Después
de mes y medio de campaña electoral y con estudios de la opinión
pública mostrando que tres cuartas partes de los votantes “quieren un
cambio de gobierno”, a menos de dos semanas de los comicios del 19 de
octubre para elegir un nuevo Parlamento federal en Ottawa, del cual
saldrá el nuevo gobierno, los sondeos indican que el Partido Conservador
de Canadá (PCC) del primer ministro (saliente) Stephen Harper podría
convertirse en la primera minoría en el Parlamento.
De ser
así Harper tendrá la oportunidad de formar el próximo gobierno… a menos
que los dos partidos de la oposición –el Partido Liberal de Canadá
(PCC) de Justin Trudeau y el socialdemócrata Nuevo Partido Demócrata
(NPD de Thomas Mulcair- decidan formar una coalición (lo que es poco
probable), o anunciar un acuerdo para los “votos de confianza”
implícitos en los proyectos legislativos más importantes, como el del
presupuesto del gobierno federal.
Los actuales sondeos (1)
indican que el PCC cuenta con el 30.5% de la intención del voto, el PLC
con el 34.6% y el NPD con el 25.1%, y que en el último mes los
Conservadores y Liberales recuperaron terreno a costa de las pérdidas
(entre el 6.0 y el 7.0 por ciento) del NPD.
Por el momento
todo parece indicar que la etapa final de esta larga campaña electoral
será una lucha a dos -entre el Conservador Harper y el Liberal Trudeau-,
pero sin una polarización que margine totalmente al NPD de Mulcair.
En
un artículo anterior (2) aludíamos a los “pero…” que marcaban esta
importante elección, porque en el fondo está llamada a poner fin (o a
dar continuación) a una década de neoliberalismo que en el plano social y
económico interno ya desmanteló prácticamente todo lo que caracterizaba
el más avanzado modelo de Estado del bienestar del Continente, y que en
la política exterior abandonó la búsqueda de solución de los conflictos
por la vía política para sumarse a las políticas militaristas de
Estados Unidos y la OTAN con los bombardeos en Libia, en Irak y Siria,
con las terribles consecuencias que ahora estamos viendo, como señala en
una carta pública el ex primer ministro Liberal Jean Chrétien (3), que
gobernó de 1993 al 2003.
El peligroso virus de Tony Blair infectó a Mulcair
Si
Harper se recupera en los distritos donde puede ganar diputados,
particularmente en las provincias de Ontario y Quebec, no es tanto
porque los canadienses hayan perdido interés en un “cambio de gobierno” y
en elegir a un “gobierno activista” (4) en materia económica y social,
sino porque Mulcair, el dirigente del NPD, atrapó el peligroso “virus
neoliberal” de Tony Blair, que tan fácilmente contagia a los
socialdemócratas.
Es así que buscando atraer el voto que
podía potencialmente dirigirse al PCC en ciertos distritos electorales
en la provincia de Ontario, el líder del NPD prometió nada menos que
seguir la política de “déficit cero” de Harper, o sea las políticas de
austeridad, de recortes y desmantelamiento del gasto estatal. Para
colmo, tratando de ganar votos en la “petrolera” y conservadora
provincia de Alberta, Mulcair no se definió claramente en cuanto a una
política energética que limite la explotación de las arenas bituminosas
para frenar el cambio climático.
Y en política
internacional –buscando el voto judío en Toronto y Montreal-, indicó que
mantendría el apoyo al gobierno sionista de Israel, por ejemplo.
Los liberales retoman la iniciativa
Simultáneamente,
y viendo que se abría la oportunidad de proponerse como un “cambio”
frente a las políticas de Harper, los Liberales de Justin Trudeau se
definieron de manera clara al anunciar que un déficit presupuestario era
necesario para reactivar a la economía y mantener los programas
sociales, e inmediatamente recogieron –particularmente en Ontario y
Quebec- una parte del apoyo que el NPD pensaba que tenía asegurado.
Lo
mismo en política internacional, donde el PLC ganó apoyos que parecían
destinados al NPD con el llamado del ex primer ministro Chrétien (5)
para volver a la política exterior basada en los principios la búsqueda
de paz a través del diálogo y el respeto de los intereses de los
países. Tan simple como eso.
