Las elecciones de hoy; una batalla entre el pasado y el futuro de EU
Encuestadoras y analistas prevén un resultado
mixto; los republicanos conservarían el Senado y los demócratas ganarían
la Cámara de Representantes
▲ Arriba: Stacy Abrams podría ser la primera gobernadora
afroestadunidense en el país, si gana hoy la elección en el estado de
Georgia. A la derecha, Rashida Tlaib, palestina-estadunidense, es
musulmana y aspira a ocupar un lugar en la Cámara de Representantes por
Michigan. Abajo: Jared Polis, candidato demócrata al gobierno de
Colorado, se convertiría en el primer gay declarado abiertamente en
llegar a ser mandatario estatal. A la derecha Andrew Gillum, abanderado
demócrata al gobierno de Florida, quien de alcanzar la victoria este
martes sería el primer afroestadunidense en dirigir esa entidad que es
clave en el mapa electoral de Estados Unidos.
Nueva York. Al final de este martes se espera saber si
Donald Trump y su partido fueron derrotados por una amplia participación
de mujeres, jóvenes, latinos y afroestadunidenses que han surgido como
una resistencia diversa a la agenda populista reaccionaria del
presidente, o si la estrategia antimigrante, de odio racial y de
nostalgia por un país que nunca existió logró consolidar el monopolio
del poder político por la derecha y sus aliados.
Es en esencia una batalla entre el pasado y el futuro de Estados
Unidos. Las nuevas generaciones son progresistas –algunas se proclaman
hasta
socialistas– y las más diversas en la historia del país, y están participando en esta elección en cantidades sin precedente, junto con un amplio abanico de sectores unidos en resistencia al régimen de Trump. Se enfrentan a las fuerzas que prometen un regreso al mito de un país blanco y que alimentan el temor y el odio al invitarlos a que “America sea grande otra vez”.
Las encuestadores y analistas pronostican un resultado mixto en estas
elecciones, en las cuales están en juego toda la Cámara de
Representantes, poco más un tercio del Senado y 36 gubernaturas
estatales.
El consenso de último momento es que los demócratas lograrán superar
la actual mayoría por 23 curules de los republicanos y reconquistar la
cámara baja, mientras los republicanos mantendrán el control del Senado
(donde tienen una ventaja de dos curules, 51-49).
Una derrota para los republicanos, aun si es sólo en la cámara baja,
conllevaría serias preocupaciones para Trump y sus estrategas, ya que no
es secreto que los demócratas de inmediato lanzarán nuevas
investigaciones sobre la Casa Blanca, incluida la posibilidad de iniciar
un proceso de impeachment.
Los jóvenes
En esta elección, un número sin precedente de mujeres
participan como candidatas. Unas 183 demócratas y 52 republicanas están
en contiendas para la cámara baja, y 15 demócratas y siete republicanas
para el Senado; y cientos más para puestos estatales y locales. De las
candidaturas demócratas al congreso o gobernador, 42 por ciento son
mujeres, en comparación con sólo 14 por ciento de republicanas.
Hay 10 millones más mujeres que hombres empadronados en esta
elección, y suelen votar más que los hombres. Todo indica que si hay un
triunfo demócrata este martes será gracias a las mujeres.
Por su parte, el nivel de entusiasmo entre los jóvenes también podría
registrar índices de participación sin precedente en una elección
intermedia. Una encuesta de Harvard indicó que 40 por ciento de los millennials
tienen la intención de votar, casi el doble de la tasa en elecciones
intermedias anteriores. Ese voto favorece a los demócratas, y una parte
notable de jóvenes y candidatos millennials apoyan una agenda
socialista democrática.
Alexandra Ocasio es la cara más conocida de esta generación de nuevos políticos, una autodeclarada
socialista democrática, quien de ganar será la representante más joven en llegar al Congreso federal.
¿Un cambio en Texas?
Tal vez la contienda por el Senado federal que ha
recibido la mayor atención nacional es la de Texas, estado que ha sido
sólidamente republicano, y donde ningún demócrata ha ganado una elección
estatal en más de 25 años. Un cambio ahí tendría inmensas implicaciones
para el mapa electoral nacional.
