La canción del 2015
¿Qué
remedio si nos toca por pago y contingencia nacer en un paisito afilado
como viento que se cuela por la cerradura, vanguardia y experimento del
capitalismo caníbal, lugar donde todo lo han vuelto mercancía, cada uno
para sí, delirio de corbata uniformada, paradigma del Imperio, Estado
policial en forma, sociedad con cámaras de vigilancia repetidas y
cuando llega a fallar una, no importa, porque ya están dentro de la
cabeza de los clientes y consumidores, pauteando los sueños, normando
el terror, disciplinando el miedo; saqueando a pala las piedras
valiosas, los bosques, el agua, las zonas de cultivo; enriqueciendo a
un puñado con la deuda y la sobreexplotación humana?
Ni más nos
cabe ser Mapuche, estudiante y trabajador atento, autoconsciente que le
dicen, mujer insurrecta, cabro chico curioso, militante que sospecha de
las historietas bíblicas, de los atajos, de los instituido y de las
instituciones, de la dictadura del capital a la manera de la democracia
representativa –lo único que carece de crédito en Chile-, el partido
único bicéfalo, tal cual Usamérica, la miseria a cuotas, la cuotas
diarias de la miseria.
¿Y si sabes que eres migrante en tu
propia plaza, que somos africanos antiguos y repartidos, que la vida
siempre y siempre está en otra parte; que somos sólo historia, genética
en movimiento que muta por necesidad, relaciones sociales, voluntad
colectiva y accidentes? ¿Qué es lo que ocurre, chileno/a, si un buen
día y entre todos/as nos percatamos como destello que el miedo no es
más que el medio que estrategia el poder para mantenernos enrielados?
En Chile, el pueblo trabajador ya no es ni proletario. ¿Qué prole
posible si todos los días son más caros, si rodearse de hijos es
privilegio del Opus Dei, aleta fundamentalista de los que mandan, y
todos los derechos sociales se pagan con horas extras, hipotecando la
hora del amor y del ocio y de la recreación y del descanso y de la
convivencia?
Cuando termina el 2014, se derrumban los índices
macroeconómicos, la crisis no cede, se multiplica como peste la
flexibilidad laboral, la inmensa mayoría no está organizada todavía, la
minoría sindicalizada se atora por una caja de mercadería y un bono
simbólico para pasar la navidad y el cambio de año. En el centro de la
capital de Chile hay más vendedores ambulantes que compradores
abundantes, y el gobierno de turno, como la Confederación de la
Producción y el Comercio (CPC, gremio que agrupa al empresariado), hace
vista gorda. No vaya a ser que si no los dejamos ofertar baratijas en
la vereda, los repobres se conviertan en un ejército de delincuentes
–monopolio intocable del sistema financiero, por favor-, y entonces las
evaluadoras de riesgo nos pongan mala nota, espanten a la inversión y
termine por mudarse en tumulto al Perú o a Tailandia o a Colombia o a
la incertidumbre bursátil de los casinos centrales, o a los paraísos
fiscales (uno distinto al que opera en Chile, claro), o se incline por
apostar al loteo de la luna y de Marte, que ya el planeta se hizo chico
para la concentración capitalista.
Pero el 2015 se viene
fuerte y despeinado. Desobediente, insubordinado. La gente no hace más
que hablar de trabajo, de lo que debe, de cambiar la carne por
tallarines con salsa barata y pan con queso laminado. Mientras tanto,
los jóvenes no sólo dedican los lunes a platicar sobre la cantidad
récord de cervezas que bebieron y las chicas y chicos que se tiraron el
fin de semana. Buena parte de ellos prueba en los hechos que la
educación secundaria, técnica, superior, no es garantía de movilidad
social, no es garantía de seguridad. Decepción, incertidumbre,
notificación de la irracionalidad de abarrotar el territorio laboral
con sobreproducción de profesiones que abaratan el precio del trabajo.
