David Brooks/II y última
▲ Alexandra Ocasio Cortez, de 29 años, es candidata a un escaño en la Cámara de Representantes y se define como socialista. Nació en el Bronx, Nueva York, y de ganar se convertiría en la mujer más joven en ser electa a la cámara baja.Foto Afp
Ante la sorpresa de ser obligado a usar la palabrafascismopara reportar sobre Estados Unidos hoy día (a lo que se dedicó la columna previa), ahora resulta que la otra palabra necesaria es:socialismo.
Socialismo era palabra tóxica, casi prohibida, y se usaba para tachar de enemigo en la narrativa política estadunidense fuera de los pequeños círculos marginados que se atrevían a insistir en usarla. El anticomunismo y la guerra fría en todas sus dimensiones buscaron anular esa palabra. Pero de repente, el socialismo esta resucitando y es ahora parte de la pugna sobre el futuro de Estados Unidos.
En un sondeo de la Universidad de Chicago (Genforward) efectuado en mayo entre jóvenes entre 18 y 34 años de edad –conocidos como los Millennials que ahora son la generación más grande y diversa del país– la mayoría creen que se requiere de la intervención firme del gobierno y no dejar almercado librelos problemas económicos; más aún, 61 por ciento de los demócratas de esta generación tiene una visiónfavorabledel socialismo. En una encuesta de Gallup realizada en agosto de este año, 51 por ciento de los jóvenes entre esas edades afirmaron que ven positivamente al socialismo y, por primera vez se registró entre demócratas que tienen una imagen más positiva (57 por ciento) del socialismo que del capitalismo.
Fue el senador Bernie Sanders, quien se proclamó comosocialista democráticoen su campaña como precandidato presidencial demócrata, quien elevó este fenómeno a escala nacional. Sanders llamó por unarevolución políticaen este país pararecuperar la democraciadel control del 1 por ciento más rico, empleando la narrativa contribuida al discurso nacional por el movimiento Ocupa Wall Street.
Al inicio, todos los expertos esperaban que sólo con esa etiqueta Sanders sería aplastado por la reina de ese partido, Hillary Clinton. Pero al llegar a la convención nacional, Sanders contaba con 48 por ciento de los delegados, y a pesar de ser el candidato más viejo, tenía la abrumadora mayoría del voto joven. Desde entonces, hay una batalla intensa dentro del partido entre su cúpula y los insurgentes.
Elsocialismode Sanders y de la mayoría de los que se identifican, así se refiere más bien a la socialdemocracia del New Deal de Franklin D. Roosevelt o los modelos escandinavos actualmente. Casi ninguno de éstos está promoviendo una revolución del sistema económico, sólo hablan de reformarlo.
En estas elecciones intermedias hay decenas de candidatos que se definen como socialistas, la mayoría compitiendo en contiendas para puestos locales y estatales y unos cuantos federales, incluyendo a Alexandra Ocasio Cortez, quien será la mujer más joven en ser electa a la cámara baja del Congreso federal.
Desde las elecciones de 2016, la membresía de la organización social demócrata Democratic Socialists of America (DSA) se ha incrementado de 5 mil a 35 mil a escala nacional, con el número de sus filiales locales elevándose de 40 a más de 180. Pero lossocialistastambién están organizados en otras agrupaciones, algunas parte de la diáspora de la campaña de Sanders, como Our Revolution o Justice Democrats.
Tan presente esta la palabrasocialismoque en octubre la Casa Blanca emitió un informe amplio advirtiendo de loscostos del socialismo, y cuya introducción empieza así:coincidiendo con el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx, el socialismo está retornando en el discurso político estadunidense. Propuestas políticas detalladas de autoproclamados socialistas están logrando obtener apoyo en el Congreso y entre gran parte del electorado(https://bit.ly/2ySJwkA).
El propio Trump ha acusado quela agenda demócrata es el socialismo(noticia para la cúpula de ese partido), lo cual podría volver al país en Venezuela, y advirtió que si los demócratas ganan la mayoría en el Congreso en esas elecciones intermedias, esollevaría a Estados Unidos peligrosamente más cerca al socialismo.
Aunque el país no corre ningún peligro inminente de volverse socialista, lo sorprendente es que ya no se puede hablar, ni reportar, sobre Estados Unidos sin incluir esa palabra.
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