Guatemala: La retirada de Hidro Santa Cruz de Barillas
Hidro Santa Cruz se va 
de Barillas, según el escueto comunicado emitido el pasado 22 de 
diciembre. La retirada de la empresa oficializa lo que era práctica y 
hecho consumado: las deudas adquiridas ante financiadores 
internacionales, la demanda interpuesta por socios del proyecto, la 
falta de avance de la obra, la defenestración o retirada de importantes 
valedores políticos (gobierno patriota, anterior embajador español), la 
inmanejable conflictividad social y la persistencia de la resistencia de
 una “parte respetable” de la población (según reconocen 
finalmente los propietarios españoles de Hidro Santa Cruz) 
imposibilitaron el desarrollo del proyecto. 

Un proyecto inviable 
La salida del territorio de Barillas de Hidro Santa Cruz no es un 
hecho menor. Cuando una empresa abandona su inversión sin conseguir sus 
objetivos, se agrieta el proyecto de despojo. En la fase actual de 
acumulación del capital, los proyectos se interconectan en actores, 
operadores políticos, financiadores, estrategias de intervención, 
sociedades, ganancias. El patinazo estrepitoso de uno de esos proyectos no puede analizarse aisladamente. 
En el caso concreto de Hidro Santa Cruz, el fracaso empresarial agudiza
 la crisis de un modelo político (el proyecto patriota -neoliberal 
militar- que apostó por la violencia y la ilegalidad o la legalidad a la
 carta) y la crisis de un Estado heredero de la contrainsurgencia, 
construido para el despojo. Demuestra, de forma complementaria, que la razon empresarial y transnacional es tan violenta como frágil. 
Sin embargo, la salida de la empresa no cierra un proceso de agresión contra la población. La empresa adquirió derechos
 (por ejemplo sobre los terrenos) sin que hasta la fecha haya aclarado 
el destino y la utilidad de estos terrenos (venta, transferencia a otra 
empresa, alquiler, congelamiento hasta que existan condiciones para el 
retorno). Por otra parte, la marcha de Hidro Santa Cruz no vincula ni 
compromete la retirada de las empresas y los dueños españoles, 
particularmente activos durante las últimas semanas: David Castro 
Valdivia, Luis Castro Valdivia y Fernando Rodríguez continúan todavía 
presentes en el país (entre otras, con la sociedad Hidraes ingenieros 
consultores, de David Castro) y/o han realizado movimientos societarios 
recientes y masivos: constitución de siete sociedades el 3 de noviembre 
de 2016, cuyo rastro hasta Guatemala es conveniente seguir. Asimismo, la
 huida de HSC puede dificultar investigaciones sobre redes de corrupción
 y criminales, a partir de la apertura de una oficina de la Comisión 
Internacional contra la Impunidad en Guatemala, en Quetzaltenango. 
Cuál es el destino de los terrenos adquiridos mediante engaño, qué 
sucede con las empresas matrices, cómo se determinan las 
responsabilidades adquiridas por el daño causado a la población, de qué 
manera se obliga a los propietarios españoles de la hidroeléctrica a 
responder ante la justicia por la violencia y delitos cometidos, son 
preguntas (y escenarios) pendientes en la intensa disputa 
empresa-comunidades: el conflicto interrumpido pero inacabado. Una 
retirada sin mayores costos, más allá del tibio reconocimiento de 
errores expresado en el comunicado, debe ser impedida. La vigilancia de 
nuevos proyectos extractivos o de la reconfiguración del actual, la 
devolución de terrenos adquiridos ilegalmente, la investigación de las 
acciones ilegales cometidas por la empresa y otros actores 
(estructurales criminales), el resarcimiento como garantía de no 
repetición de hechos similares, se integran a la agenda de la 
resistencia. 
El desarrollo insostenible 
La marcha de Hidro Santa Cruz es un triunfo de la población que 
solicitó reiteradamente su salida: no es un simple distractor de la 
empresa, aunque antes, durante y después de la salida se sucedan maniobras
 para minimizar el impacto de lo sucedido. La resistencia comunitaria, 
con apoyo nacional e internacional, derrotó la persecución, la 
criminalización, el encarcelamiento de dirigentes, los intentos de 
cooptación, la estatalización de los intereses de la empresa: es decir, la configuración del Estado a la medida de la hidroeléctrica. 
Concebido como proyecto modelo (articulación de actores, forma de 
intervención, caballo de troya de otros proyectos energéticos) la 
oposición a Hidro Santa Cruz fue también el referente para contener este
 enfoque: una forma de decir no al militarismo en tiempos de paz y al 
despojo en tiempos del Estado (teóricamente) orientado al bien común. 
El comunicado oficial de la empresa distribuido de forma coordinada por
 todos los medios corporativos afirma que el proyecto hidroeléctrico 
Cambalam era necesario pero se volvió inviable. Esto, como la 
mayoría de las afirmaciones empresariales, es una verdad a medias o una 
mentira disfrazada. El punto de no retorno para la salida de Hidro Santa
 Cruz comenzó cuando la empresa impuso una visión de desarrollo ajena a 
la visión de la población: el desarrollo como beneficio individual y no 
como proyecto de vida colectiva; como imposición y no como consenso; 
como intervención ajena y no como construcción desde la comunidad. 
Corresponde, ahora, recuperar esos consensos y definir –desde los 
saberes comunitarios- la ruta hacia otro desarrollo justo y digno. 
Blog del autor: www.memorialguatemala.blogspot
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
 




 
 
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