El automóvil destruido antes de poder comprarlo, la habitación
embargada antes de poder costearla.
El mito de una clase media chilena
golpeada por la precarización, la rotación laboral a velocidad
lumínica, la deslocalización, los contratos indefinidos como
adquisición escasa, los emprendimientos microscópicos condenados a los
precios impuestos por el capital financiero, la gran minería, la
agroindustria transnacional, el retailer en expansión. La transferencia
de las pérdidas del capital-bestia a las mini-pequeña-medianas
empresas. Una burguesía chilena de capitales combinados con Monsanto,
Walmart, las mineras chinas o gringas que, como jamás antes, atraviesa
fronteras y obtiene más utilidades de la explotación de humanidad y
naturaleza de afuera del país que de adentro. ¿Se puede, a estas
alturas del partido, hablar de afuera y de adentro? No. Ni en el
almuerzo dominguero ni en medio de la economía mundializada y
financiarizada. Caducaron los refugios en Internet y en las tecnologías
de la telefonía celular. Aquí no nos socorre ni Pilar Sordo, ni los
santos enyesados –agobiados por la sobredemanda-, ni el sálvese quien
pueda.
¿Pero qué habita y sufre el rebelde? La contradicción
dura de la totalidad de las relaciones sociales capitalistas versus el
ímpetu de cambiarlo todo. Sólo negación acuartelada en espacios
artificiales y, mal que nos pese, permeados por esa propia totalidad
capitalista. En consecuencia, el 2015 también tendrá que ser el empeño
lúcido de superar el aparatismo, como el movimientismo. ¿Por qué?
Porque el primero no tiene cintura para rimar con la lucha de clases
concreta y, por tanto, se aísla rápidamente, se vuelve secta. Y el
segundo únicamente es un momento de la recomposición del pueblo
organizado, episodio necesario, pero insuficiente para concursar
siquiera a ser reconocido como enemigo del poder.
El desafío está
planteado y en curso de constitución. Su cronograma está digitado por
la lucha de clases, pero –y no hay alternativa- debe preexistir como
fuerza que permanece creativamente y es capaz de soportar y trascender
las coyunturas, los altibajos, la euforia y la depresión. Igual que una
gesta larga que se nutre de lo mejor de cada casa. Un continente en
crecimiento conflictivo, inestable, crítico y autocrítico, pero, a la
vez, blindado y estratégico. Transformación y contención. A un
capitalismo de vanguardia, una vanguardia popular condensada,
volcánica, internacionalista, democrática por ejercicio y definición.
Una fuerza y energía organizada, por lo menos, con la estatura de su
enemigo. Ciencia y arte. Sistematización de la experiencia combativa de
los pueblos e imaginación política en tensión.
Pero ya será
2015. Quien escribe, desconfía de los propietarios y de la propiedad
desde niño. Como la mayoría, nació para amar. Su fuerte jamás ha sido
la violencia. ¿Qué más querría que se disolvieran por razón y humanidad
los intereses de unos pocos que se adueñan del trabajo y la
biodiversidad de los muchos? En fin. La costilla izquierda de los
jesuitas le modificó el ADN muy temprano. Por eso no sabe si Dios
-¿cuál de todos?-, pero sí hace suyo al Cristo de los pescadores, las
trabajadoras sexuales, los humillados. Excusen su contradicción
flagrante.
Para mis hermanos/as, mis compañeros/as, mis
amigos/as, mi familia elegida y parte de la no elegida, todos los
abrazos. El 2015 será de talento y muchísimo trabajo. La libertad y la
igualdad necesarias nos siguen colocando en la estacada. Vaya la
ternura de este sencillo escribidor y peleador social y político. Vaya
el beso, la mano, la cabeza que organiza y el corazón que ama. Y pase
lo que pase, “no importa, sé que hay muertos que alumbran los caminos”.
Diciembre de 2014, bajo el solsticio de verano en el fin del sur del mundo.
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