Prensa Libre
A partir del debate
generado en las redes sobre el asentamiento de familias damnificadas en
una propiedad localizada cerca de Hacienda Nueva, en el municipio de San
José Pinula —a la cual se le aplicó la Ley de Extinción de Dominio—
surge como línea tangencial el tema de las riquezas mal habidas y cómo
esos nuevos potentados se deslizan con tanta facilidad en el tejido
social de ciertos grupos de élite.
La decisión de entregar una propiedad de lujo a los vecinos de El Cambray II ha sido rechazada por algunos vecinos de San José Pinula, quienes, al parecer, no tuvieron iguales reparos respecto del propietario anterior, a pesar de sus obvios antecedentes delictivos. En fin, la discusión tiene otras aristas, como por ejemplo el acceso a servicios básicos para un grupo tan numeroso de nuevos habitantes. Sin embargo, predomina la impresión de tratarse más de un asunto de “clase” y potencial depreciación de propiedades que de logística.
No cabe duda sobre el poder mágico del dinero y su capacidad intrínseca para disfrazar al mafioso con traje de empresario de éxito y al criminal con aire de miembro honorable de la comunidad. A partir de su ingreso en las elevadas esferas del millón de dólares, a ciertos individuos se les conceden atributos que jamás soñaron poseer. Entonces sus hijos ya ingresan en los mejores centros de estudios y los bancos se pelean por el privilegio de manejar sus inversiones. Las tiendas de grandes marcas reciben, sin arrugar el ceño, los fajos de efectivo en dólares por la compra de suntuarios inaccesibles para el resto de los mortales, pese a la ley que prohíbe ese tipo de transacciones.
La duda se instala, entonces, en quienes observan esos derroches desde la distancia, preguntándose cómo es posible la aparición de esas inmensas fortunas sin despertar mecanismos automáticos de fiscalización por parte de las entidades responsables. Y mientras se levantan torres de apartamentos de lujo y se construyen chalets en balnearios circulados por muros y garitas, mientras fluye el dinero en conciertos privados de artistas famosos para celebraciones familiares, quien ve este desfile desde lejos se hace las preguntas lógicas: ¿pagarán impuestos por todo ese lujo, tanto quienes lo dan como quienes lo reciben? ¿estarán conscientes los banqueros sobre el origen de ese dinero?
Algunos analistas han comentado que la aparente solidez económica del país se sostiene sobre un colchón de dinero negro. La situación geográfica de Guatemala no contribuye en nada a despejar esas dudas, por ser el paso obligado de la droga hacia el norte, a lo cual se debe añadir una debilidad institucional endémica provocada por la corrupción y la fuerza de las organizaciones criminales que se han incrustado en ellas.
Por lo tanto, una tarea de limpieza de la economía se percibe como un objetivo imposible de alcanzar en el mediano plazo, al depender de una depuración del Estado, una cacería implacable contra el crimen y la voluntad política de arriesgarse a realizar semejante hazaña. Tamaño desafío requerirá la participación de la ciudadanía, en un magno esfuerzo por la reivindicación de sus valores.
Fuente: Prensa Libre
La decisión de entregar una propiedad de lujo a los vecinos de El Cambray II ha sido rechazada por algunos vecinos de San José Pinula, quienes, al parecer, no tuvieron iguales reparos respecto del propietario anterior, a pesar de sus obvios antecedentes delictivos. En fin, la discusión tiene otras aristas, como por ejemplo el acceso a servicios básicos para un grupo tan numeroso de nuevos habitantes. Sin embargo, predomina la impresión de tratarse más de un asunto de “clase” y potencial depreciación de propiedades que de logística.
No cabe duda sobre el poder mágico del dinero y su capacidad intrínseca para disfrazar al mafioso con traje de empresario de éxito y al criminal con aire de miembro honorable de la comunidad. A partir de su ingreso en las elevadas esferas del millón de dólares, a ciertos individuos se les conceden atributos que jamás soñaron poseer. Entonces sus hijos ya ingresan en los mejores centros de estudios y los bancos se pelean por el privilegio de manejar sus inversiones. Las tiendas de grandes marcas reciben, sin arrugar el ceño, los fajos de efectivo en dólares por la compra de suntuarios inaccesibles para el resto de los mortales, pese a la ley que prohíbe ese tipo de transacciones.
La duda se instala, entonces, en quienes observan esos derroches desde la distancia, preguntándose cómo es posible la aparición de esas inmensas fortunas sin despertar mecanismos automáticos de fiscalización por parte de las entidades responsables. Y mientras se levantan torres de apartamentos de lujo y se construyen chalets en balnearios circulados por muros y garitas, mientras fluye el dinero en conciertos privados de artistas famosos para celebraciones familiares, quien ve este desfile desde lejos se hace las preguntas lógicas: ¿pagarán impuestos por todo ese lujo, tanto quienes lo dan como quienes lo reciben? ¿estarán conscientes los banqueros sobre el origen de ese dinero?
Algunos analistas han comentado que la aparente solidez económica del país se sostiene sobre un colchón de dinero negro. La situación geográfica de Guatemala no contribuye en nada a despejar esas dudas, por ser el paso obligado de la droga hacia el norte, a lo cual se debe añadir una debilidad institucional endémica provocada por la corrupción y la fuerza de las organizaciones criminales que se han incrustado en ellas.
Por lo tanto, una tarea de limpieza de la economía se percibe como un objetivo imposible de alcanzar en el mediano plazo, al depender de una depuración del Estado, una cacería implacable contra el crimen y la voluntad política de arriesgarse a realizar semejante hazaña. Tamaño desafío requerirá la participación de la ciudadanía, en un magno esfuerzo por la reivindicación de sus valores.
Fuente: Prensa Libre
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