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lunes, 30 de enero de 2017

Brasil, un país cada vez más insólito



Eric Nepomuceno
La Jornada 
A cada mirada lanzada sobre mi país me viene la sensación, desagradable sensación, de que somos la realidad más insólita del planeta. Y esa sensación no viene de grandes tragedias o fenómenos de la naturaleza agredida, sino de la pequeñez de los que nos gobiernan.
Por ejemplo: la foto que registra la presencia de Michel Temer y algunos de sus compañeros del gobierno surgido a raíz del golpe institucional que liquidó con el mandato de la presidenta Dilma Rousseff sobre el homenaje a Teori Zavascki, magistrado del Supremo Tribunal Federal muerto en un accidente aéreo el pasado 19 de enero.
En el velatorio, todos ellos con el muy compungido y solemne aire de profunda tristeza, como corresponde a ese tipo de ceremonia. Todos ellos ocultando ferozmente el alivio que esa muerte significa, ya que el proceso exigirá más tiempo. Cinco de ellos, Michel Temer, inclusive, están denunciados en la corte suprema en causas conducidas hasta aquí por Zavascki, acusados de corrupción: el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin; el canciller José Serra; el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, y el jefe de Gabinete del gobierno, Eliseu Padilha.
Si alguien se beneficiará con la eventual demora en las investigaciones debido a la muerte del magistrado, son precisamente el actual ocupante de la presidencia del país y la inmensa mayoría de sus aliados golpistas. El cinismo olímpico de esas figuras muestra hasta qué punto llegó la degradación moral de la ya descalificada clase política.
Otro dato insólito, pura ironía de los descaminos vividos: el sustituto de Teori Zavascki será designado por Michel Temer y luego confirmado por el Senado.
Es decir: el hombre que participará de la decisión de los denunciados por corrupción será nombrado por un sujeto sin la menor estatura ética, que en solamente una –una– de las delaciones premiadas de 77 altos y medianos ejecutivos de la constructora Odebrecht es mencionado nada menos que 43 veces. Ya se sabe que aparece en otras tres delaciones premiadas. Además, el nuevo integrante de la corte será confirmado por los 81 senadores de la República, de los cuales 12 están bajo investigación formal y otros nueve fueron mencionados y podrán ser indiciados e investigados.
A tiempo: uno de los candidatos a un sillón entre los magistrados de la instancia máxima de la Justicia en mi país, guardiana de la Constitución y de nuestros derechos, Ives Gandra Martins Filho, es fervoroso miembro del Opus Dei. Hizo voto de castidad, de pobreza y todo lo demás, uso de un cinturón de cilicio inclusive. Tiene opiniones propias: dice que la unión homoafectiva es comparable a la de la mujer que se casa con su caballo o del hombre que se casa con su perra. De aborto, investigaciones científicas con células embrionarias, legalización de drogas y otros temas, mejor ni hablar. No sin razón es el favorito personal de Michel Temer.
La presidenta del Supremo Tribunal Federal, Carmen Lucia, deberá homologar el contenido de las más de 800 páginas que abrigan las delaciones premiadas ofrecidas por los 77 ejecutivos del grupo Odebrecht a cambio de la suavización de las penas que recibirán por sus actos de corrupción. El temor en los medios jurídicos es que el próximo relator sea alguien que integre el ala de adoradores de las luces de la exposición pública, exactamente el contrario de Zavascki, un juez que opinaba solamente en los autos del proceso y evitaba de manera extrema las cámaras de televisión y las grabadoras de los reporteros.
La situación de Temer es especialmente delicada: él también está bajo investigación del Tribunal Superior Electoral, que incluirá en su juicio las denuncias que constan de lo que contaron los ejecutivos de la Odebrecht. Por lo que ya se sabe, son denuncias concretas y espeluznantes.
Hay más, mucho más, surgidas de la Policía Federal, que por la Constitución sería la policía judiciaria del Estado, pero actúa como partido político. El comisario-jefe encargado de la Operación Lavado Rápido admite cándidamente a la revista Veja, cuya parcialidad sería vergonzosa si sus responsables supiesen el sentido de la palabra vergüenza, que se perdió el timing propicio para detener a Lula da Silva.
A los pocos días fue desmentido por otro comisario de la Policía Federal, Igor Romario, quien afirmó que tal timing no se perdió y Lula podría estar preso en 30 o 60 días. Detalle número uno: en un abuso increíble, y con el evidente objetivo de apresar a Lula en un momento absolutamente delicado, lo afirmó cuando el ex presidente estaba en un Centro de Terapia Intensiva, acompañando a su esposa, Marisa Leticia, quien sufrió un grave accidente vascular cerebral y está en coma. Detalle número dos: ese mismo sujeto fue ardoroso defensor de la candidatura de Aécio Neves en las presidenciales de 2014.
Esa nueva demostración de parcialidad astronómica, de abuso de autoridad, de politización extrema de la Justicia, ocurre sin que ninguna clase de medida punitiva sea adoptada por sus superiores.
Sí, sí, hay todavía más, mucho más. Pero no quiero terminar de amargar mi domingo, y menos el de las muchachas hermosas de Oaxaca.

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