Michael Brown no es el único joven negro que fue asesinado por un
policía blanco en los últimos tiempos pese a estar desarmado. Cansados
de los atropellos policiales, en su ciudad volvieron los ciudadanos a
movilizarse contra el racismo institucionalizado.
En 2011, la Universidad Brown situó al área metropolitana de Saint
Louis, que incluye a Ferguson, estado de Missouri, como la novena zona
urbana más segregada de Estados Unidos, un resultado que poco sorprende
en una región que aprobó e impulso leyes segregacionistas hasta que la
Corte Suprema nacional se lo prohibió hace más de 60 años.
Recientemente, Clarissa Haywar, una profesora de Ciencia Política de
la Universidad de Washington, fue aún más lejos y concluyó que “el área
metropolitana de St. Louis ha sido un ejemplo extremo de la segregación
racial durante 100 años”, en una entrevista con el diario Los Angeles
Times.
El estudio de la Universidad Brown, del estado de Rhode Island,
entiende la segregación en el país como la división de la comunidad
blanca y de las minorías, mayoritariamente afroamericanos, por barrios;
sin embargo, la separación racial de la que habla Haywar no se limita
al ámbito residencial en esta ciudad de poco más de 21.000 habitantes.
En Ferguson, el alcalde es blanco, seis de los siete concejales son
blancos, 49 de los 52 agentes que conforman la policía local son
blancos y hasta 6 de los 7 miembros del Consejo Escolar de la ciudad
son blancos, pese a que el 67% de la población y 78% del estudiantado
son negros.
Esta disparidad también se vio reflejada en el gran jurado que el
lunes pasado decidió no acusar al policía Darren Wilson por haber
matado de seis tiros a Brown, quien estaba desarmado, en un hecho
confuso en agosto pasado. Estaba compuesto por nueve blancos y tres
negros, pese a que alrededor de la mitad de la población del condado de
St. Louis es afroamericana.
Muchos analistas argumentaron en los últimos meses que el dramático
nivel de segregación de Ferguson y la falta de representatividad de la
comunidad negra en las instituciones públicas se debe a que en los
últimos 20 años la población cambió significativamente en la ciudad y
no dio tiempo a construir una nueva dirigencia.
En 1990, el 74% de los habitantes eran blancos y 25%, negros; en
2000, el 52% de la población eran afroamericanos y el 45% blancos; y
para 2010, la comunidad negra representaba el 67% y los blancos eran
una minoría con el 29%, según los respectivos censos.
“Mirando los índices de pobreza, es llamativo cuánto cambiaron en
sólo una década”, destacó Elizabeth Kneebone, autora de un reciente
informe del Brookings Institute sobre la situación socio económica de
Ferguson.
“En Ferguson en el año 2000, ninguno de los barrios había alcanzado
una tasa de pobreza del 20%. Pero a fines de esa década, casi todos
habían alcanzado o superado esa tasa de pobreza. Eso es un cambio muy
rápido en un período de tiempo muy corto”, explicó Kneebone a la
agencia de noticias Bloomberg.
Clase y color de piel son dos variables que suelen coincidir en
Estados Unidos, principalmente porque la mayoría de los ciudadanos
negros no cuentan con las mismas oportunidades laborales y educativas
que los ciudadanos blancos.
Una pequeña prueba de ello es que dos escuelas del condado de St
Louis, incluida la de Michael Brown, perdieron su acreditación estatal
en los últimos años, una sanción que se produce por falta de alumnos o
cuando estos obtienen resultados muy bajos en los exámenes estatales.
Sin embargo, para la investigadora de la Universidad de Buenos Aires
y el Conicet, Valeria Carbone, la evidente tensión racial y la crisis
de representatividad en Ferguson no son consecuencias del rápido cambio
demográfico.
“La actual tensión racial es consecuencia de una acumulación de
tensiones históricas, no tiene que ver con la cantidad de negros y
blancos que hay en una ciudad determinada. Algo muy similar a lo de
Ferguson pasó en 1991 en Los Angeles. En los setenta, sucedió en unas
150 ciudades de todo el país y en los ochenta en Miami.
Estructuralmente, siempre es la misma explicación, aunque cambia el
escenario y sus circunstancias específicas”, explicó.
Una recopilación hecha por el FBI a partir de datos de apenas 750 de
las 17.000 fuerzas de seguridad locales del país reveló que policías
mataron a dos negros desarmados por semana entre 2005 y 2012, según
publicó el popular diario USA Today en agosto pasado.
“Además, es muy difícil llegar a una posición de poder cuando el
sistema no te lo permite. Especialmente cuando hay una dirigencia
política como la de Ferguson que ni siquiera reconoce que existe un
problema”, agregó Carbone, una especialista de Historia estadounidense
que actualmente se encuentra investigando en la Universidad de
Pensilvania.
Después del asesinato de Brown, de 18 años, y en medio de la ola de
protestas y de brutal represión policial que le siguió, el alcalde de
Ferguson, James Knowles, descartó en una entrevista con la canal de
noticias MSNBC que el racismo tuviera algo que ver con lo que estaba
sucediendo y aseguró que “no existe una división racial en la ciudad”.
Las autoridades municipales también rechazaron que esa “división
racial” presuntamente inexistente impacte en las prácticas policiales.
Según la organización civil local Mejor Juntos, cerca de un cuarto
de los ingresos de la ciudad provienen de las multas y trámites
judiciales, un fenómeno común en ciudades tan pequeñas.
Sin embargo, un reciente informe del fiscal general de Missouri
reveló que un 86% de las detenciones de vehículos, el 92% de los
allanamientos y el 93% de los arrestos en Ferguson tienen como
protagonistas a afroamericanos.
“Es una ciudad en la que la policía siente que puede hacer y
deshacer a su gusto, en la que se dispara y se pregunta después, en la
que no se cuestiona bajo ninguna circunstancia la autoridad policial, y
en la que el accionar policial está claramente dirigido a la población
negra”, describió Carbone.
Por eso, para la historiadora, la posibilidad de llevar a juicio a
Wilson, el policía de 28 años que mató a Brown, era demasiado
arriesgada.
“El peligro de un juicio es que en ese proceso iban a tener que
comparecer todos los involucrados, y aquí todo el sistema está
comprometido”, concluyó.
Telam
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