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jueves, 8 de octubre de 2015

Elecciones en Canadá: ¿Quieren los canadienses un cambio de gobierno?

bandera canada
Después de mes y medio de campaña electoral y con estudios de la opinión pública mostrando que tres cuartas partes de los votantes “quieren un cambio de gobierno”, a menos de dos semanas de los comicios del 19 de octubre para elegir un nuevo Parlamento federal en Ottawa, del cual saldrá el nuevo gobierno, los sondeos indican que el Partido Conservador de Canadá (PCC) del primer ministro (saliente) Stephen Harper podría convertirse en la primera minoría en el Parlamento.

De ser así Harper tendrá la oportunidad de formar el próximo gobierno… a menos que los dos partidos de la oposición –el Partido Liberal de Canadá (PCC) de Justin Trudeau y el socialdemócrata Nuevo Partido Demócrata (NPD de Thomas Mulcair- decidan formar una coalición (lo que es poco probable), o anunciar un acuerdo para los “votos de confianza” implícitos en los proyectos legislativos más importantes, como el del presupuesto del gobierno federal.

Los actuales sondeos (1) indican que el PCC cuenta con el 30.5% de la intención del voto, el PLC con el 34.6% y el NPD con el 25.1%, y que en el último mes los Conservadores y Liberales recuperaron terreno a costa de las pérdidas (entre el 6.0 y el 7.0 por ciento) del NPD.

Por el momento todo parece indicar que la etapa final de esta larga campaña electoral será una lucha a dos -entre el Conservador Harper y el Liberal Trudeau-, pero sin una polarización que margine totalmente al NPD de Mulcair.

En un artículo anterior (2) aludíamos a los “pero…” que marcaban esta importante elección, porque en el fondo está llamada a poner fin (o a dar continuación) a una década de neoliberalismo que en el plano social y económico interno ya desmanteló prácticamente todo lo que caracterizaba el más avanzado modelo de Estado del bienestar del Continente, y que en la política exterior abandonó la búsqueda de solución de los conflictos por la vía política para sumarse a las políticas militaristas de Estados Unidos y la OTAN con los bombardeos en Libia, en Irak y Siria, con las terribles consecuencias que ahora estamos viendo, como señala en una carta pública el ex primer ministro Liberal Jean Chrétien (3), que gobernó de 1993 al 2003.

El peligroso virus de Tony Blair infectó a Mulcair

Si Harper se recupera en los distritos donde puede ganar diputados, particularmente en las provincias de Ontario y Quebec, no es tanto porque los canadienses hayan perdido interés en un “cambio de gobierno” y en elegir a un “gobierno activista” (4) en materia económica y social, sino porque Mulcair, el dirigente del NPD, atrapó el peligroso “virus neoliberal” de Tony Blair, que tan fácilmente contagia a los socialdemócratas.

Es así que buscando atraer el voto que podía potencialmente dirigirse al PCC en ciertos distritos electorales en la provincia de Ontario, el líder del NPD prometió nada menos que seguir la política de “déficit cero” de Harper, o sea las políticas de austeridad, de recortes y desmantelamiento del gasto estatal. Para colmo, tratando de ganar votos en la “petrolera” y conservadora provincia de Alberta, Mulcair no se definió claramente en cuanto a una política energética que limite la explotación de las arenas bituminosas para frenar el cambio climático.

Y en política internacional –buscando el voto judío en Toronto y Montreal-, indicó que mantendría el apoyo al gobierno sionista de Israel, por ejemplo.

Los liberales retoman la iniciativa

Simultáneamente, y viendo que se abría la oportunidad de proponerse como un “cambio” frente a las políticas de Harper, los Liberales de Justin Trudeau se definieron de manera clara al anunciar que un déficit presupuestario era necesario para reactivar a la economía y mantener los programas sociales, e inmediatamente recogieron –particularmente en Ontario y Quebec- una parte del apoyo que el NPD pensaba que tenía asegurado.

Lo mismo en política internacional, donde el PLC ganó apoyos que parecían destinados al NPD con el llamado del ex primer ministro Chrétien (5) para volver a la política exterior basada en los principios la búsqueda de paz  a través del diálogo y el respeto de los intereses de los países. Tan simple como eso.

