Una vez más el neoliberalismo quiso
presentarse como panacea para resolver los problemas de países
latinoamericanos. Y una vez más produce desastres y no soluciones.
Países que todavía se plantean ese dilema –como Ecuador ahora, en
segunda vuelta– no necesitan mirar hacia su pasado y compararlo con su
presente. Basta mirar hacia los desastres provocados por los gobiernos
de Mauricio Macri y de Michel Temer para ver los riesgos que la
restauración liberal presenta. Mirar hacia la peor crisis de la historia
argentina a comienzos del siglo, cuando el modelo neoliberal explotó de
manera espectacular, y la recuperación formidable del país promovida en
contra de las políticas neoliberales por Néstor y Cristina Kirchner.
Ver lo que era Brasil, el país más desigual del continente más desigual
de mundo, antes de los gobiernos de Lula y de Dilma, y los gigantescos
avances que tuvo el país con esos gobiernos.
Mientras, ni Argentina ni Brasil presentan un sólo índice económico
positivo y, al contrario, viven inmensos retrocesos en el plano social
también, con los gobiernos que prometían, de nuevo, al igual que en su
primera aparición, resultados rápidos y totalmente positivos para sus
países. Los dos países viven retrocesos enormes, paralelamente, porque
tienen políticas económicas muy similares, centradas en duros ajustes
fiscales.
Se valieron de los efectos recesivos internacionales sobre las
economías de esos países para retomar su vieja cantilena de que el
problema reside en los gastos –considerados excesivos por ellos– del
Estado. De ese diagnóstico equivocado sólo podrían salir medidas
equivocadas.
Tuvieron que diagnosticar una crisis económica profunda, que no era
tal. Pero lo necesitaban para que ellos aparecieran de nuevo como los
salvadores de una situación catastrófica provocada por los gastos
excesivos del Estado. En Argentina Macri gobernó abiertamente para los
ricos desde el comienzo de su gobierno. Las tarifas de agua, luz y gas
aumentaron más de 400 por ciento, el transporte duplicó de precio. Si
alegan que hay que bajar el gasto público, les quitan impuestos a los
ricos, con el pretexto, nunca confirmado por la realidad, de que sería
una forma de incentivar las inversiones, que nunca llegan.
En Brasil, de igual modo, se gobierna para los bancos,
incrementando la recesión y el desempleo, congelando los recursos para
las políticas sociales, pero manteniendo los reajustes a los pagos al
capital financiero con la deuda pública.
En ambos países no hay ningún síntoma de recuperación del crecimiento
económico, porque la única política de esos gobiernos es el ajuste
fiscal, que en ninguna parte del mundo condujo a la recuperación de la
expansión económica, al contrario.
Por ello los movimientos sociales latinoamericanos han publicado un manifiesto con el significativo titulo de ¡Pueblo de Ecuador: no elijas a un Macri o a un Temer ecuatoriano! Al
contrario de uno que otro intelectual ecuatoriano o de otro país de
América Latina o de Europa, esos movimientos no se muestran ajenos a las
alternativas de la segunda vuelta en Ecuador.
De ahí que, después de analizar las consecuencias del cambio de gobierno en Argentina y en Brasil, dicen:
Querido pueblo de Ecuador, no caigan en esa trampa de elegir un banquero, porque después no habrá tiempo para arrepentimientos, pagarán con su trabajo el error político. Se alinean sin dudas con la candidatura de Lenin Moreno en la segunda vuelta, para evitar que los desastres provocados por la restauración neoliberal en Argentina y en Brasil se reproduzcan en Ecuador, y se frene de una buena vez la ofensiva de derecha en la región.
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