En
las últimas semanas, analistas y comentaristas “progresistas” se suman a
las plegarias de políticos conservadores y neoliberales de la región
pregonándonos: el fin del ciclo y/o reflujo de fuerzas en la América
Latina insurgente, en especial para la región Andina. Aunque de igual
modo intentan desacreditar a los procesos políticos de Argentina,
Venezuela, Brasil, Uruguay, etc. Pero, no dicen mucho sobre los
gobiernos que rifan la riqueza de sus pueblos en el “sangriento banquete
neoliberal” en la región.
Ex consultores de recientes
programas de ajustes estructurales, provenientes de las clases medias,
tanto en Ecuador, como en Bolivia, y trabajadores de las Organizaciones
No Gubernamentales (organizaciones financiadas por gobiernos
extranjeros), descargan toda su artillería crítica verbal en contra de
Evo Morales, Presidente de Bolivia, y Rafael Correa, Presidente del
Ecuador, para concluir que los procesos de cambio en esos país están
llegando a su fin irremediablemente.
Aparte de adjetivar
de déspotas y populistas a dichos gobernantes, los profetas del “fin del
ciclo”, y misioneros para la restauración neoliberal, sostienen que
ninguno de estos gobiernos neo extractivistas cumple con el mandato
constitucional relativo a la defensa de los derechos de la Madre Tierra y
de los pueblos indígenas. Y, circunstancialmente asumen la disminución
del crecimiento de las economías de ambos países como una evidencia
económica del fin del ciclo latinoamericano.
De esta
manera analistas “progresistas” y conservadores confunden la América
Latina emergente (pueblos) con individuos/personas en función de
gobierno. No diferencian entre la indeterminación de las esperanzas y
sueños por realizar aún y el determinismo dialéctico.
Consultores neoliberales y trabajadores de las ONGs fustigan a los gobiernos
Coincidentemente
los consultores y trabajadores de las ONGs intentan instalar en el
cerebro de “sus desinformados” el pregón del fin de ciclo
latinoamericano luego del atrevimiento de los gobiernos de Bolivia y de
Ecuador de controlar el funcionamiento de las ONGs en dichos países.
¿Una feliz coincidencia? ¿Acaso gobiernos dignos y soberanos no tienen
la potestad de controlar las conductas de los agentes o actores propios o
extraños en sus territorios? ¿Será que los gobiernos de Europa o de
Norteamérica se quedarían quietos si gobiernos de países
latinoamericanos financiasen a ONGs para que los desacreditasen dentro y
fuera?
Para cualquier lector con elemental información,
las ONGs nacieron promovidas por las corporaciones financieras (de los
países del Norte) con la finalidad de hacer sostenible la aplicación de
los Programas de Ajuste Estructural en los países empobrecidos. En la
cooperación internacional hay más intereses políticos que cándida
solidaridad. Aunque, hay cooperación y ONGs que apuestan también a la
liberación de los pueblos.
Las clases medias tradicionales se incomodan con sus nuevos vecinos
Las
clases medias “graduadas o universitarias” están enfadadas con Evo y
Correa porque les redujeron los privilegios laborales en los estados. En
los últimos años, en Bolivia y Ecuador, cerca de dos millones de
personas ascendieron de las clases populares a las clases medias, y en
muchos casos son éstos últimos que ejercen función pública (rol de la
clase media tradicional).
En el caso boliviano, “molesta”
tener de autoridad a “indios” que hablan mal el castellano, mucho más si
ni poseen los títulos universitarios. ¿Será otra coincidencia que
“progresistas” de la clase media tradicional, ahora, nos anuncien el
final del ciclo latinoamericano?
Creen que derribando a Correa o a Morales derribarán los procesos emancipatorios
Quienes
nos anuncian el fin del ciclo latinoamericano quieren hacernos creer
que los “indios” y “progresistas” en función de gobierno no pueden hacer
más de lo que ya hicieron. Por tanto, luego del “fin del ciclo” deviene
el retorno al “establo” neoliberal. Nos quieren robar nuestro derecho a
la esperanza. Nuestro derecho a soñar. Aduciendo que no hay más de lo
ya vimos, hicimos, celebramos. Claro, como ya no pueden hacer nada para
quitarnos lo que ya logramos, entonces, ahora, van por nuestra esperanza
(por lo que aún somos capaces de hacer).
