Argentina, Guatemala, Colombia y Haití
Este domingo 25 de
octubre celebrarán elecciones cuatro países de América latina. En
Argentina, Guatemala y Haití será elecciones generales, mientras que en
Colombia sólo votarán por gobernadores y alcaldes fundamentales.
La
coincidencia en el día solo habla del acto comicial, como un mecanismo
de renovación de los representantes en las instituciones de la
república, sin que ello signifique la mejor demostración del ejercicio
democrático.
Excepto en las elecciones presidenciales y a otros
cargos electivos locales en Argentina, en los otros tres casos, la
violencia, incluso con muertes y heridos, ha marcado el proceso de las
campañas previas al 25 de octubre.
Es cierto que también en
Argentina hemos presenciado una radicalización del enfrentamiento
político con acusaciones y denuncias, llamadas en este país
"carpetazos". Hubo algunos hechos de violencia, como en la ciudad de
Tucumán hace un mes, el escrache a Felipe Solá en la UBA por su
responsabilidad en la muertes de Santillán y Kosteki en 2002, y hace dos
días unos palazos del candidato oficialista Bruera, en La Plata, contra
adversarios. No mucho más.
A diferencia de las otras tres, felizmente la violencia callejera no ha sido la norma, excepto el caso de Tucumán.
Lamentablemente no es así en Haití, Guatemala y sobre todo en Colombia, tres procesos electorales signados por la violencia.
EN HAITÍ, donde se realiza el balotaje de los dos candidatos punteros,
se han registrado 15 muertos y decenas de heridos entre los
participantes del candidato del Gobierno y los de la oposición. La
población haitiana, quizá la más sufrida de nuestro continente, asiste
con temor a las urnas, después de sufrir terremotos, golpes y
ocupaciones militares de Estados Unidos y las Naciones Unidas, como la
MINUSTAH. Los comicios del 25 de octubre tienen como antecedente la
primera vuelta de las legislativas del 9 de agosto, señaladas por
fraudes, irregularidades y violencia que limitaron sus resultados. Estos
siguen siendo objeto de críticas por parte de diversos sectores de la
vida nacional, incluidas organizaciones de derechos humanos y partidos
políticos. A menos de una semana de las elecciones presidenciales y
parlamentarias en Haití aún existen serias preocupaciones en torno a la
seguridad durante el proceso electoral, pese a los esfuerzos realizados
por las autoridades como la Policía Nacional. El pasado viernes al
menos cuatro personas murieron y 140 fueron arrestadas durante violentos
enfrentamientos entre bandas y fuerzas del orden en la barriada de Cité
Soleil, al norte de la capital haitiana Puerto Príncipe. El grupo
Resistencia Patriótica, creado el 30 de septiembre, mantiene su demanda
de disolver la institución electoral, anular las elecciones de agosto y
establecer un gobierno de transición para salir de la crisis. El clima
electoral se complicó por la dimisión del consejero electoral Nehemías
José, y el nombramiento que hizo el gobierno de Carline Viergelin, a
pesar de estar señalado de no representa a los sectores de vudú y
campesinos.
EN GUATEMALA, la violencia más fuerte se sufrió
hace mes y medio cuando un seguidilla de movilizaciones sociales tiraron
abajo al ex presidente Otto Pérez Molina, involucrado en un escándalo
de corrupción que arrastró a todo su tren ministerial.
El
desprestigio fue tan grande para el partido de gobierno, que le
encargaron a la esposa del ex presidente que encabece la candidatura a
la Presidencia, a pesar de no saber cómo, no tener con qué y menos
querer asumir tamaña responsabilidad. En este caso, se trata del retrato
de un descalabro de todo el sistema político guatemalteco, que
sobrevive por una sola razón: no existe fuerza social y política de
izquierda para sustituirlo.
Este vacío insoportable lo está
llenado un cómico, un payaso de la televisión, encargado de hacer reír a
una sociedad hastiada de decadencia social bajo dominio de la derecha
política tradicional.
Para los comicios del próximo domingo 25
de octubre, los candidatos aspirantes tuvieron que firmar un "Pacto de
no agresión", para evitar actos violentos con muertos y heridos, como se
tenía previsto y ha ocurrido en casi todos los procesos anteriores.
UNA ATENCIÓN ESPECIAL merecen las elecciones a Alcaldes y gobernadores
en Colombia el que más sorprende. Se trata de una de las tres
democracias republicanas de tipo europeo más viejas del continente, al
lado de las de Venezuela y Costa Rica.
Sin embargo, en ese país
de sucesos imposibles, como los que relató y consagraron a Gabriel
García Márquez, se registran los casos más grotescos de violencia
institucional anti democrática con elecciones democráticas, todo en el
mismo combo.
Hasta ayer miércoles 21 de octubre habían
asesinado a 8 candidatos de localidades del interior. Fuentes del Polo
Patriótico consultadas nos informan que en realidad son 51 los
candidatos caídos en atentados. Según la Fundación de Paz y
Reconciliación, 1.020 aspirantes registran algún tipo de inhabilidad
jurídica para ser candidatos. 152 mantienen nexos con el crimen
organizado del narcotráfico, los paramilitares del ex presidente Alvaro
Uribe Vélez y otras mafias tradicionales como la de los esmeralderos. En
ese país increíble más de 150 candidatos vinculados con agrupaciones
criminales podrían ser Alcaldes y Gobernadores en la democracia más
ponderada y antigua y la más protegida por Washington.
Hay otra
diferencia paradojal de Colombia, respecto a las otras tres elecciones y
a los procesos políticos del continente. En este país tan sui-generis,
existe una alternativa más o menos de. Se trata de Clara Lòpez, quien se
postula a la Alcaldía de Bogotá, contra los candidatos del Gobierno de
Manuel Santos y el de Uribe Vélez, un ex presidente acusado en la Corte
de Roma y en el Senado de Colombia, de dirigir y financiar paramilitares
y haber perpetrado genocidio en su país cuando fue intendente,
gobernador de Medellín y presidente de la Nación.
Mientras las
alcaldías de todas las capitales de los países llamados progresistas,
son gobernadas por la derecha más neoliberal, en Bogotá, en cambio, la
oronda capital de Colombia, la izquierda controla el gobierno de la
ciudad desde hace más de una década. Esa "anomalía" (en el continente)
podría continuar si gana Clara López, candidata por un frente de
izquierdas.
Y en diciembre serán las elecciones parlamentarias
en Venezuela. Aquí la cosa es más simple, como dramática: La derecha
opositora ya anunció que desconocerá los resultados, denunciará fraude
sin haberse emitido un solo voto y faltar dos meses.
El
gobierno y el chavismo militante ya anunciaron que preparan sus fuerzas
para contener y contrarrestar la violencia que se anuncia.
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