Página/12
Adital
Por
Alexander Main y Dan Beeton*
Buena
parte de la historia de los esfuerzos de los gobiernos
estadounidenses para contener y hacer retroceder la nueva izquierda
latinoamericana puede encontrarse en las decenas de miles de cables
diplomáticos filtrados por WikiLeaks desde las misiones diplomáticas
de Estados Unidos en la región. Los cables –analizados en el nuevo
libro The WikiLeaks Files (Los Archivos de Wikileaks)– revelan la
habitual mecánica de intervención política de Estados Unidos en
América latina.Se brinda apoyo material y estratégico a los grupos
de la oposición de derecha, algunos de los cuales son violentos y
antidemocráticos.
Los cables también dibujan una imagen viva de la mentalidad ideológica de la Guerra Fría de los altos emisarios de los Estados Unidos y muestran cómo éstos tratan de usar medidas coercitivas para imponer su agenda.
"Esto
no es un chantaje...”
A
finales de 2005, Evo Morales obtuvo una arrolladora victoria
electoral con un programa de reforma constitucional, de derechos
indígenas y con la promesa de combatir la pobreza y el
neoliberalismo. El 3 de enero, dos días después de su toma de
posesión, Morales recibió una visita del embajador David L.
Greenlee. El embajador fue directamente al grano: la asistencia
multilateral a Bolivia supervisada por Estados Unidos dependería del
buen comportamiento del gobierno de Morales. Podría haber sido una
escena de El Padrino:
El
embajador mostró la crucial importancia de las contribuciones de
Estados Unidos a las financieras (sic) internacionales clave de las
que dependía Bolivia, como el Banco Internacional de Desarrollo
(BID), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. "Cuando
piense en el BID, debe pensar en los Estados Unidos”, dijo el
embajador. "Esto no es un chantaje, es la simple realidad”. (...)
"Espero que usted, como próximo presidente de Bolivia, comprenda
la importancia de esto”, dijo, "porque una separación de los
caminos no sería buena para la región, ni para Bolivia, ni para
Estados Unidos”. (06LAPAZ6)
Sin
embargo, Morales se mantuvo fiel a su agenda. En días siguientes,
siguió adelante con los planes para regular los mercados de trabajo,
renacionalizar la industria de los hidrocarburos y profundizar la
cooperación con el archienemigo de Estados Unidos, Hugo Chávez. En
respuesta, Greenlee sugirió un "menú de opciones” para tratar
de forzar a Morales a inclinarse ante los deseos de su gobierno.
Estas incluían:
el
veto de préstamos multilaterales multimillonarios, la posposición
de las medidas programadas de alivio de la deuda, la oposición a la
financiación por parte de la Corporación Reto del Milenio
(Millennium Challenge Corporation; que Bolivia no ha recibido aún, a
pesar de ser uno de los países más pobres del hemisferio) y el
final del "apoyo material” a las fuerzas de seguridad bolivianas[06LAPAZ93].
Desgraciadamente
para el Departamento de Estado estadounidense, pronto se vio cómo
estas amenazas iban a ser debidamente ignoradas. Morales ya había
decidido reducir drásticamente la dependencia de Bolivia con las
líneas de crédito multilaterales que requerían el examen del
Tesoro estadounidense. Pocas semanas después de su investidura,
Morales anunció que Bolivia dejaría de estar comprometida con el
FMI y dejó que expirase el acuerdo de préstamo con el Fondo.
Incapaz de forzar a Morales a cumplir sus órdenes, el Departamento de Estado pasó a centrarse en reforzar a la oposición boliviana. La región Media Luna, controlada por la oposición, empezó a recibir un creciente apoyo estadounidense. Un cable de abril de 2007 señala el "más amplio esfuerzo del Usaid (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) para reforzar a los gobiernos regionales como contrapeso del gobierno central”(07LAPAZ1167). Un informe del Usaid de 2007 señalaba que su Oficina de Iniciativas de Transición (Office of Transition Initiatives, OTI)"había aprobado 101 subvenciones por valor de 4.066.131 dólares para ayudar a los gobiernos departamentales a operar más estratégicamente”. La financiación también llegó a grupos indígenas locales que "se oponían a la visión de las comunidades indígenas de Evo Morales”. (08LAPAZ717).