Pero, olvidan
que los procesos de cambio en Bolivia o en Ecuador, u otros países, no
es de Evo Morales, ni de Rafael Correa. Somos pueblos, ayllus, marcas,
runas/jaques que estamos haciendo el camino libertario desde nuestros
lugares.
Es más, los procesos de cambio para nosotros/as
no son sólo a nivel de la gestión del Estado o de la economía (si acaso
cabe), ni tampoco a nivel sólo de cambios de leyes o de instituciones.
Trabajamos, soñamos, actuamos, conspiramos, sospechamos de manera
diferente. Nos negamos a volver al corral neoliberal. Muchos/as hemos
cambiado nuestros propios proyectos de vida. ¿Vendrán por cada uno/a de
nosotros/as?
Encorsetan la inédita realidad latinoamericana a sus añejas categorías de análisis/comprensión
Aunque
ya transcurrieron varios años desde el inicio de los procesos de cambio
en la región, sin embargo los “revolucionarios del todo o nada” y los
“ecoindigenistas” se niegan a desprender sus mapas mentales
preconcebidas, y transitar por las emergentes rutas de aprendizajes y
conocimientos diferentes.
Para ellos, formados sólo y
únicamente en y para la democracia representativa (que los
privilegiaba), las democracias participativas emergentes no pasan de ser
“populismos” de Evo y/o Correa, aunque callan de las dictaduras
sangrientas y corruptas neoliberales en la región.
El
aprovechamiento estatal de los bienes que la Madre Tierra nos provee es
censurado como “neo extractivismo” antiecológico, pero guardan silencio
del “silencioso” apropiamiento (internacionalización) que el gobierno de
EEUU. realiza de La Amazonía.
A los pueblos indígenas nos
asumen como si fuésemos piezas de eco museo inconmensurables e
intangibles, sin derecho a transformar nuestros modos de vida, pero
ellos/as sí pueden “disfrutar” de las “comodidades” de la modernidad
haciendo abogacía para que muchos de nosotros nos mantengamos en la pre
modernidad.
Están tan encorsetados en las mentiras
académicas enseñadas como verdades científicas en las universidades que
no se dan cuenta que estos tiempos de América Latina no responden a
“ciclos de cambio” aprendidos en sociología.
Los procesos
de cambios emergentes en Bolivia y Ecuador no se pueden valorar o
predecir con categorías analíticas que en su momento negaron o callaron
sobre su posibilidad social. Estos procesos de cambio emergieron sin
manuales, ni libretos a seguir. Por tanto, los criterios de valoración
sobre estos procesos tienen que ser desde el paradigma de la complejidad
y de la permanente posibilidad. ¡Son sueños, esperanzas e ideas
postergados de los pueblos que se materializan simultánea y
progresivamente!
Sabemos cuándo y cómo iniciamos, pero no sabemos cuándo concluiremos
Desde
la dinámica de la materialización o monetización de los procesos de
cambios políticos, éstos se deben observar/valorar en un período más
largo. Las determinaciones asumidas por los gobiernos de Correa y
Morales tendrán sus impactos sociales y cultural no sólo por la
distribución del excedente económico (ahora disminuido), sino también
por la redistribución cultural (se está invirtiendo en la
universalización de la educación como nunca antes), envidia para
habitantes de países vecinos. El proceso de cambio boliviano quizás se
cierre cuando las y los indígenas volvamos a avergonzarnos de nuestra
identidad y nos arrodillemos ante el extraño. Pero, esto está lejos de
ocurrir aún.
Desconocemos aún el legado que para humanidad
continuará abonando nuestra Latinoamérica “atrevida”. Sabemos de lo que
ya hicimos, lo que no hicimos, y de lo que somos capaces ser. Sabemos
que no somos “un ciclo” que cierra. Sabemos que libramos, en condiciones
adversas y desiguales, una guerra sin cuartel contra la civilización
del desastre (muerte) hegemónico. Pero, también somos conscientes que
somos una gota de agua que cae en el inmenso Océano formando
interminables círculos concéntricos contagiosos hasta el infinito.
http://www.alainet.org/es/articulo/172606
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