1.
La discusión acerca del capitalismo, el socialismo y el anarquismo
–aunque ya se registraba con principios muy generales- se desató desde
principios del siglo XIX, después de la Revolución Francesa y sus
resultados. Primero los anarquistas proudhonianos, luego los marxistas
y sus seguidores demostraron que el capitalismo (con su liberalismo
“social” o de libre competencia) es un sistema socioeconómico
totalmente injusto que sólo beneficia a una minoría de explotadores y,
por ello debe ser combatido; más adelante marxistas y anarquistas,
aunque combatieron juntos contra el capitalismo, tuvieron que
confrontarse porque los primeros querían construir un Estado proletario
transitorio y los anarquistas veían peligroso cualquier tipo de
Estado.
2. El Estado capitalista es un gran poder creado por las
clases dominantes, por los hombres más poderosos, por una minoría, para
someter al pueblo formado por el 90 por ciento de la población. El
Estado es el gobierno, el ejército, la marina, los tribunales, las
cárceles, la burocracia, la ideología trasmitida por los medios de
información, incluso las escuelas. Los socialistas de Marx conocen bien
al Estado capitalista y piensan que un Estado proletario, socialista,
sería todo lo contrario porque estaría al servicio de la mayoría, del
pueblo. Los anarquistas piensan que –cualquiera que sea el Estado sólo
beneficiaría a una minoría que en nombre del partido, del gobierno, del
pueblo, de los más capaces, sería el mismo aparato de dominación.
3.
El capitalismo ha demostrado en sus más de 500 años de vida que ha sido
muy benéfico para las clases minoritarias dominantes; por lo contrario,
tanto en los miles de años del esclavismo y el feudalismo, así como en
los que van del capitalismo la inmensa mayoría de la población (el 90
por ciento) ha sufrido pobreza, miseria y hambre. Eso lo sabemos un
puñado de gentes, pero la mayoría de la población no se da cuenta
porque la iglesia, los medios de información, la escuela, han logrado
que la sociedad en general no se dé cuenta de esa realidad. Pareciera
que la gente en lugar de pensar, de reflexionar acerca de su realidad,
sólo repite lo que los medios e instituciones quieren que diga. Por
ello el capitalismo lleva más de medio milenio de vida.
4.
Que debemos destruir el capitalismo y enterrarlo para siempre es obvio
y evidente; ¿pero con qué lo sustituimos? Desde Marx, Engels, Lenin,
Trotski, Stalin, Mao, Castro, el marxismo en general, se ha concluido
que los trabajadores deben hacer una revolución contra el Estado
capitalista explotador para construir una sociedad socialista con un
gobierno y un Estado de los trabajadores. El problema, por mil y una
broncas, fue que a pesar de que no les faltó a los dirigentes voluntad
y sacrificios, ni en Rusia, en el bloque oriental, ni en China, Cuba o
Nicaragua, se pudo construir nada parecido al socialismo, si entendemos
por éste la abolición del trabajo asalariado, la permanente
desaparición del Estado y la sociedad autogestiva.
5. Los
anarquistas: Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Fabri, estuvieron
siempre contra el Estado. Los dos primeros coincidieron con Marx, le
tuvieron mucho respeto por su obra teórica, pero jamás dejaron de
polemizar con él y oponerse a sus concepciones que consideraban
estatistas. Los anarquistas pensaron siempre –con la experiencia de la
Primera Internacional con Marx, luego con la Revolución rusa de Lenin,
Trotski, Stalin, que las organizaciones y dirigentes fijos y
“prestigiados” de un partido “proletario” se convierten luego en
gobierno y Estado, para luego convertirse en burocracia dominante. Por
ello los anarquistas son antipartido, antigobierno y antiEstado; luchan
por un movimiento de masas que se autogobierne.
6. ¿Con
qué sustituir el capitalismo? Los anarquistas no proponen un nuevo
gobierno o un nuevo Estado; centralmente buscan el desarrollo de la
conciencia de las masas en la permanente lucha social y, en eso proceso
ir construyendo el “poder” o la “fuerza popular” que se haga cargo de
la administración de las cosas. La Constitución capitalista o burguesa
comenzaría a ser sustituida por los mismos trabajadores. ¿Acaso las
fábricas, los bancos, las tierras, las escuelas, no pueden ser
administradas y dirigidas por los mismos trabajadores, campesinos y
estudiantes con concepciones colectivistas y muy lejos de la opresión
capitalista? Obvio, estas batallas tienen que ser mundiales y
nacionales, así como antimperialistas y toda la fuerza del pueblo.
7.
El anarquista Ricardo Flores Magón en 1911, es decir, hace más de 100
años, ya ponía un poco como ejemplo que “todos tendrían que producir de
acuerdo a su capacidad, colocar el producto de su trabajo en depósito
para que todos se abastecieran allí de lo que necesitan”. Era claro
para él que todos tenían la obligación de trabajar, que nadie se
quedaría sin comer, que no habría ninguna burocracia parasitaria, ni
partido, ni Estado que mande. Si bien el ejemplo es elemental en un
México agrario de unos 12 millones de habitantes, es muy claro que
puede haber una autoadministración de las cosas. México y el mundo se
han súper desarrollado tecnológicamente, pero paralelamente los
trabajadores de cada sector lo han hecho y no necesitan propietarios o
directores.
Blog del autor: http://pedroecheverriav. wordpress.com
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