WASHINGTON DC.- “Los dreamers han sido y siguen siendo punta de lanza de este movimiento”, dijo Maribel Hastings, asesora ejecutiva de Americas Voice, una alianza a favor de los inmigrantes.
Aunque crecieron como estadounidenses, estos jóvenes estudiantes no pueden manejar un auto, abrir una cuenta bancaria, viajar, obtener becas universitarias o trabajar legalmente, porque fueron traídos ilegalmente al país por sus familias cuando eran pequeños.
En su mayoría oriundos de Latinoamérica, algunos no hablan fluidamente el español y cuando son deportados, se encuentran en un país y una cultura desconocidos.
Los “dreamers” han sido “los más efectivos” activistas a favor de la reforma migratoria, señaló el politólogo Gary Segura, director de la firma encuestadora Latino Decisions.
“Han presentado un caso muy favorable, son muy persistentes, y han estado dispuestos a desafiar el sistema”, dijo Segura.
Durante un acto con latinos en 2011, emplazaron directamente al presidente Barack Obama a detener las deportaciones y cambiar el sistema migratorio. Un año después, el gobierno decretó el programa llamado “Acción Diferida”, que otorga un permiso temporal a los “dreamers” para vivir en el país.
Según cifras oficiales, más de 365 mil jóvenes se han acogido a esa prerrogativa, y los “dreamers”,“más que nadie pueden recibir el crédito” por esa decisión del gobierno, dijo Segura.
Ahora, con el objetivo más ambicioso de una reforma que abra la vía a la ciudadanía de los 11 millones de inmigrantes ilegales, las acciones se han vuelto más agresivas y arriesgadas.
En respuesta a un congresista que los acusó de tener “pantorrillas del tamaño de melones” por traficar drogas por el desierto, entregaron cientos de melones en el Congreso.
En desafío abierto a las leyes migratorias, nueve de ellos intentaron entrar a Estados Unidos desde México, donde fueron detenidos y luego liberados bajo palabra, esperando un posible asilo.
A principios de agosto participaron en una protesta frente al Congreso, que dejó 40 detenidos -cuatro de ellos indocumentados- y desde entonces integran la ola de movilizaciones en varios distritos para presionar a los congresistas contrarios a la reforma, en su mayoría republicanos, mientras pasan el verano lejos de Washington.
Aunque crecieron como estadounidenses, estos jóvenes estudiantes no pueden manejar un auto, abrir una cuenta bancaria, viajar, obtener becas universitarias o trabajar legalmente, porque fueron traídos ilegalmente al país por sus familias cuando eran pequeños.
En su mayoría oriundos de Latinoamérica, algunos no hablan fluidamente el español y cuando son deportados, se encuentran en un país y una cultura desconocidos.
Los “dreamers” han sido “los más efectivos” activistas a favor de la reforma migratoria, señaló el politólogo Gary Segura, director de la firma encuestadora Latino Decisions.
“Han presentado un caso muy favorable, son muy persistentes, y han estado dispuestos a desafiar el sistema”, dijo Segura.
Durante un acto con latinos en 2011, emplazaron directamente al presidente Barack Obama a detener las deportaciones y cambiar el sistema migratorio. Un año después, el gobierno decretó el programa llamado “Acción Diferida”, que otorga un permiso temporal a los “dreamers” para vivir en el país.
Según cifras oficiales, más de 365 mil jóvenes se han acogido a esa prerrogativa, y los “dreamers”,“más que nadie pueden recibir el crédito” por esa decisión del gobierno, dijo Segura.
Ahora, con el objetivo más ambicioso de una reforma que abra la vía a la ciudadanía de los 11 millones de inmigrantes ilegales, las acciones se han vuelto más agresivas y arriesgadas.
En respuesta a un congresista que los acusó de tener “pantorrillas del tamaño de melones” por traficar drogas por el desierto, entregaron cientos de melones en el Congreso.
En desafío abierto a las leyes migratorias, nueve de ellos intentaron entrar a Estados Unidos desde México, donde fueron detenidos y luego liberados bajo palabra, esperando un posible asilo.
A principios de agosto participaron en una protesta frente al Congreso, que dejó 40 detenidos -cuatro de ellos indocumentados- y desde entonces integran la ola de movilizaciones en varios distritos para presionar a los congresistas contrarios a la reforma, en su mayoría republicanos, mientras pasan el verano lejos de Washington.
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