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viernes, 22 de enero de 2010




Ernesto Wong Maestre
(BARÓMETRO INTERNACIONAL,
especial para ARGENPRESS.info)

La política estadounidense de utilizar espacios en América Latina para operaciones militares no es nueva y es más amplia de lo que parece a primera vista, afirmó recientemente la BBC de Londres ante un hecho que es para varias generaciones de latinoamericanos y caribeños una “verdad de Perogrullo”.
Ya desde 1823, hace casi dos siglos, cuando el presidente James Monroe anunció aquella sentencia de “América para los americanos”, comenzó la doctrina estadounidense según la cual EEUU utilizó, y lo continua haciendo, los espacios de América Latina no sólo para operaciones militares sino para todo su caudal expansionista económico, mediante la exportación de capitales a fin de captar materias primas estratégicas, las inversiones de alta eficiencia en fuentes energéticas, adquisición de industrias estratégicas y bancos para el control del movimiento de capitales y engrosar las arcas financieras de EEUU, sistema de becas universitarias para robar los talentos latinoamericanos y caribeños, sistema de fundaciones privadas para canalizar los intereses de dominación cultural y comunicacional, entre otras formas de “utilizar a América Latina”.
Para ello, EEUU usó y continúa utilizando medios criminales a través de sus embajadas, tales como golpes de Estado; bloqueos militares; atentados a líderes; asesinatos encubiertos a confidentes, periodistas, adversarios, agentes entre otros tipos de personas consideradas como “obstáculos”; la instalación de bases militares desde donde operar oportunamente ante las justas rebeliones de los pueblos y las invasiones militares para ocupar territorios de otros Estados (Cuba, México, Nicaragua, República Dominicana, Panamá, Granada).
Relevantes historiadores venezolanos como Héctor Silva Michelena, Federico Brito Figueroa, o Luis Brito García, por citar sólo a tres; o analistas políticos e internacionalistas de diferentes nacionalidades y épocas, como William Dubois, Walter Lippman, Noam Chomsky, Eduardo Galeano, Atilio Borón, Luis Maira, René Zabaletta, entre otros cientos, -y hasta Premios Nobel de la Paz como Adolfo Pérez Esquivel, así como la mayoría de los líderes sociales latinoamericanos de hoy, han escrito o se han manifestado sobre la intromisión, penetración y uso de los espacios de América Latina por las fuerzas militares y/o de seguridad de los EEUU, de forma directa con tropas o indirecta usando como vínculos a otros actores, llamados “lacayos” o “vendepatrias” en el argot popular.
Lo novedoso hoy: actores y lineamientos
La novedad de la realidad actual en América Latina, impuesta principalmente por las circunstancia geopolíticas mundiales, el agotamiento del sistema capitalista y el deterioro de la economía norteamericana y europea, en lo cual los propios EEUU tienen una alta responsabilidad, consiste en que el uso de los espacios de este continente es ejercido por el aparato de dominación estadounidense como resultado de una combinación de esfuerzos entre cuatro grupos de actores, coordinados por las cabezas ejecutivas del complejo militar-industrial-comunicacional de EEUU.
El avance potente de la República Popular China, Vietnam, Brasil, Rusia y el impacto antimperialista de Venezuela en la región y consolidando el poder popular en el país, son algunos de los factores aceleradores del desmoronamiento de las bases de sustentación histórica del imperialismo yanqui.
Los cuatro grupos de actuación articulados en el sistema imperial serían:

a) grandes grupos criollos económicos y capitalistas dependientes, ante todo, de transnacionales estadounidenses o europeas.

b) organizaciones “civiles” en funciones de inteligencia (grupos políticos, redes “sociales”, fundaciones, organizaciones no gubernamentales ONG, empresas de seguridad institucional y personal, cadenas de medios privados y públicos de comunicación).

c) grupos paramilitares

d) el Comando Sur de EEUU que es el comando asignado para operar en toda América Latina, desde el Río Grande hasta la Patagonia.
Los cuatro grupos de actores son articulados, coordinados, controlados y evaluados, fundamentalmente, a través de tres amplias instancias gubernamentales de EEUU, como son:

1) Departamento de Defensa (Pentágono) y sus variadas agencias.

