México, 3 may (PL) El periodismo constituye hoy una de las profesiones más peligrosas, que en el caso de México se refleja en 68 homicidios y 13 desapariciones de comunicadores desde 2005 hasta marzo de este año.
Según el reporte de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en este período se registraron, además, 21 atentados a instalaciones de medios de comunicación y 20 recomendaciones por agravio.
Por ello, en el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se conmemorará hoy, la CNDH lanzó un llamado a las autoridades mexicanas para atender con eficacia "a quienes ejercen la libertad de prensa y expresión".
De acuerdo con el Informe Especial sobre la Libertad de Expresión elaborado en 2010, "México es el país más peligroso para ejercer el periodismo en las Américas desde el año 2000".
El estudio hace hincapié en tres preocupaciones: la impunidad generalizada en asesinatos a periodistas, la "alta concentración en la propiedad y control" de los medios de comunicación que explotan frecuencias de radio y televisión, y la "emergente tendencia a restringir el derecho de acceso a la información pública".
Sobre el tema, la Asociación Mundial de Radios Comunitarias refiere que el 72 por ciento de las estaciones están controladas por 10 grupos empresariales, los cuales en ocasiones hostigan a las emisoras comunitarias del país, indica un reporte de la Agencia IPS.
Por su parte, la Organización No Gubernamental Artículo XIX señala que desde el 2007, año en que el presidente Felipe Calderón inició el combate contra la delincuencia organizada, México libra también una guerra por el control de la información, donde los periodistas siempre están en la mirilla.
"En la medida que hacemos periodismo de investigación todos los reporteros estamos en peligro", expresó en días recientes a Telesur una joven periodista de 24 años que sintió en carne propia el miedo de ser amenazada por su trabajo en un periódico local de Durango, uno de los estados más violentos de México.
"No hay estrategias de seguridad. Los periodistas nos sentimos indefensos, no solo por si perdemos nuestra vida, sino porque no hay nada para los que se quedan atrás, la viuda, los huérfanos, la madre,(â��) no hay ni para el entierro", cuenta David Espino, un periodista guerrerense, otra de las localidades explosivas.
La llamada guerra contra "el narco" ya alcanza la cifra de poco más de 30 mil muertos, de los cuales alrededor de 900 son niños, quienes han fallecido como consecuencia de las balas perdidas en enfrentamientos armados o ataques directos, señala el sitio digital Informativo del Sur de Jalisco.
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