La Seguridad del Estado de Cuba ha documentado 581 agresiones en 41 países contra representaciones de la isla en el exterior (http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/05/17/hablamos-de-terrorismo-cuba-ha-sufrido-cientos-de-agresiones).
Aquí hablo de dos que me tocaron cerca afectivamente. La bomba de alto
poder que estalló en la embajada de Cuba en Lisboa cerca de las 5 de la
tarde cuando estaban al entrar al lugar los pequeños hijos de los
diplomáticos cubanos que regresaban de la escuela. Como un rayo, fulminó
a Adriana Corcho Calleja y a Efrén Monteagudo Rodríguez, de 35 y 33
años, respectivamente, funcionarios de la sede diplomática. El
dispositivo fue dejado junto a la puerta de uno de los departamentos que
formaban parte de la representación cubana por un individuo que entró
al vetusto edificio y se retiró de manera apresurada.
Era el 22 de abril de 1976, cuatro meses después de que tropas
cubanas derrotaron una importante agresión esmeradamente organizada por
la CIA contra la naciente República Popular de Angola. Estados Unidos
lanzó una potente columna del ejército racista sudafricano, numerosas
fuerzas del vecino Zaire y experimentados mercenarios blancos contra el
joven Estado. Al percatarse de lo que se avecinaba, el presidente
angoleño Agustino Neto solicitó el apoyo de Cuba. Yo había conocido a
Adriana durante una misión reporteril en la Lisboa de la revolución de los claveles y
esto hizo que mi estremecimiento fuera mayor ante la noticia del
atentado. Muy cerca de donde estalló la bomba conversamos en más de una
ocasión y pude aquilatar su pensamiento revolucionario, competencia
profesional y buen talante.
La primera derrota militar ante Cuba en Angola –todavía faltaba otra
mucho más contundente en 1988– enfureció al gobierno del presidente
Gerald Ford y en particular a la CIA. Justo seis meses después del
crimen en Lisboa y en nuevas circunstancias luctuosas por el sabotaje
contra un avión de Cubana en vuelo donde murieron sus 73 ocupantes,
Fidel Castro expresó:
En los últimos meses el gobierno de Estados Unidos, resentido por la contribución de Cuba a la derrota sufrida por los imperialistas y los racistas en África, junto a brutales amenazas de agresión, desató una serie de actividades terroristas contra Cuba. Esa campaña se ha venido intensificando por días y se ha dirigido, fundamentalmente, contra nuestras sedes diplomáticas y nuestras líneas aéreas.
El 11 de septiembre de 1979, Félix García, mi amigo y diplomático de
la misión de Cuba ante la sede de la Organización de Naciones Unidas en
Nueva York, se dirigía a una cena en el barrio de Queens, después de
haber acompañado a amigos chilenos a un acto para recordar al presidente
Salvador Allende, asesinado exactamente seis años antes en un golpe de
Estado orquestado por la CIA, pero no pudo llegar a su destino.
Al detenerse su auto en un semáforo, el terrorista Pedro Remón,
entrenado en ese tipo de acciones por la central de inteligencia gringa,
le descargó desde una motocicleta una ráfaga de tiros que puso fin a su
vida. Ya nunca más Félix iluminaría mi oficina en la revista Bohemia con sus dicharachos criollos y simpatía personal.
Félix es el único caso de un diplomático acreditado ante Naciones
Unidas que haya sido asesinado en Nueva York. Remón reivindicó el crimen
en llamadas a los medios, pero no fue hasta avanzados los años 80 que
resultó juzgado y condenado por un tribunal estadunidense, cuando sus
sangrientas acciones terroristas habían comenzado a perjudicar intereses
de Washington.
Por cierto, en cuanto cumplió su condena continuó con absoluta
impunidad su actividad terrorista contra Cuba, dentro y fuera de Estados
Unidos.
Los dos casos anteriores están entre los más notables atentados
perpetrados contra sedes y funcionarios diplomáticos cubanos, pero
también en muchos otros ha corrido sangre, no sólo cubana, sino de
personas de otras nacionalidades. Aquí mismo en México el ya mencionado
terrorista Pedro Remón tuvo una participación en un intento de
secuestro, en 1976, de Daniel Ferrer Hernández, cónsul de Cuba en
Mérida, en el que resultó asesinado el técnico de pesca cubano Artagnan
Díaz Díaz.
La historia del terrorismo contra Cuba y, en particular, contra sus
sedes diplomáticas, es larga. Pero hay razones para pensar que la mafia
fascista de Miami y sus amigochos en el (des)gobierno de Donald Trump se
proponen estimular la vuelta a esas prácticas.
Estados Unidos continúa su mutismo cómplice respecto del
ametrallamiento de la embajada de Cuba en Washington, cometido el pasado
30 de abril. Ni una palabra sobre un hecho tan grave parece esconder
algo inconfesable. Si este atentado no es investigado y esclarecido con
apego a las leyes de Estados Unidos y a la Convención de Viena sobre
Relaciones Diplomáticas sentará un nefasto precedente.
Twitter: @aguerraguerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario