole meramente económica han cedido el primer
plano en términos de probabilidad a los eventos climáticos extremos, las
migraciones involuntarias a gran escala, los ataques terroristas, los
eventos masivos de robo y fraude de datos.
Otros desafíos, como la
automatización del empleo, también ocuparon buena parte de las
conversaciones. El gran salto impulsado por la era digital está
transformando nuestra forma de vivir y de trabajar. Y, si no nos
preparamos para esta cuarta Revolución industrial, su impacto social
será mucho mayor que el de todas las anteriores. Según el informe del
Foro, en solo cinco años se perderán 5 millones de puestos de trabajo.
Los investigadores de Davos saben que las empresas son las primeras que
deben reinventarse si no quieren perder el tren del progreso.
La incertidumbre que se respiró en Davos no fue menor. ¿Algo se está removiendo en las élites mundiales?
Laura Zamarriego Maestre/Centro de Colaboraciones Solidarias
Contralínea 526 / del 12 al 18 de Febrero 2017
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