Que el “virus” de Tony Blair estaba presente en el NPD fue presentido antes de la campaña electoral por un importante grupo de personalidades canadienses, quienes lanzaron el “Leap Manifesto” (6), un documento claramente anti-neoliberal apoyado por numerosas personalidades, pueblos indígenas, sindicatos y diversas organizaciones, y que recogió ya más de 26 mil firmas.

Este Manifiesto –originado en un grupo que representa a la fracción de izquierda dentro del NPD-, buscaba llevar a que el NPD incorporase en su campaña, de manera clara, tanto la lucha contra el cambio climático como la defensa de los pueblos originarios, de la sociedad en general, el abandono de la política de austeridad, de “déficit cero” en las cuentas públicas, entre otros temas.

O sea que el deseo de “cambiar de gobierno” (7) para poner fin a la década ultra-neoliberal de Harper no ha desaparecido o menguado en la población, pero lo que sí cambió es el “vector” electoral, del NPD al PLC.

Los vicios del sistema electoral canadiense 

El sistema electoral canadiense, definido como “uninominal mayoritario a una vuelta”, fue creado específicamente para perpetuar el sistema bipartidista parlamentario “Conservadores-Liberales” de tipo británico, y es profundamente antidemocrático porque gana el candidato del distrito electoral que recibe más votos, sin corrección alguna sobre el mínimo necesario o para asegurar una representación proporcional del voto opositor, que aunque dividido suele ser mayoritario.

Es por eso que los sondeos a escala provincial o nacional pueden indicar una tendencia que parece dar el triunfo a una fuerza, cuando en realidad lo que cuenta es la situación particular en cada uno de los 338 distritos que van a elegir los diputados que irán al Parlamento de Ottawa.

El carácter antidemocrático es palpable en distritos electorales en el cual compiten cuatro partidos: el PCC, el NPD, el PLC y el Partido Verde, lo que es la situación en todo Canadá, salvo en Quebec donde hay uno más, el soberanista Partido Quebequense. En estas situaciones, por la división del voto, el que cuenta con mejor organización local y mayor financiamiento para el trabajo “puerta-a-puerta”, que ha desarrollado el “clientelismo” típico de la política tradicional, puede ganar con apenas un tercio de los votos, lo que de hecho anula la expresión política de la mayoría de los ciudadanos.

Esto se agrava si añadimos la “reforma” electoral que Harper efectuó recientemente y que fue hecha para mantener o ampliar el “clientelismo” que asegura el control del PCC en muchos distritos, a lo que hay que agregar el principio básico del sistema electoral que en realidad “ata” el voto al distrito de residencia.

En esto último vale señalar que los Conservadores de Harper se opusieron a una reciente iniciativa apoyada ampliamente por muchos canadienses residentes en el exterior del país –cerca de dos millones, de los cuales la mitad en EEUU según cálculos no oficiales-, para que los canadienses que residen en el extranjero puedan votar.

El “sprint” final

A pesar de todo esto, o quizás por todo esto, no se puede excluir una eventual polarización del voto en los últimos días de la campaña electoral, sobre todo si el NPD no logra retomar la iniciativa y sigue perdiendo fuerzas que terminan alimentando a los Liberales de Justin Trudeau, que ya comienzan a perfilarse como la única fuerza capaz de lograr un “cambio de gobierno”.

Pero esto no será fácil porque el terreno donde se puede y debe decidir esa polarización son apenas unas decenas de distritos electorales en las dos principales provincias: Ontario y Quebec. En Ontario es muy claro que los Liberales han progresado a expensas del NPD y, probablemente, del voto Conservador más apegado a la política tradicional que al ultra-neoliberalismo de Harper.

Pero este avance puede ser contraproducente (por el sistema uninominal), ya que en muchos distritos donde los Liberales no ganarán, la transferencia de voto del NPD al PLC arruinará las posibilidades de que el NPD disponga de los votos necesarios para derrotar al candidato Conservador.

