En la velada de los
Premios Fénix 2014, Gael García Bernal interpretó junto a Los Vega la
canción El Partisano, uno de los temas centrales del documental ¿Quién
es Dayani Cristal? Quien quiera informarse y tener un panorama más claro
de lo que sucede con los cuerpos de migrantes indocumentados
encontrados en el desierto, en la frontera entre México y Estados
Unidos, en ese documental encontrará una realidad cruda y por íntegra
valiosísima. En la interpretación de la canción hicieron un arreglo
exclusivo para la velada y como lo personal es político también gritaron
al mundo lo acontecido en Ayotzinapa con los 43 estudiantes de la
Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Un coro que hacía hervir la
sangre cada vez que gritaba Ayotzinapa, Ayotzinapa, Ayotzinapa.
México es un referente latinoamericano que por desgracia colinda con
Estados Unidos lo que lo ha convertido con la ayuda de las oligarquías
vendidas en el despojo de un saqueo milenario, (idéntico a Guatemala, El
Salvador y Honduras que le siguen en la lista y en territorio ) así
está, vuelto chirajos ensangrentados, cuerpos desperdigados entre
arriates, calles, fosas, ríos y montarrales. En la última década el
genocidio del gobierno contra su propio pueblo ha encendido las alarmas
mundiales pero para la mediatización y el oportunismo y el amarillismo,
jamás para los Derechos Humanos y la justicia.
México nos duele
a todos, todos tenemos algo de México, es nuestro México y también esos
43 estudiantes desaparecidos son nuestros; nuestros amigos, nietos,
hermanos, hijos, compañeros, nuestra mocedad exterminada. Lo son ellos y
las miles de niñas, adolescentes y mujeres violadas, torturadas y
asesinadas en los crueles feminicidios. Lo son las miles de personas que
han sido víctimas de las desapariciones forzadas que lleva a cabo el
gobierno mexicano. Lo son esos miles de campesinos esclavizados. No, no
podemos quedarnos callados y pensar que México es una isla lejana porque
México somos todos, México anida en nuestra esencia latinoamericana, es
tan patria nuestra como cualquier otro país de la América Bolivariana.
Los 43 estudiantes desaparecidos representan la barbarie y el colapso
de un sistema corrupto, manipulador y traidor. De una oligarquía
depredadora, de una clase media acomodada e hipócrita. De un pueblo
rural y de barriada que se levanta y lucha en soledad, en el abandono de
los medios de comunicación comprados por esas grandes corporaciones
capitalistas, y que se encargan de falsificar lo patentado. Más aún
están los honestos que se hermanan, acuerpan y solidifican la denuncia
viva y atroz de un México que por más que traten las tiranías jamás
podrán pulverizar, porque su herencia milenaria es de un tesón
inquebrantable como la de todos los pueblos que luchan contra las
embestidas fascistas de los mezquinos.
México tiene toda la
capacidad para levantarse, para alzar la voz, para reconstruir el tejido
social, para llevar a la cárcel a cada uno de los que le han faltado el
respeto a la Patria y mancillado a su pueblo. ¿Qué está esperando para
hacerlo? El cambio es hoy, no esperemos a que nos sigan despareciendo la
infancia y la juventud, la consecuencia y el amor que hermana. No
esperemos que nos sigan matando la Memoria Histórica. A nuestras niñas,
adolescentes y mujeres. Que sigan esclavizando a nuestros campesinos.
México tiene la obligación moral y humana de no criminalizar a los
migrantes indocumentados que atraviesan su territorio en busca de un
futuro distinto, porque son migraciones forzadas, tan refugiados como
los de Europa. Tan refugiados como los propios mexicanos que se ven
forzados a migrar porque el sistema los obliga. El pueblo mexicano tiene
todo el poder para sacar a los delincuentes del gobierno, ¿en dónde
está esa Memoria Histórica? El pueblo mexicano ha demostrado tener
arrestos, revés y derecho, ese orgullo del que hace alarde debe ponerlo a
prueba de consecuencia y solidaridad , y no de tequilas y mariachis.
¿Qué pasa ahora que no quiere despertar? Ahí están latentes las Adelitas
, Zapata y Pancho Villa. Tiene el ejemplo de la integridad del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional.
Tiene a esos excelentes
profesionales muy bien preparados, a sus campesinos, a los obreros, a
esos millones de proletarios; dejemos el clasismo, ese racismo perverso,
esos prejuicios y hermanémonos, porque bizarría tenemos es lo que nos
sobra, lo que nos falta es decidirnos a ir por el cambio real. No
permitamos que Ayotzinapa sea otra Tlatelolco, no permitamos más
violaciones y feminicidios. No más Juárez… Más despojos de tierras, que
nos sigan contaminando los ríos, que nos sigan deforestando las
montañas, que nos sigan masacrando. Que nos callen y nos torturen y nos
quiten el ímpetu para defender la Patria.
No hay nada qué
celebrar este 16 de septiembre, no tenemos ninguna independencia, México
aún no ha sido liberado. Empecemos liberando nuestras mentes, dejemos
que nuestra bravura hable por nosotros, nuestra dignidad, nuestra
identidad, nuestra Memoria Histórica; salgamos a las plazas, abarrotemos
las calles y gritemos a viva voz, ¡Ayotzinapa, Ayotzinapa, Ayotzinapa!
Porque el, ¡viva México cabrones,! en estas circunstancias nos queda
grande. Con el dolor pero es cierto.
Que nuestro amor por
México no sea de playeras, banderas, sombreros de colores rojo, verde y
blanco, que nuestro amor por México se demuestre con nuestra
consecuencia política por ende humana. Cada vez que gritemos, ¡viva
México cabrones! Pensemos en que si en realidad estamos orgullosos del
país que tenemos en estos momentos o si estamos dispuestos a
transformarlo para que las Adelitas y los hombres honestos y luchadores
de nuestra Memora Histórica, un 16 de septiembre no tan lejano también
salgan con nosotros a las plazas a celebrar la verdadera independencia
de un pueblo que se atrevió a ir por lo quimérico y lo logró. No
olvidemos ni por un segundo a nuestros mártires porque su sangre baña
nuestras calles y retumba en la lava nuestros volcanes despiertos.
Hagámoslo por lo que ya no están, por los que están y por lo que vienen.
Este 16 de septiembre debemos gritar con el alma, con el
corazón y con la sangre despierta, ¡Ayotzinapa, Ayotzinapa, Ayotzinapa!
Eso, para ir empezando.
Con amor del bueno, una latinoamericana tan veracruzana como los propios jarochos.
@ilkaolivacorado
Blog de la autora: Crónicas de una Inquilina
No hay comentarios:
Publicar un comentario