Aspectos de la contingencia y de la crisis en el país andino
1. El enemigo principal de la humanidad es el Estado corporativo de los
Estados Unidos. Y el imperialismo norteamericano comporta, junto a las
más grandes economías del mundo, el movimiento de la realidad del
capitalismo como totalidad planetaria que domina, subyuga y
sobreexplota mediante el trabajo asalariado y la expoliación sin
remedio de la biodiversidad. Esto es, el imperialismo es consecuencia
dinámica del desenvolvimiento ampliado del modo capitalista de
reproducir la sobrevida humana. Para ello cuenta con las armas de la
alienación, de la producción del sentido común y del fetichismo de la
propiedad privada, de la ganancia y del propio capital. Y también
cuenta con más del 23% del Producto Interno Bruto Mundial y del 37% de
la industria bélica de última generación. No sólo se trata de armas
convencionales y nucleares de plutonio, uranio e hidrógeno. Asimismo,
genera armas bacteriológicas, químicas y radiológicas (HAARP). Con las
dimensiones actuales que han cobrado las armas de destrucción masiva,
ya se perdió la contabilidad sobre cuántas veces podría destruirse el
mundo. Sin embargo, la industria bélica continúa prosperando,
produciendo, adoctrinando y lucrando sideralmente, y es parte del mismo
holding que compone el sistema financiero, la trata de personas, la
prostitución infantil, el narcotráfico, la agroindustria, los ahorros
previsionales, los paraísos fiscales, el comercio mundial.
Que EE.UU. sea el enemigo principal de la humanidad no significa que
China y/o Rusia sean una suerte de alternativa liberadora. Basta
observar su desenvolvimiento y las condiciones de sus clases sociales
trabajadoras. El presupuesto militar de Rusia y China, según al sitio
web Global Firepower a enero de 2015, fue de USD 76.600.000.000 y
126.000.000.000, respectivamente. Luego vienen India, Reino Unido,
Francia, Alemania, Turquía, Corea del Sur y Japón.
Por lo
demás, únicamente la humanidad oprimida puede emanciparse a sí misma y
es su garantía única de sobrevivencia. El resto es naufragio. De hecho,
hasta la mejor literatura de ciencia ficción, cada día que pasa, parece
más novela histórica y crónica de actualidad.
2. En medio de
la contradicción esencial entre capitalismo y humanidad (o la
contradicción ampliada entre capital y trabajo), además del
imperialismo estadounidense, también existen otros polos capitalistas
centrales, como China (13,9% del PIBM), Japón (6,2 % del PIBM),
Alemania (5,2% del PIBM), Reino Unido (3,9 del PIBM) y Francia (3,8%).
De los 194 países de la Tierra, 159 de ellos sólo llegan a concentrar
menos del 9% del PIBM. La asimetría estructural y las relaciones de
fuerza y de poder son las formas en que se presenta el imperialismo
capitalista. La división internacional del trabajo, la dependencia, la
colonización ideológica, el racismo o narrativa necesaria para la
subyugación de clase, el patriarcado, las migraciones criminales, las
guerras genocidas, las guerras preventivas, las guerras de baja
intensidad, las guerras solapadas, las guerras diplomáticas, las
guerras comerciales y las guerras financieras y monetarias,
corresponden al soporte de la dominación económica y política de la
minoría opresora contra la mayoría sometida. A través de esos medios,
el capitalismo se concentra, se vuelve oligopólico y busca ralentizar
su tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Las llamadas crisis
financieras en el marco de la hegemonía del momento financiero sobre el
todo de la reproducción capitalista, es una de las formas privilegiadas
de cómo se expresa la caída de las utilidades del propio capital y la
sobreproducción de mercancías y servicios (o burocracias en torno a la
sobreproducción de mercancías que se apilan en los momentos del
intercambio, la distribución y el consumo).
De la misma
manera, las crisis financieras están ligadas al crédito y a la deuda
infinita tanto en los capitalismos centrales, como en los dependientes
o periféricos o auxiliares o complementarios o subordinados. Lo que
existe en general, son pugnas interimperialistas e intercapitalistas.