Un
año después, los departamentos de la Media Luna entraron en
rebelión abierta contra el gobierno de Morales, primero realizando
referendos sobre la autonomía, pese a haber sido declarados ilegales
por el poder judicial; después, apoyando protestas violentas
pro-autonomía que acabaron con la vida de 20 partidarios del
gobierno. Muchos creyeron que se estaba desplegando una tentativa de
golpe de Estado. La situación sólo se calmó bajo la presión de
otros presidentes de Sudamérica, que emitieron una declaración
conjunta de apoyo al gobierno constitucional del país.
Pero
mientras Sudamérica se aliaba en apoyo a Evo, EE.UU. mantenía una
comunicación regular con los líderes del movimiento violento,
separatista y racista de oposición, incluso cuando éste hablaba
abiertamente de "volar por los aires los conductos de gas”y de la "violencia como posibilidad para forzar al gobierno a...
tomárselo en serio y dialogar”. (08LAPAZ1931)
En
contra de su postura oficial durante los acontecimientos de agosto y
septiembre de 2008, el Departamento de Estado norteamericano tomaba
en serio la posibilidad tanto de un golpe de Estado como del
asesinato del presidente Evo Morales. Un cable revela los planes
de la embajada de EEUU en La Paz para preparar este acontecimiento:
"El
Comité de Acciones de Emergencia (Emergency Action Committee)]
desarrollará, con el Equipo de Evaluación Situacional Comando Sur
(Southern Command Situational Assessment Team), un plan de respuesta
inmediata en caso de emergencia inesperada, por ejemplo un intento de
golpe de Estado o la muerte del presidente Morales”, señalaba
el cable. (08LAPAZ2083_a)
Los
acontecimientos de 2008 fueron el mayor reto para la presidencia de
Morales hasta entonces. Los preparativos de la embajada de EEUU para
una posible salida de Morales de la presidencia revelan que los EEUU,
como mínimo, creían que la amenaza sobre Morales era muy real. El
hecho de que no lo manifestara públicamente señala de qué parte
estaba Washington durante el conflicto y qué resultado probablemente
prefería.
Contrarrestando
la "amenaza” bolivariana
Durante
la Guerra Fría, la supuesta amenaza comunista sirvió para
justificar un sinnúmero de intervenciones con el objetivo de
eliminar gobiernos liderados por la izquierda, y apuntalar regímenes
militares de derecha. Del mismo modo, los cables de WikiLeaks
muestran cómo, en la década iniciada en el 2000, el fantasma del
"bolivarianismo” de Venezuela se ha utilizado para validar las
intervenciones contra nuevos gobiernos de izquierda, como el de
Bolivia, descrito como uno que ha "caído completamente en los
brazos de Venezuela”; o Ecuador, visto como un "sucedáneo de
Chávez”.
Las
relaciones de EE.UU. con el gobierno de izquierda de Hugo Chávez se
agriaron desde el principio. Chávez, electo por primera vez
presidente en 1998, rechazó enérgicamente las políticas económicas
neoliberales, desarrolló una estrecha relación con el presidente
cubano Fidel Castro, y criticó abiertamente la ofensiva del gobierno
de Bush en Afganistán, seguida por el ataque del 11 de septiembre
(EE.UU. retiró al embajador en Caracas después de que Chávez
proclamara: "No pueden luchar
contra el terrorismo con más terrorismo”).
En
abril de 2002, el gobierno de EE.UU. apoyó públicamente el golpe
militar que depuso a Chávez del poder durante 48 horas. Documentos
de la organización paragubernamental National Endowment for
Democracy (NED), obtenidos a través de la Ley de Libertad de
Información, muestran que EE.UU. proporcionó financiación y
entrenamiento a grupos que apoyaron el golpe de Estado y que
posteriormente fueron involucrados en el intento de derrocar a Chávez
a través de una "huelga” del personal directivo que paralizó la
industria petrolera entre finales del 2002 y principios de 2003,
sumiendo al país en la recesión.
