Versión en español de la ponencia en inglés presentada por el autor en el 6º Foro Internacional sobre Socialismo organizado por la Academia Nacional de Ciencias Sociales de China, a realizarse 16 y 17 de Octubre 2015 en Beijing, sobre la temática “Color revolutions and Cultural Hegemony”
El fenómeno denominado
“revoluciones de colores”, o “golpes suaves”, concretado en algunos
países de Europa del Este y de Medio Oriente, también se ha intentado en
América Latina, si entendemos por tal la organización de
manifestaciones ciudadanas con el objetivo mínimo de desestabilizar y
máximo de destituir gobiernos que, en general, no son agradables para
los EE.UU. y sus aliados, mediante acusaciones de corrupción,
autoritarismo y violación de los principios democráticos liberales. Todo
esto instrumentado mediante la acción ideológica, logística y
financiera de organizaciones no gubernamentales estadounidenses
(vinculadas con el estado y la derecha de su país) que dan soporte a
organizaciones no gubernamentales, estudiantiles y políticas opositoras
de los gobiernos que quieren atacar y que, al menos por lo sucedido en
Europa del Este, resulta con que los gobiernos que sobrevienen terminan
aplicando políticas neoliberales en lo interno y favorables a los EE.UU.
y la OTAN en lo externo.
Sin embargo, en América Latina en general
no han tenido éxito, con algunas excepciones como fueron las
destituciones de los gobiernos legítimos de Manuel Zelaya en Honduras en
2009 y de Fernando Lugo en Paraguay en 2012 mediante sendos “golpes
parlamentarios”.
En América Latina, la metodología de los
“golpes suaves” se viene intentando sistemáticamente contra todos los
gobiernos progresistas de la región, pero se han encontrado con la
realidad de la activa oposición de los denominados “movimientos
sociopolíticos” que apoyan a dichos gobiernos.
Ocurre que en
las últimas décadas en América Latina, y últimamente en algunos países
de Europa, se viene produciendo un importante fenómeno social, político y
cultural con el surgimiento y desarrollo de los denominados
“movimientos sociopolíticos”, integrados generalmente por una red de
organizaciones sociales, culturales, sindicales y políticas del campo
popular, con orientación progresista, que se dan una organización política y en varios países una expresión electoral.
Varios de ellos han llegado al gobierno donde en general han realizado
una gestión alternativa al neoliberalismo, reinstaurando el rol central
de Estado, impulsando desarrollo económico con inclusión social,
política exterior independiente de los países centrales del capitalismo,
integración regional, derechos humanos como política de estado, e
incluso, en algunos países, planteándose como objetivo la superación del
capitalismo mediante una construcción de carácter socialista.
Los cambios en el sujeto social y en su organización política
En la época de la revolución industrial,
cuando la libre competencia era aun predominante y la economía no había
sido generalizadamente globalizada, oligopolizada y dominada por la
actividad financiera especulativa, la clase social de los que solo
poseen su fuerza de trabajo para ganarse la vida, estaba ampliamente
hegemonizada por los asalariados de la industria, la denominada “clase
obrera industrial”.
En la época actual de la revolución informacional, suceden nuevos fenómenos: la
industria incorpora crecientemente tecnologías informacionales, como
ser máquinas herramientas controladas por computadoras, que requieren
cada vez menos fuerza de trabajo para accionarlas; los asalariados del
sector servicio predominan sobre los del sector industrial; el trabajo
intelectual reemplaza aceleradamente al manual; se desarrollan diversos
tipos de trabajo individual; crece el trabajo para terceros desde el
hogar; se emplea crecientemente la informática para el trabajo en red; y
otras formas que cambian profundamente las condiciones de explotación
de la fuerza de trabajo.
Asimismo, el capitalismo al reemplazar
crecientemente la fuerza de trabajo humana, tanto la mano como el
cerebro, por la máquina, fenómeno agudizado por la revolución
informacional, provoca tendencia permanente y estructural al desempleo,
mientras que el sector oligopólico, ampliamente dominante, globalizado y
hegemonizado por su sector financiero especulativo, impulsa políticas
gubernamentales denominadas “neoliberales” que tienden a aumentar el
empobrecimiento y la marginalidad en la sociedad.
Por otro
lado, la acelerada depredación capitalista de la naturaleza hace crecer
las víctimas sociales y las reivindicaciones sociales vinculadas con
este fenómeno.