Dentelladas asesinas al interior y entre los propios capitalismos-eje
del planeta, así como el ocaso del Estado de Bienestar, el ocaso de los
progresismos, el ocaso de la socialdemocracia, el ocaso de la
democracia burguesa y liberal que signó la fase anterior a la del
capitalismo en curso. Lo que existe es la dictadura del capital y
brotes fascistas en todo el globo. La gesta de los oprimidos/as se
desarrolla como resistencia en lugares muy concretos y específicos del
mundo. Y gestos hay por doquier. No obstante, la suma de los gestos no
se resuelve en la constitución de la gesta urgente.
3. El movimiento real de las luchas descoyuntadas de las fuerzas
populares en Chile no se manifiesta como un enfrentamiento directo y
consciente, organizado y maduro en contra del capitalismo y el
imperialismo. La mayoría activa destacada para las transformaciones
poscapitalistas es todavía insuficiente. A septiembre de 2015, salvo la
resistencia concreta de franjas del Pueblo Mapuche en y por su
territorio y autonomía ( http://www.rebelion.org/ noticia.php?id=202707
), se observa una fragmentación del movimiento de los oprimidos tras
demandas que emplazan al Estado sobre reivindicaciones asociadas a la
democracia burguesa tal como se conoció antes del golpe de Estado de
1973. Se trata de una suerte de peticionismo economicista y ligado a
los derechos sociales convertidos en mercancías desde la imposición del
imperio de la ortodoxia más rabiosa del liberalismo económico en la
historia del suelo andino. El 2014, cientos de miles de trabajadores/as
se lanzaron a la huelga ilegal y no normada, superando con creces las
huelgas “legales”. No obstante, no existe una dirección única o
compartida del pueblo trabajador, y las tasas de sindicalización con
capacidad de negociar colectivamente el salario y las condiciones
laborales no llegan siquiera a los dos dígitos. El aislamiento y la
insolidaridad que sufren los focos de los asalariados/as en lucha, se
recortan sobre un paisaje marcado por la indolencia y el miedo todavía.
Las reformas comprometidas y luego sepultadas por la misma
Nueva Mayoría encabezada por Michelle Bachelet, que jamás significaron
modificaciones de calado estructural en beneficio del pueblo
trabajador, más la política de recortes de presupuesto fiscal para
inversión social, van constituyendo algunas de las piezas que acaban
por consolidar la deslegitimación del sistema político general en
Chile. La crisis de representación del sistema político ya existía
antes de los casos de corrupción. Estos últimos simplemente aceleraron
su desprestigio entre la población y desnudaron los vínculos entre la
política tradicional (o una de las particiones de la administración
formal del orden existente) y el capital, fenómeno y una de las
determinaciones orgánicas del Estado como forma de dominación de la
clase opresora y minoritaria contra la mayoría oprimida. Los gremios
del capital reunidos en la Confederación de la Producción y el Comercio
(CPC) apenas tuvieron que desabrocharse un botón de la camisa y arrugar
el ceño para descafeinar lo poco que cambiarían las cosas de realizarse
las reformas, las cuales apuntaban, en el mejor de los casos, a
morigerar las desigualdades estructurales ligadas al momento de la
distribución de la totalidad del modo ultraliberal de desarrollo
chileno. Como se ha indicado en otros análisis, como un espejo roto del
sistema político usamericano, la Nueva Mayoría es al Partido Demócrata,
lo que la Alianza es al Partido Republicano. No importa que mediante
las encuestas de opinión la gente de queje repetidamente por la
corrupción. Lo realmente grave para los de arriba es que el malestar
apuntara directamente al corazón del capital. Naturalmente que las
encuestas no están hechas para esos efectos.