Que el “virus” de Tony Blair
estaba presente en el NPD fue presentido antes de la campaña electoral
por un importante grupo de personalidades canadienses, quienes lanzaron
el “Leap Manifesto” (6), un documento claramente anti-neoliberal apoyado
por numerosas personalidades, pueblos indígenas, sindicatos y diversas
organizaciones, y que recogió ya más de 26 mil firmas.
Este
Manifiesto –originado en un grupo que representa a la fracción de
izquierda dentro del NPD-, buscaba llevar a que el NPD incorporase en su
campaña, de manera clara, tanto la lucha contra el cambio climático
como la defensa de los pueblos originarios, de la sociedad en general,
el abandono de la política de austeridad, de “déficit cero” en las
cuentas públicas, entre otros temas.
O sea que el deseo de
“cambiar de gobierno” (7) para poner fin a la década ultra-neoliberal
de Harper no ha desaparecido o menguado en la población, pero lo que sí
cambió es el “vector” electoral, del NPD al PLC.
Los vicios del sistema electoral canadiense
El
sistema electoral canadiense, definido como “uninominal mayoritario a
una vuelta”, fue creado específicamente para perpetuar el sistema
bipartidista parlamentario “Conservadores-Liberales” de tipo británico, y
es profundamente antidemocrático porque gana el candidato del distrito
electoral que recibe más votos, sin corrección alguna sobre el mínimo
necesario o para asegurar una representación proporcional del voto
opositor, que aunque dividido suele ser mayoritario.
Es
por eso que los sondeos a escala provincial o nacional pueden indicar
una tendencia que parece dar el triunfo a una fuerza, cuando en realidad
lo que cuenta es la situación particular en cada uno de los 338
distritos que van a elegir los diputados que irán al Parlamento de
Ottawa.
El carácter antidemocrático es palpable en
distritos electorales en el cual compiten cuatro partidos: el PCC, el
NPD, el PLC y el Partido Verde, lo que es la situación en todo Canadá,
salvo en Quebec donde hay uno más, el soberanista Partido Quebequense.
En estas situaciones, por la división del voto, el que cuenta con mejor
organización local y mayor financiamiento para el trabajo
“puerta-a-puerta”, que ha desarrollado el “clientelismo” típico de la
política tradicional, puede ganar con apenas un tercio de los votos, lo
que de hecho anula la expresión política de la mayoría de los
ciudadanos.
Esto se agrava si añadimos la “reforma”
electoral que Harper efectuó recientemente y que fue hecha para mantener
o ampliar el “clientelismo” que asegura el control del PCC en muchos
distritos, a lo que hay que agregar el principio básico del sistema
electoral que en realidad “ata” el voto al distrito de residencia.
En
esto último vale señalar que los Conservadores de Harper se opusieron a
una reciente iniciativa apoyada ampliamente por muchos canadienses
residentes en el exterior del país –cerca de dos millones, de los cuales
la mitad en EEUU según cálculos no oficiales-, para que los canadienses
que residen en el extranjero puedan votar.
El “sprint” final
A
pesar de todo esto, o quizás por todo esto, no se puede excluir una
eventual polarización del voto en los últimos días de la campaña
electoral, sobre todo si el NPD no logra retomar la iniciativa y sigue
perdiendo fuerzas que terminan alimentando a los Liberales de Justin
Trudeau, que ya comienzan a perfilarse como la única fuerza capaz de
lograr un “cambio de gobierno”.
Pero esto no será fácil
porque el terreno donde se puede y debe decidir esa polarización son
apenas unas decenas de distritos electorales en las dos principales
provincias: Ontario y Quebec. En Ontario es muy claro que los Liberales
han progresado a expensas del NPD y, probablemente, del voto Conservador
más apegado a la política tradicional que al ultra-neoliberalismo de
Harper.
Pero este avance puede ser contraproducente (por
el sistema uninominal), ya que en muchos distritos donde los Liberales
no ganarán, la transferencia de voto del NPD al PLC arruinará las
posibilidades de que el NPD disponga de los votos necesarios para
derrotar al candidato Conservador.
