Mientras
los distintos Estados en el mundo siguen viendo al Covid-19 como un
enemigo a vencer, a través de una guerra declarada contra este nuevo
virus, mediante la imposición de distintas medidas restrictivas a la
población, como los son toques de queda, cuarentena obligatoria,
cordones sanitarios, cierra de fronteras, entre otras, la discusión
sobre las causas estructurales de fondo de lo que está ocurriendo
prácticamente están ausente en los grandes medios de información.
Es
así como ante esta emergencia sociosanitaria, la cual tiene al mundo
entero en una completa incertidumbre de lo que pasará en el futuro, ha
aparecido un discurso conspiracionista para explicar lo que está
ocurriendo, el cual está ganando cada vez más adeptos, y que puede ser
visto como una manera despolitizada de afrontar un proceso en curso, el
cual niega la posibilidad de pensamiento crítico y en la construcción de
alternativas.
Un discurso conspiracionista sobre la aparición
del Covid19, el cual va desde la idea de una arma biológica fabricada en
laboratorio por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, China o
Israel, la introducción de la red telefonía móvil 5G o el control de la
natalidad de la población por parte de Bill Gates para el beneficio de
las grandes farmacéuticas, negando así todas ellas el origen zoonótico
sobre este nuevo patógeno.
Si bien estas retóricas
conspirativas están siendo usadas por gobernantes de distintos países,
tanto de izquierda como de derecha, para justificar su autoritarismo
interno, la idea de una conspiración universal no tiene nada de nueva y
está dentro de un discurso del poder obsesionado con el complot de
ciertos grupos secretos (judíos, musulmanes, iluminatis, brujas,
marxistas, jesuitas, anarquistas, masones, reptilianos) que tendrían la
capacidad absoluta de manipular a las masas.
Es cierto que los
complots han existido históricamente en distintos lugares,
materializándose estos a través de golpes de estado, asesinato de
líderes políticos, control de medios de información, implementación de
sanciones económicas, pero han estado situados en términos espaciales y
temporales. En consecuencia, han sido el resultado de procesos concretos
y no por la acción de un grupo oculto moviendo los hilos desde arriba.
Por
ende, creer en el conspiracionismo, es pensar que procesos como el
capitalismo, colonialismo, androcentrismo o antropocentrismo, responden a
la creación orquestada y sin contrapeso de un grupo determinado, y no
al resultado de luchas históricas entre distintos actores y la
imposición de ciertas concepciones de mundo excluyentes que se demoraron
siglos en desarrollarse.
Por ejemplo, el caso del
colonialismo del Estado de Israel hacia el pueblo palestino, visto desde
el pensamiento crítico, responde a un proceso que tiene relación con la
imposición de una ideología nacionalista (sionismo), heredera de los
imperialismos europeos. De ahí que la Nakba (catástrofe) y el apartheid
impuesto en territorio palestino no tengan relación con un plan judío
oculto para dominar el mundo, tipo Protocolos de los Sabios de Sion,
como piensa el conspiracionismo antisemita.
Lo mismo con esta
nueva pandemia, la cual no tiene nada que ver con el conspiracionismo de
algún grupo determinado para imponer un nuevo orden mundial, como lo
puede ser el Grupo Bilderberg, sino el resultado histórico de un proceso
de conquista de ecosistemas para la implementación de modelos
insostenibles de vida, a través de la desforestación, urbanización,
industrialización y mercantilización del planeta, lo que ha generado la
liberación de nuevos patógenos.
Por último, como bien plantea
el investigador belga Michel Collon, el conspiracionismo es una forma
conservadora de derrotismo político, la cual le hace el juego finalmente
a los grupos de poder existentes, desmovilizando así a la población y
negando la posibilidad de desarrollar una praxis política
transformadora.
Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo
Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable
Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Doctorando en Estudios Sociales de América Latina
Editor del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org
https://www.alainet.org/es/articulo/206525
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