¿Habremos
perdido el miedo al socialismo? Tal vez sí, por ver la brutalidad
mortal del neoliberalismo, especialmente en Ecuador con las medidas que
toma el gobierno. Estados Unidos, capital del neoliberalismo, no logra
controlar el coronavirus… a pesar de todos los dólares y las tecnologías
que tiene. China ha controlado la pandemia y Cuba envía sus médicos a
China, Italia, Brasil y unos 20 países más. El chip del socialismo malo y
del capitalismo bueno tenemos que echarlo a la basura…
Nuevos
proyectos alternativos de sociedad están viendo la luz del día. Ya es
evidente la perversidad del sistema neoliberal. El papa Francisco, en su
Carta apostólica sobre el Cuidado de la Casa común está tajante. Lo
califica así: “un sistema de relaciones comerciales y de propiedad
estructuralmente perverso”, exclusivamente basado en “el principio de
maximización del beneficio”, responsable a la vez de la injusticia
social y de la destrucción de nuestra Casa Común, la Naturaleza. El
presidente francés, formado en las Escuelas norteamericanas
neoliberales, cuestiona el mismo neoliberalismo por inhumano. Nos
creíamos invencibles, omnipotentes, con los inmensos progresos de la
ciencia y la tecnología. Y estas se muestran totalmente incapaces de
controlar un minúsculo virus mortífero que se transformó en pandemia
planetaria en unas pocos meses.
En estos últimos años
científicos, Organizaciones defensoras de Derechos Humanos y de la
naturaleza, Movimientos Sociales ya nos avisaban que íbamos a la
catástrofe. ¡La Naturaleza quiso volver a respirar aire puro! Nos han
hecho creer que el consumismo era la solución a todos nuestros
problemas, que estos son asuntos materiales que las empresas y el
mercado van a resolver: Estábamos llegando al fin exitoso de la
historia, o sea, íbamos a tocar el paraíso en la tierra. Más bien nos
llegó el infierno.
Cada vez más se nos habla de
‘eco-socialismo’, o sea, de un socialismo ecológico, en el sentido que
no se puede hablar de organización social sin incluir el respeto, la
defensa y la protección de la naturaleza. Ella es nuestra matriz: de
‘agua, tierra, viento y fuego’ hemos sido hecho. Ya el libro bíblico del
Génesis nos hablaba del primer ser humano hecho de barro: “De la tierra
fuiste sacado…” Al descubrir el cosmos, las estrellas y las galaxias,
se ve que somos una misma unidad de vida y de destino: ¡Somos polvo de
estrella que ha llegado a ser consciente de sí! Somos una misma unidad
donde todo y todos estamos relacionados e interconectados.
Entre
humanos, la comunidad da sentido a nuestra existencia: nadie está solo;
las relaciones son nuestro modo de existir. El neoliberalismo es todo
lo contrario: el individuo se salva sólo, la competencia exacerbada es
la manera de sobrevivir, la espiritualidad es un apéndice inútil. Todo
esto se ha desmoronado estrepitosamente en estos meses. Hay que volver
al humanismo, o sea, el socialismo y la ecología. Eso es el
eco-socialismo: Un nueva manera de vivir armoniosamente entre humanos y
con la naturaleza, donde las personas valen más que el dinero, donde la
relación es más importante que lo promoción individual, donde la
comunidad es la manera de organizarnos, donde la dignidad humana vale
más que la fantasía televisiva…
Sólo nos quedan unos pocos
decenios para evitar el colapso de la vida, pues la cuenta regresiva ha
comenzado hace unos 3 años. Vamos rumbo al suicidio colectivo si
seguimos la locura del neoliberalismo. Durante esta cuarentena que se
prolonga, hemos comenzado a vivir de otra manera: valorar la familia,
compartir entre vecinos y con los más débiles, comer de otra manera,
cuidar nuestra salud con medicina natural, tomar el tiempo de
reflexionar, redescubrir la dimensión espiritual de la vida, rechazar el
consumismo, valorar la organización… Continuemos en esta dirección para
un cambio individual, colectivo y estructural: el eco-socialismo nos
ofrece un camino que podemos abrir mancomunadamente, si no queremos que
la vida en nuestro planeta desaparezca definitivamente. Esta pandemia es
un aviso.
Escuchemos a los que nos abren caminos de
esperanza a emprender juntos decididamente. El papa Francisco no deja de
animarnos a despertar y caminar con los Movimientos sociales portadores
de un porvenir mejor. Recordemos la historia bíblica de Sodoma y
Gomorra: fueron ciudades destruidas por haber eliminado la hospitalidad
de su manera de vida. Cuando huía la familia de Lot para salvarse de esa
‘pandemia’, su mujer quiso dar marcha atrás y volver al pasado: se
transformó en estatua de sal. Hoy no podemos volver al pasado que nos ha
conducido a esta catástrofe. Tenemos que inventar caminos nuevos,
reinventando el futuro cercano. Ya tenemos pautas para lograrlo.
https://www.alainet.org/es/articulo/206702
No hay comentarios:
Publicar un comentario