“Los bárbaros llegan detodas partes. Y esto es algo que nos confunde un poco, porque no podemos aprehender la unidad del asunto, una imagen coherente de la invasión en su globalidad. Uno se pone a discutir acerca de las grandes librerías, de los fast food, de los reality shows, de la política en televisión, de los chicos que no leen y de un montón de cosas de este tipo, pero lo que no conseguimos hacer es mirar desde arriba y captar la figura que las innumerables aldeas saqueadas dibujan sobre la superficie del mundo.
Carolina Escobar Sarti.
Vemos los saqueos, pero no conseguimos ver la invasión. Ni, en consecuencia, comprenderla”.
Así inicia una de las secciones de Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación”, un breve y maravilloso texto que contiene 30 entregas de Alessandro Baricco, publicadas en el periódico La Reppublica entre mayo y octubre de 2006. Hay movimientos comunes a muchos de los actos bárbaros de estos tiempos, dice Baricco, que aluden a una lógica precisa y a una estrategia clara. Y cita a Schivelbush para recordarnos que “el miedo a ser derrotados y destruidos por hordas bárbaras es tan viejo como la historia de la civilización. Imágenes de desertización, de jardines saqueados por nómadas y de edificios en ruinas en los que pastan los rebaños son recurrentes en la literatura de la decadencia, desde la antigüedad hasta nuestros días”.
En Guatemala, país de históricos saqueos y despojos, Baricco diría que le gustaría estudiarlos, no tanto para explicar cómo han ocurrido y cómo se hace para retirarse de pie después de todo, sino para tratar de leer dentro de ellos el modo de pensar de los bárbaros que, poco a poco, van experimentando una pérdida de sentido que los deja sin alma a medida que van saqueando las “aldeas”, como las llama Baricco. Porque esos mutantes no tienen alma, dice él. Y es lo que declara el sheriff de Cormac McCarthy, pensando en su killer. “¿Qué le dices a un hombre que reconoce no tener alma? ¿qué sentido tiene hablarle?”.
Para desarrollar su teoría de los saqueos y los bárbaros que los imaginan y llevan a cabo, Baricco elige tres ámbitos específicos en los que este fenómeno se ha dado mucho en los últimos años: el vino, el fútbol y los libros. “Me doy cuenta de que, sobre todo en los dos primeros casos, no nos encontramos frente a gestos neurálgicos de nuestra civilización: pero es esto precisamente lo que me atrae: estudiar a los bárbaros en el saqueo de aldeas periféricas, no en su asalto a la capital”.
En los tres casos reproduce el siguiente mapa: con la complicidad de una determinada innovación tecnológica, un grupo humano alineado con el modelo cultural hegemónico y en complicidad con él, accede a un gesto que le estaba vedado, lo lleva de forma instintiva a una espectacularidad más inmediata y a un universo lingüístico moderno y consigue darle un éxito comercial asombroso, o sea, a una pérdida de alma.
“Así se descubre, por ejemplo, que una determinada pérdida del alma es, aquí, el resultado de una serie de pequeños pero significativos movimientos de tropas, por decirlo de alguna manera. Es una especie de acontecimiento que se compone de innumerables subacontecimientos simultáneos. (…) El primero es quizá el más fácil de ver. La disminución de la calidad ha coincidido con un aumento de la cantidad”.
Si extrapolamos todo esto al ámbito político guatemalteco podríamos comenzar a hablar de esos bárbaros mutantes que, con la complicidad de sus patrocinadores y de los medios de comunicación y la publicidad, se han convertido en políticos a la brava y se han alineado con el modelo político hegemónico y en confabulación con él, acceden a espacios y cuentas bancarias que le estaban vedados, hasta hacer de la política un espectáculo más inmediato y un discurso populista acorde a los tiempos. Con ello consiguen darle un éxito comercial asombroso, o para decirlo de otra manera, consiguen perder el alma.
cescobarsarti@gmail.com
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