Hay entonces una profunda transformación del
sujeto social en sí y de las condiciones objetivas para la eventual
subjetividad del sujeto social para sí.
Sucede que el
capitalismo entró desde mediados de los años 70 del siglo pasado en una
crisis de tendencia permanente, estructural y sistémica, lo que se
acompaña con crisis en el sistema liberal democrático representativo,
propio del sistema capitalista, cuyas instituciones tienden cada vez más
a ser dominadas por el capital oligopólico, que necesita usarlas para
enfrentar la crisis, afirmar su dominio y obtener ganancias
extraordinarias.
Esto contradice crecientemente las
posibilidades de que a través de dichas instituciones se resuelvan las
reivindicaciones de los sectores populares (la clase de los que viven de
su fuerza de trabajo, desocupados, campesinado, capas medias e incluso
pequeños y medianos empresarios).
Por otro lado, la
diversificación del sujeto social y la tendencia a la desocupación y
marginalidad tienden a disminuir la sindicalización de la fuerza de
trabajo.
Todo esto es crecientemente percibido por los sectores
populares, lo cual se expresa en la tendencia a que, en sus luchas por
conseguir satisfacción a sus reivindicaciones, se organicen cada vez más
por fuera de las instituciones típicas de la democracia representativa,
incluyendo partidos políticos y sindicatos tradicionales. Es así que
aparecen cada vez más organizaciones sociales, culturales, sindicales de
nuevo tipo, y otras, que tienden a relacionarse entre ellas, atrayendo
muchas veces a los partidos políticos progresistas que comprenden la
nueva situación (incluyendo a partidos comunistas), conformando así los
denominados movimientos sociopolíticos .
En la época actual de la revolución informacional, de la crisis capitalista con tendencia a ser permanente, estructural y sistémica, con un sujeto social muy diversificado y un sistema de
democracia representativa y delegataria en crisis, lo que se está
construyendo, y sin teorizaciones previas, es el fenómeno de los
movimientos sociopolíticos y sus expresiones políticas electorales.
Los movimientos sociopolíticos constituyen herramientas que permiten
vincular diversas y múltiples reivindicaciones de los sectores
populares, que cuando son interpretadas y satisfechas por los gobiernos,
propios o constituidos por otras vías, suelen provocar una sinergia
entre esos gobiernos y las masas populares y, más particularmente, entre
los líderes que encabezan esos gobiernos y las masas.
Democracia participativa y desarrollo de la conciencia
Los movimientos sociopolíticos, con su construcción en red de múltiples
organizaciones componentes, ofrecen un escenario más propicio para la
participación democrática en la construcción y en la gestión de las
organizaciones y del propio movimiento. En ello se destaca la
utilización creciente de las herramientas de la revolución informacional
en cuanto a comunicaciones, acceso y transmisión de información,
coordinación de acciones usando las redes sociales, etc. Toda esta
praxis política resulta ser una vía muy efectiva para el desarrollo de
la conciencia, incluido el conocimiento de que para superar la tendencia
actual del capitalismo a la crisis estructural, permanente y
generalizada, se requiere de su superación como sistema por una
construcción de tipo socialista y que ello solo puede ser tarea de las
propias masas populares, es decir, el desarrollo de una conciencia de clase.
Los movimientos sociopolíticos combinan prácticas de democracia
participativa y directa, con la utilización de formas de la democracia
representativa y delegataria, en un proceso objetivamente dialéctico de
unidad y lucha de contrarios no antagónicos, donde es posible la
subsunción gradual de la democracia representativa por la democracia
participativa.
En Latinoamérica tenemos el “cambio de época”
del que habla el presidente y líder popular ecuatoriano Rafael Correa,
producido por la acción de movimientos sociopolíticos y los gobiernos y
líderes gubernamentales que los expresan o interpretan, como el PT en
Brasil, el Movimiento Bolivariano en Venezuela, el MAS en Bolivia, el
PAIS en Ecuador, el Frente Grande en Uruguay, el Sandinismo en
Nicaragua, el Frente Farabundo Martí en El Salvador, Unidos y
Organizados en Argentina y otros en vías de construcción. Movimientos
con distintos orígenes y vías de organización en sus formas, pero con
contenidos esencialmente coincidentes. En Europa aparecen fenómenos
emparentados, como el SYRIZA en Grecia o el PODEMOS en España.