2) Departamento de Seguridad Nacional y sus más de veinte agencias, entre ellas la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Seguridad Nacional.

3) Departamento de Estado con su Agencia para el Desarrollo (USAID), todos vinculados al actual zar de la seguridad, el Director de Inteligencia Nacional (DNI), quien coordina con el Presidente Barak Obama las estrategias, las políticas y las tácticas públicas, mientras que supervisa el diseño final de las campañas de publicidad para cada “servicio” o “producto” generados en la articulación conjunta.
De acuerdo a la experiencia latinoamericana, podrían mencionarse varios lineamientos centrales emitidos desde el más alto poder, los cuales se han hecho obvios en la última década, “la más desesperada” para el tipo de “establishement” deseado por la actual “élite en el poder”, como diría el analista Wright Mills.
Uno de esos lineamientos, es garantizar que el financiamiento de esos actores recaiga lo menos posible sobre las finanzas estadounidenses y para lo cual ellos deben utilizar el instrumento del terror y el miedo, sea a la “implantación del comunismo” o a una invasión armada de EEUU -entre otros instrumentos- para ejercer presión sobre los multimillonarios y ricos latinoamericanos y sus familias, de manera que hagan aportes financieros sustantivos a la causa imperial. De ahí que el primer grupo de actores mencionados sea tan variado en forma, es decir, en fachadas.
Otro es que cuanto hagan los actores o se tenga previsto hacer, debe realizarse con la más férrea discreción, y evitar involucrar a EEUU, para lo cual se tienen compensaciones preparadas al mejor estilo del sistema judicial estadounidense o castigos del tipo de la base de Guantánamo o cárceles secretas para torturas en otro país (se han dado muchas denuncias) que no involucren a EEUU, y si resulta imposible, entonces involucrar a “la Compañía” y a sus eslabones sueltos. La extradición de altos capos y narcos a EEUU, así como el alojamiento y operatividad para “perseguidos políticos del comunismo” sean empresarios, políticos corruptos o terroristas, garantizados en las grandes mansiones de Miami y otras ciudades de la Florida o la garantía financiera en los bancos estadounidenses, son algunas de los instrumentos utilizados para garantizar la eficacia en el uso “discreto” de los espacios de América Latina por EEUU.
Un tercer lineamiento establece que todas las acciones deben estar enfocadas a manipular o falsear las realidades que atenten contra la credibilidad hacia “el liderazgo mundial” de EEUU, y el sistema capitalista, lo cual les obliga a falsear e ignorar los logros de los adversarios, aún cuando sean sociales e inminentes o innegables. Toneladas de publicaciones y cientos de miles de horas de programación “cultural” para afianzar la cultura de las élites hollywoodense o de turismo de sexo; de “entretenimiento” con deportes de alta factura individual; económico-financiera para justificar al capitalismo o exonerarlo de ser el causante de la crisis y de la grave situación climatológica; y hasta “deportiva”, como esas entrevistas llenas de mentiras políticas que realiza ESPN contra Cuba o de promoción de los deportes de alto rendimiento, más por utilidades que por sus beneficios sociales, son algunas de las evidencias más comunes en la red de medios transnacionales de comunicación televisivos, radiales e impresos.
Ejemplo de ello lo aporta el propio artículo de la BBC, hecho por esa periodista de apellido Valery, donde se dice que la denuncia hecha por el Presidente Chávez en la Cumbre de Conpenhague “ha traído a la escena a un tercer actor en forma inesperada: Holanda, país al que el gobierno venezolano acusa de contribuir a supuestos planes de Estados Unidos para amenazar la estabilidad de su gobierno, a través de bases ubicadas en Aruba y Curazao” y que “los gobiernos de Holanda y Aruba han negado tal cosa e insisten en que las bases son parte de la cooperación en la lucha contra el narcotráfico”.