Chile es el
segundo país miembro de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), luego de Corea del Sur, con mayor cantidad
de suicidios al año (1.500, según el Servicio Médico Legal), con tasas
explosivas de medicación psicotrópica, alcoholismo y drogadicción,
mientras que la insatisfacción y las relaciones de competencia reinan
como la peste desde las aulas escolares hasta las gerencias
transnacionales. Como resultado de la sobreproducción mundial de
mercancías, en Chile el consumismo a cuotas imposibles, el egoísmo y la
indolencia festejan su mediodía. Las relaciones sociales presas de la
alienación y el fetichismo, tienden a facilitar y consentir los modos
del fascismo, la industria de la seguridad, la militarización del
territorio mapuche, el Estado policíaco, los montajes contra la
juventud disidente, la xenofobia, el recelo al semejante.
En
el país, como en casi todas partes del mundo, surgen, se desintegran y
vuelven a surgir diversas agrupaciones políticas anticapitalistas. Como
la lucha de clases no se resuelve explícita y consistentemente, las
organizaciones anticapitalistas parecen no verse emplazadas a reunirse
virtuosamente, aún carecen de un proyecto común para el
desenvolvimiento de una sociedad no capitalista, de una estrategia que
salga de los títulos, del insorteable análisis concreto de la realidad
concreta, y muy pocos empeños logran hacer pie en territorios sociales
que potencialmente sean capaces de labrar la señalética del futuro de
la vida socializada. Sin embargo, la sola existencia de esas
agrupaciones anticapitalistas ilustra la rebeldía majadera e imparable
que produce la deshumanización capitalista. Aunque todavía no sea la
hora de ofensivas, ya es la hora apremiante de la organización, la
reflexión colectiva crítica, la sistematización aleccionadora de la
acción práctica y directa, por menuda que resulte. Las instancias
anticapitalistas que ya están, no perecerán si se desenvuelven en el
automovimiento orgánico de los grupos sociales oprimidos en lucha. Nada
está terminado ni nada es definitivo. Ya es una muestra de
comprensiones superiores que cualquier lucha encorsetada en el reducto
de la institucionalidad, de aquel punto concentrado de la coacción y la
cooptación, no comporta ninguna promesa de porvenir. Y el horror
capitalista continúa siendo la condición de su propia destrucción y
superación si vence en la humanidad la voluntad colectiva y acuñada en
el principio de vida y no de muerte.
4. Ante la crisis
capitalista mundial, la presente administración del Ejecutivo chileno,
con el fin de encantar inversiones y evitar la deslocalización de
capitales y su fuga, disminuye la tramitación y los estándares de
impacto ambiental de los proyectos transnacionales y combinados
extractivistas asociados a la minería, la agroindustria, las forestales
y la energía. Asimismo, intenta contrarrestar la destrucción del
trabajo asalariado mediante microcréditos para microemprendimientos y
multiplicar el cuentapropismo de sobrevivencia.
Tanto la
fortaleza del dólar, como el fin del período dorado de los altos
precios de la exportación de materias primas y commodities frente a la
ralentización de la economía china y planetaria, provocan la caída de
las proyecciones de crecimiento nativo, sintonizándose con las
economías en crisis del continente. En Chile, se precipitan las
fusiones empresariales, las colusiones monopólicas, los despidos, el
empleo informal, las ventas callejeras. En tanto, la maquinaria de
producción de sentido común capitaneada por los medios masivos de
comunicación, agitan premeditadamente el fenómeno de la delincuencia,
multiplicando la incertidumbre ambiental y su percepción fabricada, y
desligando el hurto de sus causas gatilladas por el empeoramiento de
las condiciones de vida, la miseria y la ignorancia. Además de aumentar
la dotación de las fuerzas policiales, la rebaja de la edad penal, el
incremento de las cárceles y el negocio de la seguridad privatizadas,
los medios de propaganda del poder hacen prosperar el uso de armas y de
capacitaciones al respecto por la población ‘contra la sospecha’, la
discriminación aspectual y hasta contra la infancia y adolescencia
empobrecida. Independientemente que de manera oficial, el registro de
incidentes delincuenciales no haya aumentado en la realidad. Como es
sabido, también se pueden construir las condiciones de la
fascistización y de los ‘rostros disfuncionales’, esto es, los
escenarios subjetivos necesarios que junto a una crisis económica,
auspicien ‘soluciones’ más radicales en materia de orden y
disciplinamiento social.
