Guatemala
Abelino Chub Caal contó
los días de su privación de libertad. Ciento ochenta y dos días fueron
los que estuvo encarcelado por una política de criminalización y
judicialización que se aplica contra luchadores sociales que, en este
período de la historia oprobiosa de nuestro país, han asumido el
compromiso de defender el territorio y la tierra y han buscado mantener
vigentes los derechos que finalmente les permitan a los campesinos y a
los pueblos originarios vivir dignamente.
Finalmente, valerosos
jueces sentenciaron absolución a favor de Abelino, un hombre joven, de
origen humilde, de raíces q’eqchi’, que había sido acusado de los
delitos de asociación ilícita, usurpación agravada e incendio. En la
resolución judicial quedó demostrado que no existieron elementos
objetivos que fundamenten siquiera la acusación y que hubo una invención
de hechos que nunca ocurrieron.
Con coherencia, jueces probos
resolvieron la libertad inmediata de Abelino. Y no solamente. El
tribunal le ordenó al Ministerio Público investigar las irregularidades
de quienes interpusieron y fundamentaron la denuncia, pues se sospecha
que hubo comisión de delitos en ella. Es decir, las partes acusadoras
deberán ser investigadas y podrían ser procesadas por haber gestado
perjuicios contra Abelino y contra la credibilidad de un sistema de
justicia que —nuevamente— resulta cuestionado. Esto, pese a resoluciones
como esta, a favor de Abelino, que son la excepción en una política
ignominiosa contra defensores de derechos.
Al respecto, resultan
señaladas no solo las empresas que promovieron y activaron el proceso de
persecución y enjuiciamiento de Abelino, sino también los operadores de
justicia del Ministerio Publico y del Organismo Judicial que acusaron a
Abelino, lo mantuvieron detenido, abrieron un juicio sin la existencia
de pruebas objetivas e hicieron avanzar un proceso con delitos
inventados.
El caso de Abelino es apenas uno entre centenas de
órdenes de captura, encarcelamiento, desalojo y detención de hombres y
mujeres que han venido resistiendo la imposición de proyectos que
despojan a comunidades de sus bienes comunes y criminalizan la protesta y
las acciones de comunidades y de líderes sociales desesperados ante la
falta de solución del Estado a sus problemas de miseria y despojo.
Resulta
claro que el objetivo de fondo de este proceso fue reprimir un proceso
de organización campesina que Abelino Chub acompañaba. Evidencia una
acción concertada entre empresas y organismos de seguridad y de justicia
que en el ámbito regional actúan para criminalizar y judicializar la
resistencia y la protesta social de quienes reivindican derechos
colectivos, la satisfacción de necesidades sociales y la solución de sus
problemas históricos, que en este momento se exacerban a partir de un
modelo de acumulación que le da continuidad histórica al despojo por
medios legales o ilegales.
Seguro que las palabras de Abelino
después de escuchar la sentencia absolutoria provocaron alguna lágrima
de alegría en muchas personas de buena fe. Además de reivindicar que no
es ningún delincuente o criminal, Abelino confirmó su compromiso al
denunciar la injusticia de la cual fue objeto, al reivindicar a otros
presos políticos como Andrés Patzán y Bernardo Caal y al ratificar que
su lucha consiste en la defensa de derechos.
Sin duda, el proceso
contra Abelino constituyó un hecho de persecución y apresamiento
fraudulento. Esto es lo que se evidencia, asimismo, en la resolución
absolutoria a favor de Eduardo Bin, acusado de usurpación de tierras y
cuyo procesamiento también careció de elementos probatorios que lo
incriminaran. Ambos casos, como muchos otros, evidencian un sistema de
justicia que opera como un dispositivo de coacción en contra de los
oprimidos y en favor de los poderosos. Este es su carácter predominante.
Aun
cuando estas resoluciones devuelven la esperanza en lograr un poco de
justicia, lo cierto es que quedan en evidencia —nuevamente— una política
de criminalización y de judicialización de la protesta y de la defensa
de derechos colectivos y un sistema de justicia proclive a ser
controlado y orientado como instrumento de los poderosos.
Blog del autor: www.plazapublica.com.gt
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