El demócrata Beto O’Rourke, representante de El Paso, está amenazando
la curul del poderoso senador y ex candidato presidencial conservador
Ted Cruz, al adoptar posiciones abiertamente progresistas con las cuales
ha generado entusiasmo entre los que suelen no votar, sobre todo el
sector de los jóvenes. Inspirado en parte por el veterano líder
progresista popular texano Jim Hightower, O’Rourke suele citarlo en
respuesta a quienes argumentan que uno tiene que ser
centristapara ganar:
la única cosa que encontrarás al centro de un camino en Texas son líneas amarillas y armadillos atropellados.
Pero hay mucho más. En Georgia, la demócrata Stacey Abrams está en
una contienda feroz por llegar a ser la primera gobernadora
afroestadunidense en el país. Trump declaró recientemente, en apoyo al
aspirante republicano, que
si ponen a Stacey ahí (en la gubernatura), van a convertir a Georgia en Venezuela.
En Florida, el demócrata Andrew Gillum podría ser el primer
afroestadunidense en ser gobernador de ese estado clave en el mapa
electoral nacional. En Colorado Jared Polis podría ser el primer gay
declarado abiertamente en ocupar la gubernatura.
Deb Halaand está por ser elegida representante federal en Nuevo
Mexico y convertirse en la primera indígena en el Congreso. Ilan Omar,
de Minnesota, ex refugiada somalí, junto con la palestina-estadunidense
Rashida Tlaib, de Michigan, podrían ser las primeras mujeres musulmanas
en la cámara baja.
Jesús Chuy García sería el primer representante federal de
origen mexicano electo por Chicago, y se sumará a otros colegas, como el
representante Raúl Grijalva, en lo que será una muy amplia corriente
progresista dentro del Congreso.
El dinamismo progresista en estos comicios intermedios tiene mucho
que ver con una resistencia que nació con la elección de Trump en 2016,
con el movimiento detonado contra el abuso sexual de hombres poderosos
(entre ellos el presidente), así como por el extraordinario movimiento
impulsado por estudiantes después del tiroteo masivo en una preparatoria
en Florida (March for our Lives), y también por la diáspora de
las campañas electorales de Bernie Sanders y Hillary Clinton. Esto,
junto con movimientos anteriores, desde Black Lives Matter hasta el ambientalista y otras iniciativas políticas progresista han nutrido este momento.
¿Batalla decisiva?
A pesar de todas estas expresiones, Trump y sus aliados
no esperan una derrota política fatal, y el presidente sigue usando su
retórica oscura, racista, antimigrante y repleta de falsedades,
alertando sobre un Apocalipsis si los republicanos no mantienen por lo
menos el Senado. Está apostando a que esto funcionará, y eso está por
verse en unas horas.
Para lograrlo, varios republicanos y sus operadores han llevado a
cabo múltiples intentos para suprimir el voto de ciertos sectores, han
emprendido campañas de intimidación y toda una gama de viejos trucos
sucios que manchan estos procesos electorales supuestamente sagrados.
Ante todo ello, el veterano representante federal, John Lewis, de
Georgia, quien marchó con Martin Luther King, quien fue golpeado y
arrestado múltiples veces al exigir el respeto al voto de los
afroestadunidenses, entre otras demandas del movimiento por los derechos
civiles, suplicó hace unos días:
dejé un poco de sangre en ese puente en Selma. Casi fallecí. Algunos de mis amigos y colegas fueron asesinados. No estoy pidiendo a ninguno de ustedes que den su sangre. Sólo les estoy pidiendo que salgan a votar como nunca antes.
El pasado y el futuro están presentes en esta batalla, parte de una guerra mucho más larga.
Es posible que no se puedan conocer los resultados de toda esta
batalla electoral la noche de este martes, en el caso de que varias
votaciones sean demasiado cerradas para declarar triunfador, o si hay
irregularidades que pongan en duda algunos resultados.
Foto Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
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