El mandatario reparte culpas
En marzo el presidente afirmó que Chile estaba
mejor preparado que Italiapara enfrentar el coronavirus
Santiago. Apenas al día siguiente de que el ministro de Salud admitió que
se han derrumbado como castillo de naipeslos modelos en que confió sobre cómo controlar la peste del Covid-19 y que día a día
navegamos en una suerte de oscuridadpara responder a la crisis, el presidente chileno, Sebastián Piñera, reconoció que sí, su gobierno se ha equivocado en la gestión de la pandemia.
El gobierno está muy exigido y hemos cometido errores, por supuesto que sí, pero también me siento orgulloso de lo que hemos hecho en los últimos meses, pues hemos construido una red de salud y de protección social para todos los chilenos, sostuvo el presidente. Pero como suele suceder con Piñera, acto seguido responsabilizó a terceros de los errores: esta vez, a los estudios sobre la propagación del coronavirus que han hecho universidades, de los que, afirmó,
han sido poco precisosy
se han apartado mucho de la verdad.
En marzo, Piñera aseguró que su gobierno estaba listo para un
escenario de 100 mil contagiados simultáneos, de los cuales 16 mil
estarían hospitalizados, y que Chile estaba mejor preparado que Italia
para enfrentar el coronavirus.
Lo cierto es que las palabras del mandatario llegan cuando las cosas
empeoran de manera acelerada: Chile superó ayer la cifra de 83 mil
contagiados a un ritmo promedio de 4 mil diarios y llegó a 841 muertos,
mientras la red de salud da síntomas de saturación pese a los denodados
esfuerzos gubernamentales por aumentar las camas críticas y la
disponibilidad de respiradores mecánicos. El informe diario de la
Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) dice que a nivel país
87 por ciento de las camas de cuidados intensivos están ocupadas, pero
crece al 97 por ciento en Santiago. De los 2 mil 153 ventiladores
mecánicos operativos, 76 por ciento están ocupados, y la cifra sube a
más de 90 por ciento en Santiago. En algunos hospitales públicos al sur
de Santiago, la situación es de franco colapso, se viven escenas
terribles con pacientes que esperan hasta 12 horas en las ambulancias
para ser socorridos, con familiares llorando y clamando a gritos por
atención. El gobierno ha trasladado a decenas de enfermos a hospitales
regionales para mantener alguna disponibilidad en Santiago.
Entrevistado por Radio Cooperativa, el biólogo Tomás Pérez,
subdirector de la Fundación Ciencia y Vida, hizo un anticipo
catastrófico de lo que podría ocurrir en la capital del país, porque las
proyecciones tienen similitudes con las de naciones que tuvieron un
drástico aceleramiento de infectados.
“Todos los países –explicó– que entraron en zona crítica pasaron
entre uno y dos meses en esa situación, es importante entenderlo: esto
no es algo que va a terminar en dos semanas más. ¿Cuánto vamos a estar
escalando hasta llegar al pico?; eso va a depender de las medidas que se
impongan esta semana y de qué tanto seamos capaces de respetarlas. Si
seguimos haciendo las cosas así de mal, con movilidades permanentes, con
millones de permisos (para salir de casa), miles de ellos diarios, con
60 por ciento de movilidad permanente, eso no tiene ningún sentido; lo
que va a ocurrir es que vamos a continuar en ascenso entre uno y dos
meses hasta poder bajar.”
Y remató:
Eso va a ser terrible, una situación potencialmente muy parecida a la que vivió España o Italia. Tenemos que ser capaces de bajar la curva y eso sólo es posible con medidas que reduzcan la movilidad de las personas. Pero aquí la culpa no la tiene el obrero que debe salir a ganarse el pan a diario; la culpa la tienen quienes los obligan a seguir asistiendo a sus trabajos.
Ayer, el gobierno renovó hasta el viernes 5 de junio la cuarentena
total que afecta a Santiago desde hace casi dos semanas; en tanto, se
anunció que la tasa de cesantía alcanzó a 15.6 por ciento de la
fuerzalaboral –más de un millón 500 mil personas–, el peor registro en
35 años.
Aldo Anfossi
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
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