IPS
Primero desde Brasil y
después desde América Latina, se ha expandido por el mundo un modelo de
lucha contra el hambre y la malnutrición con alcance global y éxitos
dentro y fuera de la región, resalta una distinción para su gran
promotor, José Graziano da Silva, actual director general de la FAO.
Graziano es uno de los “Latinoamericanos Globales”
2016, aquellos que tienen una influencia a nivel mundial, en un listado
elaborado por la edición internacional de la revista AméricaEconomía,
donde también están el papa Francisco, el empresario Carlos Slim, el
escritor Mario Vargas Llosa, la promotora del microcrédito María Otero,
el restaurador Gastón Acuario, el periodista Jorge Ramos o el poeta
Rafael Cadenas.
“Se trata de alguien que ha sido de los más
constantes y perseverantes en el tema de la seguridad alimentaria, ha
desarrollado todo el tema de la vida rural y por eso lo hemos
destacado”, resumió a IPS el director de medios digitales de la
publicación, Lino Solís de Ovando.
AméricaEconomía,
cuya revista internacional se edita en Santiago y tiene ocho ediciones
nacionales o subregionales, además de una gran plataforma digital, busca
con esta “medición inédita” brindar “el listado de 25 hombres y mujeres
más influyentes”, explicó. No todos están necesariamente “en la primera
fila del teatro”, pero todos ellos son “los que realmente generan
cambios” globales desde su actividad, subrayó.
Graziano, director general de la FAO
(Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura) desde 2012, donde permanecerá hasta 2019 después de ser
reelegido para un segundo mandato en 2015, fue el impulsor en Brasil del
Programa Hambre Cero, que se ejecutó parcialmente pero trazó un nuevo modelo mundial.
“Los
reconocimientos a las personas son reconocimientos a las ideas y a las
causas a las que dedican su vida. En este caso, se trata de un
reconocimiento al desarrollo rural y la lucha contra el hambre en
América Latina y en todo el mundo”, dijo Graziano el jueves 9 sobre su inclusión en el listado de figuras latinoamericanas con influencia mundial.
Ministro
especial de Seguridad Alimentaria (2003-2006), durante los primeros
años de la presidencia del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva
(2003-2011) , “Graziano tuvo un rol decisivo al buscar estrategias de
combate al hambre que combinaban acciones estructurales con las
emergenciales”, evaluó a IPS el director ejecutivo de ActionAid International, Adriano Campolina.
“Sus
esfuerzos se tradujeron en crédito a la agricultura familiar, mejora en
la alimentación escolar y políticas de transferencia de renta, entre
otras iniciativas”, indicó desde la sede central de la organización
humanitaria en Johannesburgo, en Sudáfrica.
A juicio de
Campolina, en su estrategia “tuvo la sabiduría de identificar en la
sociedad las alternativas eficaces y emancipadoras del combate al
hambre”, traduciéndolas en políticas públicas y “reconociendo que muchas
soluciones estaban en las experiencias exitosas que movimientos
sociales y organizaciones no gubernamentales venían desarrollando”.
A
Graziano correspondió poner en marcha “el más importante programa del
gobierno de Lula, el Hambre Cero, que tuvo plena aceptación de todos los
segmentos de la sociedad brasileña, incluso de quienes se oponían al
Partido de los Trabajadores (PT) de Lula”, recordó Frei Betto, quien
ayudó a diseñar e impulsar el programa, como asesor especial de la
Presidencia.
“El Hambre Cero comprendía más de 60 programas
complementarios, incluyendo reforma agraria, sindicalización,
agricultura familiar, captación de recursos hídricos y otros”, con un
carácter “emancipador”, recordó a IPS el conocido escritor católico,
también asesor de movimientos sociales.
La administración le
tocaría a “la sociedad civil organizada en Comités Gestores, que fueron
implantados en más de 2.500 municipios, mitad del total en Brasil,
durante la gestión de Graziano”, detalló Betto.
Pero en 2004 el
gobierno decidió concentrar los esfuerzos en la transferencia de renta,
la Beca Familia, “de carácter compensatorio”. Ello llevó a Betto a su
renuncia, mientras Graziano permaneció como asesor del presidente, hasta
su designación en 2006 como representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
“La
sustitución del Hambre Cero por el programa Beca Familia”, de subsidios
directos, se debió a presiones de alcaldías que deseaban controlar el
catastro de beneficiarios con fines electoralistas, evaluó Betto.
“Graziano,
felizmente, fue reconocido internacionalmente, elegido y reelegido para
dirigir la FAO, llevando a otros países la propuesta y la experiencia
del Hambre Cero”, concluyó.
“En la FAO, Graziano tuvo el coraje
político de reconocer el papel primordial de la agricultura familiar y
campesina, de las mujeres agricultoras, del agroecología y la
agricultura sustentable en la erradicación del hambre”, destacó
Campolina.
Valorizar esas corrientes, en lugar de priorizar la
agricultura de latifundios y transnacionales que abusan de agrotóxicos,
constituye “el cambio de paradigma que permite combatir las causas
estructurales del hambre”, sostuvo.
“El liderazgo de Graziano
fortaleció la lucha por el acceso a la tierra y al territorio, a la
sustentabilidad, y al fortalecimiento de los agricultores y agricultoras
familiares, que producen 80 por ciento de los alimentos en el mundo”,
sentenció el director directivo de ActionAid International.
Francisco
Menezes, economista y expresidente del brasileño Consejo Nacional de
Seguridad Alimentaria y Nutricional (2003-2207), destacó que un legado
de Graziano es haber conseguido que en Brasil, en América Latina y en el
mundo, se haya pasado “a dar prioridad a la seguridad alimentaria como
objetivo”.
El propio Graziano se mostró esperanzado en la V
Cumbre de la Comunidad de Estados Caribeños y Latinoamericanos (Celac),
celebrada en enero, sobre que “América Latina y el Caribe podría ser la
primera región en desarrollo en erradicar completamente el hambre”.
Para
ello, es necesario, dijo que sus gobiernos refuercen la implementación
del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre,
elaborado por la Celac con apoyo de la FAO y que tiene por meta acabar
con el problema en la región para 2025.
Solís de Ovando resaltó
también como algo positivo durante la gestión de Graziano en la FAO, el
haber puesto el foco en el tema de la obesidad y el sobrepeso, que ya afecta a 360 millones de personas en la región, según un estudio del organismo, lanzado en enero.
En
su ránking “Latinoamericanos Globales” 2016, AméricaEconomía también
destacó la labor del director general de la FAO en la promoción de la cooperación Sur-Sur,
con el intercambio de soluciones y experiencias entre los países de las
diferentes regiones del Sur Global, en procura de la seguridad
alimentaria y el desarrollo sostenible.
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