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El
general Rubén Darío Alzate, el suboficial José Rodríguez y la abogada
Gloria Urrego, han sido liberados por el Bloque Iván Ríos de las FARC
en el caserío de Vegaez, a orillas del río Arquía, al norte de Quibdó.
Rodeados de la población humilde de la zona, el general y sus
acompañantes fueron entregados, personalmente, por el comandante Pastor
Alape a una misión humanitaria integrada por representantes de Cuba y
Noruega-países garantes del proceso de paz-, y del CICR. El líder
insurgente viajó desde La Habana hasta las selvas del Chocó, mandatado
por Timoleón Jiménez, comandante de las FARC, para garantizar una
liberación pronta y sin sobresaltos de los prisioneros, misión lograda
con las más altas calificaciones.
Igualmente, informamos a los
colombianos que en la concreción del Acuerdo Humanitario Especial, que
el 25 de noviembre pasado condujo a la liberación exitosa de los
soldados profesionales, Paulo César Rivera y Jonathan Andrés Díaz, en
las sabanas de Arauca, participó directa y activamente, el comandante
Carlos Antonio Losada.
Mil gracias a los gobiernos de Cuba y de
Noruega y al Comité Internacional de la Cruz Roja, por su abnegación
humanitaria y porque su participación en las liberaciones, de alguna
manera salva un proceso de paz que avanzaba en medio de la esperanza.
Ahora
tendremos que rediseñar las reglas del juego, porque un proceso de paz
que ha llegado al nivel donde se encuentra, y que se apresta a discutir
los temas más decisivos de la paz, no puede estar sometido a ningún
tipo de actitudes precipitadas e irreflexivas que aplacen el
advenimiento de nuestra reconciliación.
Invitamos al Presidente
Santos a que, con el corazón en la mano y la mente plena de sentido
común, piense que no podemos darle más largas al absurdo de unos
diálogos de paz en medio de la guerra. Es hora del cese bilateral del
fuego, del armisticio, para que ningún suceso bélico en los campos de
combate sirva para justificar la interrupción de una tarea tan hermosa
y tan histórica, como es la de acordar la paz para una nación que
anhela ese destino. Zafémonos de la incoherencia de hablar de
reconciliación y de reconocimiento de las víctimas, sin apagar el fuego
de los fusiles y sin detener las políticas económicas neoliberales
generadoras de miseria, que atizan la guerra y la victimización de un
pueblo al que le ha llegado la hora de la justicia.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP
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