La
debacle causada por la pandemia del Covid-19 ha devastado economías
nacionales, multiplicado el desempleo, marginación, hambre y pobreza y
la crisis o quiebra de empresas de todos los tamaños. Pero algunas
empresas y algunos de los más ricos del mundo han ganado en grande con
esta pandemia.
Se aceleró la preocupante tendencia que ya
existía a la digitalización (junto a la robotización y uso de
inteligencia artificial) de muchas actividades industriales y
financieras, así como de nuevos sistemas de vigilancia y control
ciudadano.
Las principales ganadoras de la pandemia son
las grandes plataformas digitales: Amazon, Microsoft, Apple, Google
(Alphabet), Facebook, Baidu, Alibaba, Tencent. Las primeras cinco,
conocidas como GAFAM, tiene matriz en Estados Unidos, las otras tres,
con el ahora sugestivo acrónimo de BAT, en China.
Otras
plataformas digitales, como las de entretenimiento, Zoom y algunas de
entregas a domicilio también han crecido. Otras, como Uber y Airbnb han
tenido pérdidas, aunque su meteórico ascenso y competencia desleal con
las compañías regulares de taxi y hoteles (mayormente al no pagar
impuestos) les habían dado abultadas ganancias.
La
primacía de mercado y ganancias de las ocho mayores plataformas (GAFAM y
BAT) es abrumadora. Según el informe 2019 sobre economía digital de la
Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), 70
plataformas digitales tienen el 90 por ciento del mercado mundial, pero
las siete más grandes tienen dos tercios del mercado. Esas mega
plataformas han aumentado significativamente sus ganancias en 2020, al
igual que sus fundadores, Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft) y
Mark Zuckerberg (Facebook).
Según UNCTAD, las empresas
estadunidenses y chinas controlan el 75 por ciento de las nubes de
cómputo, 75 por ciento de las patentes sobre cadenas de bloque
(blockchain) y representan el 90 por ciento del valor de capitalización
de mercado de todas las plataformas digitales.
Han seguido
el mismo patrón que otros rubros industriales: las megaempresas se
tragan a competidores más pequeños, logrando un control oligopólico del
mercado. En años recientes, Facebook compró Whatsapp e Instagram;
Microsoft compró Skype, Amazon compró Souq, la principal plataforma de
Medio Oriente. Facebook controla dos terceras partes de la redes
sociales y Google más del 90 por ciento de las búsquedas. Amazon, la
mayor ganadora con la pandemia, superó a Walmart como la mayor en ventas
minoristas a nivel global.
Uno de los nichos de
dominación de mercado es que ofrecen almacenar los datos de otras
empresas e instituciones públicas en sus servicios de nubes, donde
también pueden manejar esos datos con inteligencia artificial. Esta
capacidad de almacenamiento y uso de los datos (extracción, minería de
datos, gestión, interpretación, venta), es el motor fundamental de sus
ganancias.
Siendo un factor de importancia creciente en
economías nacionales y rubros industriales esenciales, las grandes
plataformas no tienen casi fiscalización, regulación o supervisión
pública. Básicamente establecen sus propias reglas, y alegando su
carácter global, están entre los mayores evasores de impuestos, lo que
significa cifras astronómicas, mayores que el PIB de decenas de países
enteros.
El factor fundamental de ganancia son los datos
que les entregamos al usar estas redes. No solamente como individuos,
también hay gobiernos que entregan o facilitan a esas plataformas los
datos de sectores enteros de la población. Por ejemplo, Luis Hernández
Navarro explica que en México, la Secretaría de Educación Pública
orienta a que la educación a distancia se realice a través de las
herramientas que ofrecen Google y Youtube, con lo que éstas tienen
acceso a una multiplicidad de datos de las y los profesores, alumnos e
instituciones, incluyendo intereses, edad y ubicación geográfica (La
Jornada, 14-04-20 https://tinyurl.com/y8q7788x)
Otra
importante fuente de datos es el aumento exponencial de sistemas de
vigilancia y control. Con la pandemia se ha extendido el uso de
aplicaciones que siguen a las y los ciudadanos de ciudades o países
enteros, supuestamente para alertar si son o no un riesgo de contagio.
Esto a su vez, se cruza con el uso de cámaras y lentes “inteligentes”,
conectados a bases de datos estatales o privadas, que ya se usan
extensivamente en China, Rusia, Corea y otros países asiáticos, y va en
rápido aumento en Europa, América del Norte y del Sur. El negocio es
tan lucrativo, que los clásicos competidores de sistemas operativos
Google y Apple, colaboran ahora en ofrecer una aplicación gratuita de
monitoreo durante la pandemia, que probablemente luego incorporarán por
defecto a todos los dispositivos.
Las implicaciones de
control, vigilancia y potencial represión gubernamental de estos
sistemas quitan el aliento. Pero son aún más amplias las consecuencias
políticas y económicas que tienen al otorgar acceso masivo de los datos
de los ciudadanos a estas empresas y la “inducción” que las que compran
los datos ejercen para vender desde productos a preferencias
electorales, como sucedió con Facebook y Cambridge Analytica. No es solo
un tema de privacidad de datos personales, se trata de los nuevos
gerentes del mundo y cómo vamos a enfrentarlos colectivamente.
Silvia Ribeiro
Investigadora del Grupo ETC
https://www.alainet.org/es/articulo/206647
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