En Quebec los Liberales
no son vistos como opción por los soberanistas, que recuerdan tanto las
“leyes de guerra de la Crisis de octubre de 1970” que aplicó el ex
primer ministro Pierre E. Trudeau, el padre de Justin, como el
federalismo centralizador de los Liberales. En las últimas elecciones
federales los quebequenses se inclinaron hacia el menos centralizador
NPD, pero aun así es claro que ante la falta de voluntad de cambios de
Mulcair, los Liberales de Justin Trudeau tienen ahora posibilidades de
retomar algunos distritos más en esa provincia.
Más aún,
en algunos distritos que el NPD había ganado en Quebec, un ligero
aumento del voto del PLC puede abrirle la puerta a triunfos del PCC.
Por
todo esto es difícil prever el resultado de la elección del 19 de
octubre, aunque en términos generales es probable que Harper no logrará
los 170 diputados que se necesitan para formar un gobierno mayoritario.
Pero los sondeos actuales indican que es posible que Harper termine
liderando la primera minoría en el Parlamento de Ottawa.
El TPP en la línea de llegada
Si
esto es así, el PLC y el NPD se encontrarán frente al dilema político
de dejar que Harper forme un gobierno minoritario, y por lo tanto de
tener que apoyarlo o de hacerlo caer en un plazo relativamente breve,
por ejemplo cuando Harper trate de hacer aprobar y ratificar el Acuerdo
Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP en su sigla en
inglés), que según fuentes oficiales acaba de ser concluido.
En
plena campaña electoral Harper afirmó que el TPP “será el nuevo ‘patrón
oro’ de los acuerdos globales de comercio”, y que “nuestro lugar en la
mesa (del TPP) significa que cuando hagamos negocios con el resto del
mundo en los años venideros, (esos acuerdos) serán hechos en nuestros
propios términos”.
Mulcair, que en principio rechaza el
TPP, declaró que si el NPD gana las elecciones no se “sentirá ligado a
ese pacto”, agregando que Harper no tiene el mandato para firmar durante
la campaña electoral un acuerdo logrado a “puertas cerradas”.
Trudeau,
por su parte, denunció el secreto que se mantiene en torno a lo
negociado y dijo que quiere ver “los detalles del acuerdo antes de
juzgarlo”, y escuchar lo que tienen que decir “los trabajadores y los
industriales”, prometiendo que “un gobierno Liberal no ratificará ese
acuerdo antes de que haya sido ampliamente debatido en el Parlamento”.
Es
posible que el anuncio de que se ha firmado el TPP creará las presiones
políticas y sociales necesarias para que el NPD y el PLC avancen en la
discusión de una de dos opciones: 1) formar una coalición con un
programa de gobierno, compartiendo puestos en un gabinete dirigido por
Justin Trudeau –si éste tiene más diputados que Mulcair, o a la
inversa-, o –en segunda opción- anunciar al final de los comicios o poco
antes la intención oficial de comunicar al Jefe de Estado, el
Gobernador general que representa a la Corona británica, que el PLC (o
el NPD si gana más diputados que el PLC) formará un gobierno minoritario
que contará con el apoyo de la tercera minoría en el Parlamento.
La
primera opción nunca se dio, pero la segunda sí. Fue el apoyo de los
socialdemócratas a los gobiernos minoritarios de los Liberales dirigidos
por Lester B. Pearson (1963 a 1968) que permitió la adopción de
importantes programas sociales (acceso universal y gratuito en materia
de salud y el sistema de pensión universal de Canadá) de la era del
Estado del bienestar.
El problema, sin embargo, es que la
fuerza más débil en este tipo de arreglo (potencialmente el NPD) se
beneficiará muy poco políticamente porque deberá cargar con el apoyo a
políticas que probablemente serán opuestas o discordantes con su
programa, mientras que los logros pasarán muy fácilmente a la cuenta del
partido del primer ministro (Liberal), como sucedió en el pasado.
Empero,
frente al deseo de cambio, de poner fin a las políticas neoliberales
que han destruido los programas e instituciones del Estado del
bienestar, de que “los gobiernos activistas vuelven a estar de moda”
(3), difícilmente el PLC y el NPD podrán ignorar, so pena de perder la
credibilidad política, la posibilidad de gobernar conjuntamente, sea de
manera formal o “a la pieza”.
En realidad los canadienses,
al menos dos tercios según un sondeo (4), comparten la “insatisfacción”
con el “establishment” (elites) neoliberal, quieren poner fin a las
políticas de austeridad porque temen sus consecuencias sociales.