De los privilegios, de la explotación y del enriquecimiento en Venezuela de los grandes grupos económicos holandeses que forman parte de los grupos de actores aliados a EEUU, y permiten y facilitan respaldo al gobierno holandés para hacerse de la “vista gorda” o dar su beneplácito a la “cooperación en la lucha contra el narcotráfico”, no se dice nada en el extenso articulo, mientras que apenas se menciona la denuncia del Vicepresidente venezolano, Ramón Carrizales, cuando un vuelo no tripulado de EEUU violó la soberanía de Venezuela. ¿Qué declaración realizarán ahora las autoridades holandesas sobre la grabación hecha y difundida este jueves 7 de enero de la conversación de un piloto estadounidense en pleno vuelo sin autorización venezolana reconociendo estar sobre territorio soberano de Venezuela'.
Por supuesto, EEUU, el primer responsable, negará la violación con el fin de neutralizar la denuncia venezolana y también para obtener mayor información de los medios, el tiempo y las fuerzas de que dispone Venezuela para su defensa.
Holanda, sus transnacionales y la vieja alianza con EEUU
Pero tampoco es cierto lo que menciona la periodista de que “el tercer actor” entró a la escena “de forma inesperada” pues desde inicios del siglo XX los intereses contrapuestos de estadounidenses y holandeses se conciliaron para explotar más eficientemente a la nación venezolana.
“Las pugnas entre los inversionistas angloholandeses y norteamericanos determinaron el convenio firmado en 1928 entre Henry W.A. Deterding, en representación de la Royal Dutch Shell y Walter C.Teagle, en representación de la Standard Oil of New Jersey, quienes suscribieron un pacto en escala internacional, denominado el acuerdo ASIS, destinado a repartirse las zonas de influencia y el mercado petrolero” mundial donde estuvo incluido el de Venezuela.(1)
Ya para 1954 EEUU, Holanda e Inglaterra se habían constituido en los dos principales inversionistas petroleros en Venezuela con millonarias cifras y niveles de ganancias autorizadas por los gobernantes de la oligarquía criolla que son tres factores de gran influencia en el subdesarrollo estructural de Venezuela.
El historiador Brito Figueroa menciona que en 1959 EEUU invertía en Venezuela 6.887.100.000 de bolívares mientras que Holanda lo hacía con 3.035.539.000 e Inglaterra con 1.289.709.000. Y respecto al nivel de utilidades, los tres monopolios petroleros para 1957 obtenían un rendimiento del capital, ya deducido el impuesto sobre la renta, de 32,3%. (2)
En sólo dos años las inversiones eran recuperadas.¡Fabuloso! exclamaría cualquiera de los tres más multimillonarios de la época: Ford, Du Pont y Rockefeller.
Era tal nivel de utilidades de las filiales de EEUU, Holanda e Inglaterra que cuando el encargado de la Presidencia, Edgar Sanabria, decidió aumentar los impuestos complementarios a las empresas extranjeras, el 18 de diciembre de 1958, la directiva de la Creole Petroleum Coporation (filial de la Standard Oil) emitió una nota de queja, la cual fue rechazada por el entonces Ministro de Minas, Julio Diez, quien les argumentó la inadmisibilidad de la pretensión estadounidense (3), lo cual fue un detonante en la Casa Blanca para terminar de preparar los planes posteriores estadounidenses en el espacio venezolano junto a Rómulo Betancourt (presidente recien electo en diciembre de ese año), en los cuales, el Pacto de Punto Fijo fue una de sus creaciones sistémicas más fructíferas para sus intereses.
Las invasiones armadas e intromisiones de EE.UU. con fines políticos
Para la periodista de la BBC resulta claro -dada su mente enajenada que no defiende a su país sino al agresor- que “existe una capacidad militar que Estados Unidos puede usar de otra manera, pero su principal objeto es manejar amenazas contra el narcotráfico”. El asunto no es que “puede”, sino que EEUU lo ha hecho en innumerables ocasiones en América Latina.
Sólo por recordar un acontecimiento posterior a las invasiones estadounidenses de México 1847; Cuba 1899, 1901, 1906 y 1912; Nicaragua 1934; Santo Domingo en 1965; y Granada en 1983: el de San Miguelito, Panamá, 1989.
En Panamá, aún en momentos que estaba desapareciendo “la amenaza soviética”, las fuerzas militares estadounidenses bombardearon a la población civil y produjeron miles de muertos, con vistas a evitar que esa población nacionalista llegara a obstaculizara el interés de EEUU por secuestrar al Jefe de Estado, Manuel Noriega, para luego modificar, según sus intereses, el sistema político panameño, que se había conformado a partir de la época del líder popular Omar Torrijos.
