Emir Sader
Por las implicaciones
directas respecto a Brasil, no existe país sobre el cual la ideología
conservadora pese tanto como en todo lo que se refiere a Argentina en
Brasil. La misma similitud de varios aspectos de la historia reciente de
los dos países facilita las comparaciones y la utilización de lo que
ocurre en uno de ellos para hacer la ruta ideológica y política en el
otro.
Perón y Vartas, Frondizi y Kubitschek, los golpes de 1964 en Brasil y
el de 1976 en Argentina, Alfonsín y Sarney, Menem y Cardoso, Lula y los
Kirchner. Bastarían esas referencias para que se mezclen las visiones
que se tienen sobre lo que ocurre en un país y en otro. Pero las
referencias más determinantes son Perón y Vargas, como matriz política
inicial de la contemporaneidad en los dos países, así como su proyección
más reciente hacia Lula y los Kirchner.
En un momento en que le faltaban palabras para agredir a Lula, Cardoso dijo que su gobierno era un
subperonismo. Él daba por establecido que
peronismosería una mala palabra en Brasil: sindicalistas asaltando al Estado, populismo, nacionalismo, etcétera. Pero ni a eso habría llegado el gobierno de Lula.
A partir de esa visión degradada del peronismo y la correspondiente
visión de Argentina como país supuestamente decadente, se ha vuelto
imposible para la derecha brasileña comprender lo que pasa en el país
vecino. Se adhirió a la absurda corriente historiográfica que considera
que el peronismo fue el comienzo de la decadencia argentina y no un
momento de su auge.
En este siglo, las analogías se dan entre Lula y el kirchnerismo,
incomprensibles para la derecha. En lugar de partir de la analogía entre
la peor crisis de la historia argentina, con la implosión de la
política neoliberal de la paridad con el dólar, y la herencia maldita
legada por Cardoso, saltan ese periodo incómodo, buscando juzgar los
gobiernos de los Kirchner y de Lula fuera de ese marco.
Por la visión deformada que tiene de la economía argentina y de sus
consecuencias sociales y politicas, la derecha –incluida especialmente
en los medios– nunca ha logrado entender el espectacular rescate que los
Kirchner han realizado de la crisis herdada y el ciclo de expansión
económico que Argentina vivió. No ha podido entender cómo Cristina
Kirchner se ha elegido presidenta y relegido en primera vuelta, porque
reproducen mecánicamente las concepciones equivocadas de la media
argentina de derecha. Han tenido que callar o decir que fue la división
de la oposición u otro factor contingente el que ha respondido por esas
elecciones, al no poder dar cuenta del éxito del gobierno de Cristina.
En este momento, con el desenlace del proceso electoral, esa
incomprensión se reproduce. No entienden cómo una economía que arrastra
índices de inflación por encima de 20 por ciento, un mercado negro del
dólar con cotizaciones muy por arriba del oficial, que enfrenta la
ofensiva de los fondos buitres, sólo podría estar muy mal,
según los criterios de los columnistas neoliberales de la prensa
conservadora, tanto de Brasil como de Argentina. Reproducen entonces el
mantra de moda de la derecha y de la ultraizquierda argentinas: el
agotamiento y el final del ciclo kirchnerista, que correspondería al
final del ciclo de gobiernos progresistas en América Latina.
Pero el candidato de Cristina, Daniel Scioli, es favorito para ganar
como su sucesor, ya en primera vuelta o en la segunda. Tratan de
esconder a Scioli, a quien no le dan espacio ni para su campaña ni para
sus planteamientos. Macri ocupa espacios como si fuera el favorito para
ganar.
Especulan con las encuestas, aumentando siempre las posibilidades de
una segunda vuelta, en la cual, conforme a sus esperanzas, creen que el
opositor podría contar con los votos sumados de Macri y de Massa de
forma mecánica. Se niegan a ver que Cristina llega muy fuerte al final
de sus dos mandatos como presidenta, con todas las posibilidades de
garantizar la continuidad del ciclo inaugurado por Néstor y continuado
por ella.
Es que en Brasil, como en Argentina, la derecha es incapaz de
comprender y asimilar el éxito de gobiernos que priorizan las políticas
sociales, rescatando a millones de personas de la miseria y garantizando
sus derechos sociales, conquistando así un apoyo popular que permite su
continuidad en el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario