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miércoles, 27 de enero de 2010


Reflexiones poco literarias sobre el lenguaje

Por Ricardo Arturo Salgado Bonilla

Rebanadas de Realidad - Tegucigalpa, - Siete meses de vivir bajo el primer régimen golpista del siglo XXI ha sido, seguramente, una experiencia muy dolorosa para el pueblo hondureño. Este ha sido un periodo de muchas decepciones, oportunismos, traiciones, calumnias, mentiras y cobardías. Se han hecho muchos cálculos y se ha rumorado por muchas horas; muchos lamentamos los decesos de compañeros que creían en algo mejor, algo mas allá de la comprensión de la mayoría de nosotros.

Por otro lado encontramos muchos compatriotas que, estando vivos, sufren de una terrible ceguera producida por las voces de dios; por las voces de los sirvientes de los mercaderes, ya sea de ojos rasgados o pelo anillado; ya sea por convicción o por problemas estomacales; estos sirvientes han hecho mas daño que las balas asesinas de los militares anónimos, que reciben la ordenes del sirviente verde olivo de los mercaderes, que disfrazado de general, no ha tenido empacho en manchar de sangre las manos de jóvenes soldados que hoy son enemigos de su propia gente.

No existe en la sociedad hondureña quien no se viera involucrado en una discusión que muchas veces no entendía. En nombre de dios y de la democracia, los mercenarios de la extorsión y la desinformación, fueran periodistas, pastores, cardenales o analistas, invocaron la necesidad de enseñarnos a los que no estamos de acuerdo con que solo muertos somos buenos. Cobardes manipuladores, que ponen palabras, cuyo significado ignoran, en la mente y la boca de hondureños, que siendo victimas del engaño, optan por creer la historia de que viven en bienestar.

Nosotros también reclamamos la democracia como bandera. Pero parece que lo que es democracia para nosotros, es “comunismo” para ellos; lo que es democracia para ellos es mortal para nosotros. Sus grandes ganancias son el resultado de las bondades del sistema; nuestros míseros salarios, un gran regalo que no sabemos apreciar; a los ojos del cardenal, ambas cosas, son voluntad divina.

Luce como que el idioma que hablamos es diferente; la corrupción de ellos un motivo para salir en las páginas sociales, el hambre de nuestra gente una posible causa para ir a la cárcel. Cuando a ellos no les gusta algo quitan al presidente; cuando nosotros protestamos, el comisionado de los derechos humanos alega que nos someten con balas de goma (aunque nos perforen el cráneo); en ambos casos el cardenal dice que fue producto de la sucesión constitucional, aunque esta no exista.

Cuando ellos escriben dicen la verdad y hablan en nombre de todo el pueblo; cuando nosotros escribimos son mentiras pagadas por Chávez. Los trabajadores organizados son, en su visión, enemigos de la inversión extranjera; en la nuestra verdaderos héroes de la patria. Y, aunque a veces desviamos nuestra atención hacia objetivos equivocados, para nosotros ellos son golpistas; para ellos nosotros somos “cuatro vagos”, aunque si nosotros no trabajamos ellos no comen.

Ellos tienen la capacidad para ver virtudes que el resto del mundo no puede ver; así que nombran héroe al impostor, y no tardan en santificar al papagayo. Cuando recuerdo que este papagayo en particular es políglota, me pregunto ¿por qué no se han terminado de extinguir estos papagayos? Pueden mentir en varios idiomas, y promover el odio de mil maneras. Igual hacen los que hablan en “lenguas” en el medio del oficio de traficar con las necesidades espirituales de la gente. Que decir de los seguidores de Escrivá de Balaguer, no hablan español, hablan latín y quisieran crucificar a todo aquel que no creen su prójimo. Esta pequeña secta, Obra de Dios que carga con tantos muertos a lo largo de su historia, trajo a la inquisición de regreso a Honduras, y blasfemó poniendo una bruja de vice canciller. Su jefe, la de la “Unión Criminal de Delincuentes”, a través de su marido, daba a este la opción de hablar en inglés ante público de habla castellana.

Si es cierto, hablamos idiomas diferentes, y lo mas probable es que esa dificultad se mantenga de por vida; nosotros no queremos aprender su lenguaje, ello no pueden aprender el nuestro. La democracia, entonces, de la que hablamos nosotros debe mostrar las bondades que la de ellos nos ha negado por siglos. Es evidente que no nos vamos a entender, entonces debemos buscar nuestro camino para cambiar esta sociedad, que le da tanto a los que no hacen nada y condena a la miseria a los que más trabajan.

Los retos de convivir en el medio de todas las inequidades, las injusticias, el hambre y la miseria que corroen el cuerpo y el espíritu de nuestro presente, deben superarse para vivir el futuro, nuestro futuro. Este, fundamentalmente este, debe ser el motor de nuestras luchas. El motor impulsado por el combustible de la unidad, de la inteligencia, de la supremacía de las ideas sobre la idiotez de la codicia.

Hoy ya no importa si nos entendemos con ellos; lo que cuenta es entendernos entre nosotros mismos. Para ellos la reconciliación equivale a que nos rindamos; para nosotros solo hay reconciliación si hay justicia, porque ni olvidaremos ni perdonaremos. No importa cuantas veces repita el papagayo que es necesaria la armonía entre la familia hondureña, nosotros no podemos estar en esa fiesta si nos toca usar la puerta de servicio.

Todos estos pseudo analistas deberían entender que todas las cosas tienen un límite demarcado por la propia naturaleza de las relaciones entre los hombres; no pueden someternos a la obscuridad de la ignorancia para siempre; y ya les hemos dado muestras de que no les creemos. Pero nosotros también debemos entender que estos dinosaurios no se van a ir por su cuenta; si no hacemos algo van a perdurar; si hacemos algo van a luchar con todo lo que tienen; para eso debemos estar preparados.

Estamos en la obligación histórica de entender nuestra posición en la sociedad; aprender a diferenciar las cosas que nos destruyen de aquellas que nos definen. Debemos aprender que mi compañero del lado hace un solo hombro con el mío; el sujeto frente a nosotros prefiere que seamos dos hombros débiles, diferentes, frágiles, vulnerables, aunque a la hora de morir nos echen en la misma fosa.

Ahora nos toca defender lo que nos interesa a nosotros; lo de ellos tendrán que demostrar que es legitimo, sin corrupción, sin suciedad, sin sangre. A partir de ahora comenzamos a vivir una nueva historia; una vida llena de solidaridad y compañerismo, una vida donde las cosas que decimos significan lo mismo para todos.

Esta es la democracia por la que luchamos y seguiremos luchando, mas allá de los que se disfrazan de nosotros, pero no nos entienden, porque ellos viven de no entendernos; viven para no entendernos; viven si nos traicionan. Esos con disfraces de pueblo, que no huelen a sudor y que repudian el mal olor. Esos que maldicen el hambre en banquetes organizados en grandes hoteles, y se preguntan que parte del mercado tienen que invocar para engañar, y seguir viviendo de banquete en banquete, hasta que se acabe el hambre de los que no tienen nada o el patrocinio de los que tienen demasiado.

Mañana marchamos, después la lucha continua, vamos a tomar lo que nos corresponde, vamos a recuperar nuestra soberanía; el amor por los nuestros, vamos a recuperar la patria de los que hoy la enajenan; sean de acá o parientes de Bin Laden.

Después de divagar es bueno darse cuenta que hoy el futuro de nuestro país es mas claro y prometedor que nunca, solo hace falta que todos cumplamos.

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