La lucha por la hegemonía cultural
El
sector económico concentrado, transnacionalizado y dominado por su
sector financiero y más particularmente por su componente especulativo,
domina la economía de los países capitalistas, dispone de medios de
comunicación oligopólicos y logra penetrar en niveles institucionales
tales como poder judicial, educación, poder legislativo, poder
ejecutivo, sindicatos y partidos políticos de la democracia
representativa, e imponen gradualmente una ideología conveniente a sus
intereses, de tal manera que sea incorporada a la cultura de los
sectores populares como si se tratara de algo natural, de sentido común.
Esto es lo que se denomina hegemonía cultural y constituye una
herramienta de fundamental importancia utilizada por los sectores
dominantes para la explotación de las clases populares o subalternas.
Entre
las cosas positivas, desde el interés popular, que se pueden reconocer a
los actuales gobiernos progresistas de América Latina, lo que podría
tener un carácter más perdurable e importante en el largo plazo es que
se ha producido una creciente sinergia entre las medidas y discurso
gubernamentales y la ideología desarrollada por las organizaciones
sociales, sindicales, culturales y políticas que han apoyado esos
gobiernos, lo cual ha ido construyendo, dialécticamente, una contra-hegemonía cultural de carácter progresista que ha hecho evolucionar la relación de fuerzas en un sentido positivo para los sectores populares.
Entre
otras características valorables, hay dos que se destacan en los
movimientos sociopolíticos: La incorporación de una muy significativa
cantidad de jóvenes a la militancia política, lo cual constituye una
vivificante realidad actual y una gran esperanza para el futuro y la
convocatoria de muchos intelectuales progresistas que participan, al
decir de Gramsci, como “intelectuales orgánicos” del campo popular en
esa construcción.
Es de destacar que el tipo de movimiento socio-político-cultural favorece las formas de democracia participativa, lo cual constituye la mejor praxis para el desarrollo de la conciencia política y la disputa por la hegemonía cultural.
La producción de contra-hegemonía cultural,
antineoliberal, pro integración latinoamericana y de carácter popular
es quizás el más importante legado político de los procesos progresistas
latinoamericanos en curso y constituyen la principal herramienta del
campo popular para que estos procesos no retrocedan y se pueda intentar
impulsarlos a su profundización, lo cual supone afectar crecientemente
los intereses oligopólicos locales e internacionales, que además están
entrelazados.
El reaseguro contra los intentos desestabilizadores y destituyentes
Los movimientos sociopolíticos vienen demostrando tal capacidad de
convocatoria, organización, movilización, participación democrática y
tal vitalidad que aparecen como el mejor reaseguro, para el campo
popular, cualquiera sea el devenir de los procesos progresistas y los
gobiernos que los expresan.
Es así que los intentos
desestabilizadores, externos e internos, en los países con gobiernos
progresistas de América Latina, similares a las “revoluciones de
colores” o “golpes suaves”, se encuentran con la contraofensiva popular
organizada y movilizada por los “movimientos sociopolíticos”, siendo
esta la principal razón por la cual en general no han tenido éxito en
esta región. Cuando triunfaron los “golpes suaves” en Honduras y
Paraguay, con los derrocamientos de Zelaya y Lugo, no habían aun en esos
países “movimientos sociopolíticos” organizados y eso explica
largamente el éxito de las fuerzas desestabilizadoras apoyadas por los
EE.UU.
Trabajos de Carlos Mendoza sobre esta temática, publicados por Tesis 11.
Artículos publicados por la revista Tesis 11:
http://www.tesis11.org.ar/
http://www.tesis11.org.ar/
http://www.tesis11.org.ar/%E2%
http://www.tesis11.org.ar/%C2%
http://www.tesis11.org.ar/
http://www.tesis11.org.ar/%C2%
http://www.tesis11.org.ar/la-
Libros y cuadernos, publicados y/o distribuidos por Tesis 11:
http://www.tesis11.org.ar/wp-
http://www.tesis11.org.ar/wp-
Algunos enlaces recomendados para acceder a trabajos, reportajes y exposiciones, que conciernen a destacados militantes y estudiosos de esta temática.
http://www.cetri.be/spip.php?
https://www.youtube.com/watch?
http://www.tesis11.org.ar/
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