David Brooks
El presidente Donald Trump no aguanta la burla. Los mejores comediantes
de Estados Unidos han comprobado, una vez más, que el humor puede ser
una de las mejores armas contra una figura autoritaria, y a la vez, la
educación política más efectiva en estos últimos tiempos. Una de las
representaciones más exitosas ha sido la del actor Alec Baldwin (en la
imagen), al grado de que un periódico dominicano tuvo que ofrecer
disculpas por haber publicado la fotografía del actor como si se tratara
del jefe de la Casa BlancaFoto Ap
La barbarie y
obscenidad del nuevo gobierno estadunidense han generado resistencia
extraordinaria manifiesta en las calles, en expresiones culturales y
hasta en los tribunales, pero tal vez la más efectiva por ahora es la
risa colectiva provocada por los grandes bufones.
Casi todos los días es común encontrar en los principales medios de
noticias una reseña de un programa o de un comediante que confrontó a
Trump y su gobierno; son noticia política, no de espectáculos. Los sketches y comentarios satíricos se vuelven virales. Y vitales.
De hecho, las conversaciones en los encuentros entre la gente suelen empezar con que si vieron lo último que hizo Saturday Night Live, o
uno de los monólogos de los conductores cómicos de los programas
nocturnos de charla y variedades, sobre todo los herederos de la
tradición que se inició con Jon Stewart y su Daily Show: su sucesor Noah Trevor (https://www.youtube.com/channel/ UCwWhs_6x42TyRM4Wstoq8HA), como Stephen Colbert, ahora conductor de The Late Show en CBS (https://www.youtube.com/channel/ UCMtFAi84ehTSYSE9XoHefig), el cada vez más poderoso John Oliver con su programa semanal Last Week Tonight, en HBO (http://iamjohnoliver.com), y Samantha Ben con su programa Full Frontal (www.tbs.com/shows/full-frontal-with-samantha-bee.html), entre otros.
El poder de estos comediantes no sólo se ha intensificado con Trump y
su gente, sino que el sujeto de la burla los ve y reacciona (durante la
campaña solicitó que Saturday Night Live fuera cancelado por un sketch).
Que un presidente repetidamente se queje, y hasta amenace, a un
comediante o un programa no sólo da mayor satisfacción a estos artistas
del humor, sino que multiplican su público. No hay nada que más desee un
humorista ahora que un tuit insultante del ocupante de la Casa Blanca.
Trump no aguanta la burla. Los mejores comediantes han comprobado,
una vez más, que el humor puede ser una de las mejores armas contra una
figura autoritaria, y a la vez, la educación política más efectiva en
estos últimos tiempos. Vale recordar que hace unos años el Daily Show de Jon Stewart –un noticiero ficticio cuyos
corresponsalesempleaban la sátira política y social más filosa y contemporánea– se convirtió en la principal fuente de información política para los jóvenes en Estados Unidos, y Stewart fue nombrado el
periodistamás confiable del país. Stewart, quien se retiró en 2015 después de 16 años de vida de su programa, señaló que esa distinción era un comentario más bien sobre el estado de salud de los medios noticiosos en este país.
Saturday Night Live (SNL) arrancó en los 70 y se volvió
institución cultural de la televisión en este país, pero durante sus
últimos años perdió su frescura y la vanguardia. Pero la campaña
presidencial y ahora presidencia de Trump han resucitado el añejo
programa de sketches y lo han vuelto de nuevo punto de referencia.
El actor Alec Baldwin ha logrado imponer su papel como Trump de tal
manera, que el presidente nunca más se podrá liberar de la impresión de
él por Baldwin (https://www.youtube.com/watch?v=pZOF9q5fzfs).
Tan así es que este fin de semana un periódico dominicano tuvo
que disculparse públicamente por publicar una imagen de Baldwin en el
papel de Trump en lugar del propio presidente en una nota sobre el
ocupante de la Casa Blanca. Baldwin de nuevo hizo el papel en el más
reciente programa, donde aparece como participante en uno de esos
programas de tribunales de televisión (https://www.youtube.com/watch?v=dLYfwprjtog). La juez le pregunta “Sr. Trump, usted entiende que esto es un tribunal de televisión, ¿verdad?” y Trump responde:
sí, está bien, yo soy un presidente de televisión.
Pero tal vez la peor devastación de un integrante de la Casa Blanca
fue a manos de la gran actriz cómica de cine Melissa McCarthy, quien
apareció por sorpresa la semana pasada en el papel de Sean Spicer, el
vocero de la Casa Blanca. Analistas y observadores políticos de ambos
partidos coincidieron que de aquí en adelante nadie podrá ver a Spicer
sin pensar en McCarthy. Algunas fuentes citadas por medios revelaron que
no sólo se molestaron Trump y Spicer, sino que el presidente estaba
particularmente enojado de que una mujer hubiera hecho el papel.
(https://www.youtube.com/watch?v=UWuc18xISwI). Más aún, fue tan potente, que Trump esta vez guardó silencio.
Este pasado fin de semana, McCarthy hizo la apertura de SNL de nuevo como Spicer, y algunos la consideraron aún mejor que la primera (https://www.youtube.com/watch?v=fbhz3XcNzGU).
Y fueron mas allá, ahora burlándose del recién ratificado procurador
general Jeff Sessions, criticado por su historial racista y
antimigrante. Aparece momentáneamente con
Spiceren el briefing diario de la Casa Blanca, donde explica:
todos sabemos que hay dos tipos de crimen: los normales y los de los negros, antes de ser sacado por Spicer.
John Oliver, el comediante inglés, quien también se ha vuelto punto
de referencia en las noticias, regresó al escenario el domingo después
de un receso de un par de meses (cerró su último programa del año pasado
rogándole a su público “no permitir que todo esto –la presidencia de
Trump– se vuelva algo normal: no lo es” y entre sus recomendaciones
estaba suscribirse a un periódico). La publicidad de su primer programa
incluye una imagen de él escondido detrás de su escritorio y el mensaje:
tiempos de susto requieren de un hombre asustado(aquí con Colbert platicando de esto: https://www.youtube.com/watch?v=sJR9QjezRGg).
Para verdaderamente entender, y sobrevivir, esta coyuntura aquí, uno tiene q
ue consultar con todos estos grandes expertos. La risa es un antídoto al gran engaño que está en la cúpula.
Y tal vez más:
Los bufones frecuentemente resultan ser profetas. Shakespeare.
Caballeros, aquí Chicolini puede que hable como un idiota y puede que parezca un idiota, pero no dejen que eso los engañe. Realmente es un idiota. Groucho Marx.
Mi manera de bromear es decir la verdad. Es la broma más chistosa del mundo. George Bernard Shaw.
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