Los
cables de Wikileaks muestran que, después de estos intentos fallidos
de derrocar al gobierno electo de Venezuela, EE.UU. continuó
respaldando a la oposición venezolana a través del Usaid y de la
NED. En un cable de noviembre de 2006, el entonces embajador William
Brownfield explicó la estrategia de USAID/OTI para socavar al
gobierno de Chávez:
En
agosto de 2004, el Embajador delineó la estrategia para el equipo en
el país, que contenía 5 puntos para guiar las actividades de la
embajada de Venezuela en el período [20042006] (...) La estrategia
se enfocó en: 1) fortalecimiento de las instituciones democráticas,
2) penetrar la base política de Chávez, 3) dividir al chavismo, 4)
proteger los negocios clave de EEUU, y 5) aislar a Chávez
internacionalmente. (06CARACAS3356)
Los
estrechos vínculos que existen entre la embajada norteamericana y
varios grupos de la oposición son evidentes en numerosos cables. Un
cable de Brownfield vincula a Súmate –una ONG de oposición que
jugó un papel central en las campañas de la oposición– con
"nuestros intereses en Venezuela” (06CARACAS339). Otros cables
revelan que el Departamento de Estado ha hecho lobby para que Súmate
logre apoyo internacional (05MADRID2557; 06CARACAS340) y alentó el
apoyo financiero de EE.UU. (05CARACAS1805), apoyo legal
(06CARACAS3547) y otro tipo de apoyo político para la organización,
incluyendo el brindado a través de la NED.
En
agosto de 2009, Venezuela fue sacudida por violentas protestas de la
oposición (como ha ocurrido varias veces bajo Chávez y su sucesor,
Nicolás Maduro). Un cable secreto del 27 de agosto cita a una
contratista de USAID/OTI, Desarrollo de Alternativas, Inc.
(Development Alternatives, Incorporated, DAI), refiriéndose a
"todas” las personas que protestaron contra Chávez en su momento
como "nuestros financiados”:
(El
empleado de DAI) Eduardo Fernández dijo que "las calles están
calientes”, en referencia a la creciente protesta contra los
intentos de Chávez de consolidar el poder, y "toda esta gente (que
organiza las protestas) son nuestros financiados”.
(09CARACAS1132_a)
Los
cables también revelan que el Departamento de Estado de Estados
Unidos proporcionó entrenamiento y apoyo a un líder estudiantil que
reconoció haber liderado a una multitud, guiándola con la intención
de "linchar” a un gobernador chavista: "Durante el golpe de
Estado de abril de 2002, (Nixon) Moreno participó en las
manifestaciones en el Estado de Mérida, liderando a una multitud que
marchó en la capital del estado para linchar al gobernador Florencio
Porras del partido MVR” (06CARACAS1627).
Pero
pocos años después de esto, otro cable menciona: "Moreno
participó en el Programa de Visitantes Internacionales (del
Departamento de Estado) en 2004” (07CARACAS591).
Moreno
sería buscado más tarde por intento de asesinato y por amenazar a
una agente de policía, entre otros cargos.
También
en consonancia con la estrategia de cinco puntos que delineó
Brownfield, el Departamento de Estado priorizó los esfuerzos para
aislar al gobierno de Venezuela a nivel internacional, y
contrarrestar la percepción de su influencia en toda la región.
Cables muestran cómo los jefes de las misiones diplomáticas de
Estados Unidos en la región desarrollaron estrategias coordinadas
para contrarrestar la "amenaza” regional de Venezuela.
Hay
que tener en cuenta que los cables de Wikileaks no vislumbran las
actividades más encubiertas llevadas a cabo por las agencias de
inteligencia estadounidenses, y son probablemente sólo la punta
del iceberg en cuanto a la interferencia de EE.UU. en la política de
la región. Aun así, los cables proporcionan una amplia gama de
evidencias de los persistentes y decididos esfuerzos de los
diplomáticos estadounidenses para intervenir en contra de los
gobiernos independientes de izquierda en América Latina, usando la
presión financiera, así como el conjunto de instrumentos
disponibles en la caja de herramientas de la "promoción de la
democracia” –a veces, apoyando medios violentos e ilegales–.
*Alexander
Main es analista político del Center for Economic and Policy
Research en Washington DC. Dan Beeton es director de comunicaciones
del Center for Economic and Policy Research en Washington DC.
Fuente:Página|12
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