La independiente Fundación Sol ( http://www.fundacionsol.cl/
), evacuó en septiembre de 2015 un estudio basado en los más frescos
datos ofrecidos por la Encuesta de Caracterización Socioeconómica 2013
(CASEN2013), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, donde “se
puede concluir que en Chile se registra un considerable ‘atraso
salarial’”. Si bien el análisis de la Fundación Sol acentúa las
asimetrías en el momento de la distribución de los ingresos, ello es
suficiente para graficar los niveles de súper-explotación de la
mercancía fuerza de trabajo de, al menos, una parte significativa de la
población asalariada.
En general, la investigación revela que
el 50,5% de los ocupados chilenos gana menos de $260 mil pesos líquidos
al mes (USD382), y el 74,1% menos de $400 mil pesos (USD588). Sólo el
11,8% obtiene más de $700 mil pesos (USD1.029). La feminización de la
pobreza queda ilustrada cuando el estudio arroja que el 84,9% de las
mujeres gana menos de $500 mil pesos (USD735).
“En los cuatro
sectores que más acumulan ocupados a nivel nacional, Comercio (18,8 %),
Industria Manufacturera (11,3 %), Construcción (9,4 %) y Agricultura y
Pesca (8,5 %), el 60 % de los trabajadores de menores ingresos obtienen
hasta $320.000 (USD470,5). Y en ocho sectores económicos el 74 % de los
ocupados obtiene ingresos menores a $400.000”, y la Fundación Sol
agrega que “El 79,6 % de los ocupados con jornada completa obtiene
ingresos inferiores a $500.000 (USD735)”.
Por otra parte, la
investigación afirma que “Al comparar a Chile con países similares en
cuanto al PIB per cápita (o cercanos en la vecindad), se corrobora una
situación de atraso salarial efectivo. Por ejemplo, Croacia, con un PIB
per cápita menor que Chile en 2013, tiene una mediana salarial que es
casi un 45 % más alta. En el caso de Polonia, con un PIB per cápita muy
similar a Chile, obtiene una mediana salarial ajustada por paridad de
poder de compra que es casi un 47,3 % superior. Para situarse en los
rangos normales de los países con un PIB per cápita similar, nuestro
país tendría que recuperar terreno de forma considerable en lo que
refiere al valor del trabajo”, e indica que “la heterogeneidad
sectorial también se aprecia, Intermediación Financiera tiene un
ingreso promedio de $887.975 líquido, mientras que en Agricultura,
Pesca, Hogares Privados con Servicio Doméstico, Hoteles y Restaurantes
el promedio de ingresos es inferior a $300.000”.
Si el lugar
de Chile en el planeta capitalista es el de plataforma financiera y
comercial para la región, y el extractivismo exportador minero,
maderero y de producción de celulosa, no existe una relación entre los
salarios y las ganancias de esas zonas. Si bien, los altos ejecutivos
de las industrias mencionadas y fracciones de sus trabajadores/as, en
términos relativos, tienen sueldos diferenciados y más altos que el
resto, sólo se explica por los índices astronómicos de sus utilidades.
Sin embargo, así y todo, los salarios tienden a una media que
corresponde al sueldo necesario para fidelizar la fuerza de trabajo a
las empresas donde es sobreexplotada. Y la diferencia salarial en una
economía donde el sistema financiero y el extractivismo hegemonizan,
los sueldos sólo amplían o reducen la capacidad de endeudamiento de los
trabajadores/as. Los cálculos moderados hablan de que los
asalariados/as chilenos están endeudados, por lo menos, en siete
salarios.
Heterogeneidad, castigo a las mujeres y jóvenes,
diferencias menores entre los salarios de quienes se desempeñan en
pequeñas o grandes empresas, y distancias menores entre la fuerza de
trabajo contratada y la no contratada, junto a la extraordinaria y
añosa política de flexibilidad y polifuncionalidad laborales, índices
ridículos de trabajadores/as que pueden siquiera negociar sus sueldos y
condiciones de trabajo, forman parte del mapa de la fuerza de trabajo
en Chile.
