Ángel Guerra Cabrera
Siria, situada en un
lugar clave del mapa medioriental y principal aliado de Irán, era hasta
2011 uno de los países más estables, cultos y prósperos del Medio
Oriente, foco de resistencia al imperialismo y el sionismo y de la
solidaridad con Palestina. Su ayuda material a Hezbolá había fortalecido
considerablemente la capacidad militar libanesa para enfrentar las
arremetidas de Israel.
Entonces estalló allí la guerra fomentada por Estados Unidos y sus
aliados de Reino Unido, Francia, Arabia Saudita, Quatar y Turquía, que
ha ocasionado ya un estimado de 8 millones de desplazados internos y el
éxodo a países vecinos de 4 millones y medio de personas que malviven
hacinadas en su mayoría.
La CIA y sus homólogos británicos y franceses entrenaron a los
miembros de Al Quaeda (y demás grupos procedentes de Libia, Chechenia,
Afganistán y otros países, incluso europeos), financiados y armados por
las monarquías saudita y quatarí, y por Washington. Fueron los creadores
de la tormenta perfecta de la que surgió el brutal Estado Islámico, que
conquistó extensas zonas densamente pobladas de Siria e Irak, de donde
ahora huyen ríos de gente.
Cuando comparamos la cifra de 130 mil que al fin ha decidido recibir
la Unión Europa (UE) en los dos próximos años, sólo con la de millones
de refugiados y desplazados sirios, nos percatamos del cinismo de la
solidaridadde sus gobiernos y lo mezquino del pensamiento dominante en las llamadas democracias occidentales. Tómese en cuenta que en lo que va de año lograron llegar por mar a Grecia, Italia y Hungría 310 mil personas procedentes no sólo de Siria, sino de numerosos países de África y Medio Oriente. Por otra parte, se calcula que más de 600 mil sirios y afganos piden ser recibidos en Europa.
En cambio, el ejército mediático imperial ha informado la
determinación europea de acoger aquella ridícula cantidad de refugiados
como un gran acto altruista de la señora Merkel, la misma que mata
lentamente a Grecia por asfixia y desangra a otras economías del sur de
Europa en defensa de la democrática y bonachona banca alemana.
Ya en abril de este año François Crépeau, relator de la ONU sobre derechos humanos de los migrantes, declaró al diario inglés The Guardian, que
los países ricos –no solo la UE– debían ponerse de acuerdo para acoger
en cinco años al menos un millón de refugiados de Siria y África para
terminar con la crisis migratoria y las tragedias en el Mediterráneo.
La propuesta de Crépeau es más generosa que la cifra de la UE.
Suponiendo que esta la mantenga en años sucesivos, habrá acogido en 5
años a 325 mil migrantes; o sea, aproximadamente los mismos que ya están
en su territorio en estaciones rodeadas de alambre de púas, amontonados
en la isla griega de Lesbos, adonde siguen llegando oleadas, o tratando
de cruzar las vallas militarizadas de Hungría, Bulgaria o Calais,
calcos del infame muro levantado por Washington en la frontera con
México. Por eso dudo mucho que quede resuelta la tragedia del
Mediterráneo como afirma el funcionario de la ONU, aun cuando la Europa
comunitariallegara a recibir la cantidad que propone, el triple de la
cuotaactual.
Eso implicaría que la ola de migrantes hambrientos de África
subsahariana se redujera a unos pocos cientos de miles para, sumados
únicamente a los sirios, completar el millón de refugiados que propone
el relator de la organización mundial. Muy insuficiente, considerando
que la desertificación debida al cambio climático y la imposición de los
dogmas del Consenso de Washington han arrasado con las agriculturas
domésticas africanas, sostén de millones de familias ahora aglomeradas
en las ciudades y casi siempre sin empleo; fenómeno con consecuencias
muy graves de desintegración social e identitaria.
Como se aprecia, no son las guerras en Siria, Libia, Yemen y antes en
Afganistán-Pakistán e Irak, pese a su alto costo en destrucción de
condiciones para la reproducción de la vida, las únicas causantes de
holocaustos como este, que ya ha matado en 2015 a más de 2 mil 650
humanos en el Mediterráneo. Ni únicamente involucra a la UE. Data de la
colonización, del negocio esclavista, del neocolonialismo y de la
extensión del neoliberalismo en el mundo. Por ese colosal saqueo los
países ricos les deben una indemnización tan cuantiosa a sus víctimas
que aseguraría su desarrollo económico y la solución definitiva del
problema migratorio.
A Aylan Kurdi, símbolo del saqueo y la guerra imperialista
Twitter: @aguerraguerra
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