En Quebec los Liberales no son vistos como opción por los soberanistas, que recuerdan tanto las “leyes de guerra de la Crisis de octubre de 1970” que aplicó el ex primer ministro Pierre E. Trudeau, el padre de Justin, como el federalismo centralizador de los Liberales. En las últimas elecciones federales los quebequenses se inclinaron hacia el menos centralizador NPD, pero aun así es claro que ante la falta de voluntad de cambios de Mulcair, los Liberales de Justin Trudeau tienen ahora posibilidades de retomar algunos distritos más en esa provincia.

Más aún, en algunos distritos que el NPD había ganado en Quebec, un ligero aumento del voto del PLC puede abrirle la puerta a triunfos del PCC.

Por todo esto es difícil prever el resultado de la elección del 19 de octubre, aunque en términos generales es probable que Harper no logrará los 170 diputados que se necesitan para formar un gobierno mayoritario. Pero los sondeos actuales indican que es posible que Harper termine liderando la primera minoría en el Parlamento de Ottawa.

El TPP en la línea de llegada

Si esto es así, el PLC y el NPD se encontrarán frente al dilema político de dejar que Harper forme un gobierno minoritario, y por lo tanto de tener que apoyarlo o de hacerlo caer en un plazo relativamente breve, por ejemplo cuando Harper trate de hacer aprobar y ratificar el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP en su sigla en inglés), que según fuentes oficiales acaba de ser concluido.

En plena campaña electoral Harper afirmó que el TPP “será el nuevo ‘patrón oro’ de los acuerdos globales de comercio”, y que “nuestro lugar en la mesa (del TPP) significa que cuando hagamos negocios con el resto del mundo en los años venideros, (esos acuerdos) serán hechos en nuestros propios términos”.

Mulcair, que en principio rechaza el TPP, declaró que si el NPD gana las elecciones no se “sentirá ligado a ese pacto”, agregando que Harper no tiene el mandato para firmar durante la campaña electoral un acuerdo logrado a “puertas cerradas”.

Trudeau, por su parte, denunció el secreto que se mantiene en torno a lo negociado y dijo que quiere ver “los detalles del acuerdo antes de juzgarlo”, y escuchar lo que tienen que decir “los trabajadores y los industriales”, prometiendo que “un gobierno Liberal no ratificará ese acuerdo antes de que haya sido ampliamente debatido en el Parlamento”.

Es posible que el anuncio de que se ha firmado el TPP creará las presiones políticas y sociales necesarias para que el NPD y el PLC avancen en la discusión de una de dos opciones: 1) formar una coalición con un programa de gobierno, compartiendo puestos en un gabinete dirigido por Justin Trudeau –si éste tiene más diputados que Mulcair, o a la inversa-, o –en segunda opción- anunciar al final de los comicios o poco antes la intención oficial de comunicar al Jefe de Estado, el Gobernador general que representa a la Corona británica, que el PLC (o el NPD si gana más diputados que el PLC) formará un gobierno minoritario que contará con el apoyo de la tercera minoría en el Parlamento.

La primera opción nunca se dio, pero la segunda sí. Fue el apoyo de los socialdemócratas a los gobiernos minoritarios de los Liberales dirigidos por Lester B. Pearson (1963 a 1968) que permitió la adopción de importantes programas sociales (acceso universal y gratuito en materia de salud y el sistema de pensión universal de Canadá) de la era del Estado del bienestar.

El problema, sin embargo, es que la fuerza más débil en este tipo de arreglo (potencialmente el NPD) se beneficiará muy poco políticamente porque deberá cargar con el apoyo a políticas que probablemente serán opuestas o discordantes con su programa, mientras que los logros pasarán muy fácilmente a la cuenta del partido del primer ministro (Liberal), como sucedió en el pasado.

Empero, frente al deseo de cambio, de poner fin a las políticas neoliberales que han destruido los programas e instituciones del Estado del bienestar, de que “los gobiernos activistas vuelven a estar de moda” (3), difícilmente el PLC y el NPD podrán ignorar, so pena de perder la credibilidad política, la posibilidad de gobernar conjuntamente, sea de manera formal o “a la pieza”.

En realidad los canadienses, al menos dos tercios según un sondeo (4), comparten la “insatisfacción” con el “establishment” (elites) neoliberal, quieren poner fin a las políticas de austeridad porque temen sus consecuencias sociales.