Desde la década del 90 hasta hoy, Panamá ha sido un país donde el grupo gobernante ha respondido a los intereses estadounidenses hasta el punto de proteger a connotados terroristas como Luis Posada Carriles y Orlando Bosh en época de la gobernante Mireya Moscoso. Hoy, el actual presidente Martinelli se ha distanciado tanto de Latinoamérica que ha llegado a respaldar al dictador hondureño Michelleti, reconocer las espurias elecciones organizadas por la dictadura hondureña y volver a llenar de bases estadounidenses a Panamá.
De manera que no hay ninguna razón lógica, ni histórica, para que la periodista haga suya las consideraciones de un analista según el cual “es especulativo del gobierno venezolano” decir que EEUU usará las 7 bases militares establecidas en Colombia para fines políticos.
No fue en balde que Barack Obama haya dejado personalmente en la última Cumbre de las Américas aquel lineamiento para sus seguidores, entre los que desempeñan el papel publicitario los periodistas de los medios transnacionales. “Hay que olvidarse de la historia”, dijo Obama, lo cual fue fuertemente rechazado por los líderes progresistas latinoamericanos quienes resaltaron que el reconocimiento de la historia es garantía de la propia identidad.
En el artículo citado se pretende desconocer que incluso, en el propio Congreso de EEUU, los representantes y senadores han debatido acerca de los usos en labores de inteligencia de las bases militares, las cuales incluyen la desestabilización mediante acciones encubiertas de los gobiernos considerados unilateralmente como enemigos de EE.UU.
Tal parece que la orden es enmascarar más las operaciones militares, y en ello juegan su papel los términos a utilizar y difundir, como una enseñanza o herencia directa de los renombrados investigadores positivistas lógicos del Círculo de Viena.
La periodista citada quiere ennoblecer la actitud villana y cruel estadounidense, dirigida a provocar el caos en los países latinoamericanos que defienden sus riquezas y su soberanía. Ella espera “tapar el sol con un dedo” refiriéndose a las 'localidades operativas” y los “convenios especiales” para usar las instalaciones militares de los ejércitos latinoamericanos formados en la tenebrosa Escuela de las Américas y que aún están plegados al dictado del Pentágono.
Es lamentable, a efectos de evaluar la ética periodística, que se quiera aparentar desconocer que esas “localidades operativas” pueden ser desde un centro operativo de acciones terroristas, hasta una cárcel clandestina o un centro de torturas, los cuales, más de un gobierno aliado a EEUU, lo ha tenido que denunciar o al menos criticar para satisfacer las presiones de los parlamentos o de los medios de comunicación plegados a intereses de poder contradictorios a los intereses de los gobiernos de turno.
La propia página Web del Southcom citada declara que la responsabilidad de dichas localidades es 'proveer planes de contingencia, operaciones y cooperación en materia de seguridad para América Central y del Sur, el Caribe, Cuba, y la protección de los recursos militares de EE.UU. en estas zonas'. ¿Se pretende hacer pensar que son planes de protección ciudadana o planes para mejorar la salud de la población'¿sabrá ella cuáles son los recursos militares de EEUU en estas zonas'. ¿Por qué no se le pregunta a EEUU quién les ha dado derecho sobre esos “recursos militares”'.
Bien se conoce mundialmente que los recursos, más que militares, son para mantener sus grandes industrias como son las materias primas estratégicas y los recursos naturales no renovables, propiedad de los pueblos latinoamericanos o caribeños, que con tanta pasión defienden los países de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
De manera que ese cuentico de que las bases militares estadounidenses se abren y luego quedan ahí “por años” y por “razones de inercia burocrática”, se lo debe guardar bien hondo y no andar dejándolo como mensaje subliminal pues ya nuestros pueblos “no comen cuentos” y en un momento u otro reclamarán con mayor fuerza el respeto que se merecen, así como la hace a diario el valiente pueblo bolivariano al cual la periodista no quiere respetar ante un asunto tan delicado como es la soberanía y la integridad de la Nación.

Citas:
1) Pag 431, Federico Brito Figueroa, Historia Económica y Social de Venezuela, editorial UCV.
2) Pag. 442, idem.
3) Pag. 446, idem.

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