Casi está de más poner en cuestión los métodos que
usa el gobierno para medir el empleo formal e informal, y la pobreza en
el país ( http://www.fundacionsol.cl/ 2012/10/fundacion-sol-en-el- ciudadano-encuesta-casen-mas- alla-de-las-cifras/
). Al respecto, las metodologías están hechas, justamente, para sacar
cuentas alegres y satisfacer a la OCDE, al FMI, al Banco Mundial y a
otras instituciones que regentan “el arbitraje y evaluación” de la
economía global.
5. En la república del silencio y de los pactos de silencio e impunidad (http://www.rebelion.org/ noticia.php?id=202286),
el periodista Juan Carlos Cruz, uno de los varios querellantes contra
el cura católico Fernando Karadima por abusos sexuales de ‘menores con
violencia y abuso de su potestad eclesiástica’, realizó nuevas
declaraciones en el programa Tolerancia Cero del canal de señal abierta
Chilevisión, el pasado 13 de septiembre de 2015.
El jefe de
la Iglesia Católica chilena, Ricardo Ezzati, intercambió
incriminatorias correspondencias electrónicas con el actual miembro del
consejo cardenalicio del Vaticano, el cardenal Francisco Javier
Errázuriz Ossa, donde tramaron exitosamente impedir que Juan Carlos
Cruz forme parte del Consejo Papal de Prevención de Abusos Sexuales. El
proceso civil respecto de las pruebas y testimonios de las víctimas
abusadas está en curso y tanto Ezzati, como Errázuriz tendrían la
obligación de prestar declaraciones. Ambos cleros, encubridores de los
crímenes pedófilos, representan y ejecutan las políticas de la fracción
más conservadora y recalcitrante de esa institución milenaria, incluso
a contrapelo de los mandarines del Partido Demócrata Cristiano, y,
sobre todo, desatendiendo los costados más progresistas del relato del
propio Papa Francisco. Históricamente dividida por la lucha de clases,
la Iglesia Católica del país toma posiciones en franca y resuelta
contradicción entre un Cristo sacrificado en la arquitectura del poder,
y el Cristo vivo y liberador de los oprimidos/as.
En el
programa televisivo, Juan Carlos Cruz declaró que “Ezzati y Errázuriz
le han mentido a Chile, (cuando en realidad) por dentro son venenosos e
hirientes. (Por lo demás) El cardenal Ezzati, cuando fue inspector
general de un colegio Salesiano, donde encubrió a tres sacerdotes que
abusaban de niños, cambiándolos de diócesis a otros establecimientos
educacionales donde seguían abusando. (De hecho) Uno de los sacerdotes,
Rimsky Rojas, hizo desaparecer a una de sus víctimas, el joven Ricardo
Harex, cuyo cuerpo jamás ha sido encontrado. Los testigos clave de ese
caso han ido muriendo misteriosamente”.
Pero Juan Carlos Cruz
no se quedó allí. Señaló que “los pactos de silencio se aplican también
entre los obispos. Yo vi en este mismo programa cuando invitaron a
Carmen Gloria Quintana (https://es.wikipedia.org/ wiki/Carmen_Gloria_Quintana,
quemada viva por militares durante una protesta contra la tiranía de
Pinochet) y ella mencionó al general Santiago Sinclair, y el general
Sinclair (quien fue senador Institucional, vicecomandante en Jefe del
Ejército y miembro de la Junta Militar) era íntimo amigo del cura
Karadima. A mí me dio miedo porque Karadima tenía los brazos muy
largos. Tenía a los empresarios más ‘cototudos’ (poderosos) de Chile de
su lado”.
Casi sobran las palabras. La comandancia ejecutiva
del capital en el país, esto es, la alta oficialidad de las Fuerzas
Armadas, el gran empresariado y la jerarquía eclesiástica, funciona
como una sola fuerza, un mismo procedimiento y similares fines.
La república del silencio, de la impunidad y del olvido de Chile se
agrieta por momentos. No lo sabrá acaso la historia y los pueblos
cuando la toman en sus manos.
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