Esto también se manifiesta en las “primarias” en EEUU -con el amplio apoyo al socialista Bernie Sanders en el Partido Demócrata, y con la persistencia del apoyo al demagogo populista Donald Trump en el Partido Republicano-, así como en el reciente triunfo de Jeremy Corbyn en la elección para elegir al nuevo líder del Partido Laborista en Inglaterra.

Pero no debemos olvidar que esta creciente “insatisfacción”, que puede llegar a ser (pero que aún no es) una definida lucha de clase, está enmarcada en el sistema político vigente, el cual está subordinado a instituciones neoliberales fuera del alcance de los parlamentos o congresos, de la soberanía popular que puede ejercer la soberanía nacional.

Esto implica que en ese teatro institucional que son las elecciones en los países donde reina el neoliberalismo, se puede elegir a un candidato que es “anti-elite” en su discurso, intuyendo o sabiendo de que el “chaleco de fuerza” que le impone el sistema le impedirá actuar en tanto que tal en sus políticas concretas.

El sistema neoliberal está atascado, es incapaz de mutar y ya es posible avizorar que la constante frustración de los crecientes deseos de cambio de los ciudadanos terminará elevando la presión de la caldera social, con las previsibles consecuencias, como se vio en las precedentes eras del liberalismo a ultranza, como por ejemplo en los años 30 del siglo pasado.

- Alberto Rabilotta es periodista argentino-canadiense.
Notas

1,- Sondeo de Nanos, el 2 de octubre: http://www.nanosresearch.com/library/polls/20151002%20Ballot%20TrackingE.pdf; recopilación de sondeos y cálculo sobre posibilidades de obtener diputados: http://www.cbc.ca/news2/interactives/poll-tracker/2015/index.html#seats

2.- Canadá: Una elección nacional crucial, pero… http://www.alainet.org/es/articulo/172166

3.- En el 2011, recuerda Jean Chrétien, el gobierno de Harper “envió nuestros cazas-bombarderos a combatir en Libia y estamos implicados militarmente en Irak y en Siria. Después de la campaña de Libia, de la cual ahora sabemos sus consecuencias desastrosas, el gobierno de Harper hizo sobrevolar el Parlamento por nuestros cazas-bombarderos; un ritual característico de naciones conquistadoras y guerreras”.  Fuente; http://www.ledevoir.com/politique/canada/449908/il-etait-une-fois-le-canada-facteur-de-paix-et-de-stabilite-internationale

4.- Activist government is back in vogue, Thomas Walkom, Toronto Star 18-09-2015

5.- Párrafos de la citada carta de Jean Chrétien, primer ministro de Canadá de 1993 al 2003: “¿Pero qué ha devenido el Canadá, nación avanzada y progresista, factor de paz y estabilidad en el mundo? Es una pregunta que me hacen regularmente en el curso de mis viajes a los cuatro puntos cardinales del plantea y que me provoca una gran tristeza. En efecto, estoy triste de ver que en menos de una década el gobierno de Harper ha empañado cerca de 60 años de reputación de constructores de paz y de portadores de progreso. Durante todos esos años, los jefes de gobierno que se sucedieron en el gobierno del país, fueran Liberales o Progresistas-Conservadores, buscaron comprender e influenciar a sus pares en la escena internacional, incluyendo a aquellos con los cuales estaban en desacuerdo () Los y las canadienses deberán pronto escoger su próximo gobierno, y deseo con todas mis energías que escojan un gobierno que se inscribe históricamente en la gran tradición de los constructores de paz a quienes Lester B. Pearson abrió la vía (en 1957, por haber propuesto en la ONU la formación de una “fuerza de paz” para poner fin al conflicto del Canal de Suez), y que sus sucesores siguieron hasta la llegada de la administración de Harper”.

6.- Leap Manifesto (en inglés, francés y español: https://leapmanifesto.org/en/leap-news/

7.- Sondeo de Abacus Data, del 14 de septiembre 2015-09-18  http://abacusdata.ca/desire-for-change-intensifies-2015election-canada/#sthash.CmXLhIYN.dpuf
http://www.alainet.org/es/articulo/172840

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