Esto
también se manifiesta en las “primarias” en EEUU -con el amplio apoyo
al socialista Bernie Sanders en el Partido Demócrata, y con la
persistencia del apoyo al demagogo populista Donald Trump en el Partido
Republicano-, así como en el reciente triunfo de Jeremy Corbyn en la
elección para elegir al nuevo líder del Partido Laborista en Inglaterra.
Pero
no debemos olvidar que esta creciente “insatisfacción”, que puede
llegar a ser (pero que aún no es) una definida lucha de clase, está
enmarcada en el sistema político vigente, el cual está subordinado a
instituciones neoliberales fuera del alcance de los parlamentos o
congresos, de la soberanía popular que puede ejercer la soberanía
nacional.
Esto implica que en ese teatro institucional que
son las elecciones en los países donde reina el neoliberalismo, se
puede elegir a un candidato que es “anti-elite” en su discurso,
intuyendo o sabiendo de que el “chaleco de fuerza” que le impone el
sistema le impedirá actuar en tanto que tal en sus políticas concretas.
El
sistema neoliberal está atascado, es incapaz de mutar y ya es posible
avizorar que la constante frustración de los crecientes deseos de cambio
de los ciudadanos terminará elevando la presión de la caldera social,
con las previsibles consecuencias, como se vio en las precedentes eras
del liberalismo a ultranza, como por ejemplo en los años 30 del siglo
pasado.
- Alberto Rabilotta es periodista argentino-canadiense.
Notas
1,- Sondeo de Nanos, el 2 de octubre: http://www.nanosresearch.com/library/polls/20151002%20Ballot%20TrackingE.pdf; recopilación de sondeos y cálculo sobre posibilidades de obtener diputados: http://www.cbc.ca/news2/interactives/poll-tracker/2015/index.html#seats
2.- Canadá: Una elección nacional crucial, pero… http://www.alainet.org/es/articulo/172166
3.-
En el 2011, recuerda Jean Chrétien, el gobierno de Harper “envió
nuestros cazas-bombarderos a combatir en Libia y estamos implicados
militarmente en Irak y en Siria. Después de la campaña de Libia, de la
cual ahora sabemos sus consecuencias desastrosas, el gobierno de Harper
hizo sobrevolar el Parlamento por nuestros cazas-bombarderos; un ritual
característico de naciones conquistadoras y guerreras”. Fuente; http://www.ledevoir.com/politique/canada/449908/il-etait-une-fois-le-canada-facteur-de-paix-et-de-stabilite-internationale
4.- Activist government is back in vogue, Thomas Walkom, Toronto Star 18-09-2015
5.-
Párrafos de la citada carta de Jean Chrétien, primer ministro de Canadá
de 1993 al 2003: “¿Pero qué ha devenido el Canadá, nación avanzada y
progresista, factor de paz y estabilidad en el mundo? Es una pregunta
que me hacen regularmente en el curso de mis viajes a los cuatro puntos
cardinales del plantea y que me provoca una gran tristeza. En efecto,
estoy triste de ver que en menos de una década el gobierno de Harper ha
empañado cerca de 60 años de reputación de constructores de paz y de
portadores de progreso. Durante todos esos años, los jefes de gobierno
que se sucedieron en el gobierno del país, fueran Liberales o
Progresistas-Conservadores, buscaron comprender e influenciar a sus
pares en la escena internacional, incluyendo a aquellos con los cuales
estaban en desacuerdo () Los y las canadienses deberán pronto escoger su
próximo gobierno, y deseo con todas mis energías que escojan un
gobierno que se inscribe históricamente en la gran tradición de los
constructores de paz a quienes Lester B. Pearson abrió la vía (en 1957, por haber propuesto en la ONU la formación de una “fuerza de paz” para poner fin al conflicto del Canal de Suez), y que sus sucesores siguieron hasta la llegada de la administración de Harper”.
6.- Leap Manifesto (en inglés, francés y español: https://leapmanifesto.org/en/leap-news/
7.- Sondeo de Abacus Data, del 14 de septiembre 2015-09-18 http://abacusdata.ca/desire-for-change-intensifies-2015election-canada/#sthash.CmXLhIYN.dpuf
http://www.alainet.org/es/articulo/172840
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