Ángel Guerra Cabrera
Al compás de vigilias,
rituales a la Pachamama y de mítines y marchas convocados
por organizaciones sociales en todo el país, el Estado Plurinacional de
Bolivia entregó este 21 de marzo la réplica de la demanda marítima
contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
Las calles de las ciudades se vieron cubiertas de una marea azul, color
conque los bolivianos y bolivianas mostraban su secular anhelo de tener
acceso soberano al mar.
La réplica boliviana, que responde a la contrademanda entregada por
Chile, fue presentada por el agente del país altiplánico ante la corte,
el jurista y ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, acompañado por el
canciller Fernando Huanacuni; el ministro de Justicia, Héctor Arce, y la
presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño.
El 24 de abril de 2013 Bolivia ingresó la demanda contra Chile ante
la CIJ, en la que solicita que el alto tribunal de la ONU determine que
Santiago tiene la obligación de negociar con La Paz una salida soberana a
las costas del Pacífico, sobre la base de los compromisos que realizó
desde 1904.
Al año siguiente, el 15 de julio de 2014, Chile objetó la competencia
de la corte. Sin embargo, el 24 de septiembre de 2015, La Haya se
declaró competente.
Chile deberá preparar su respuesta para entregar al tribunal antes
del 21 de septiembre de este año. Cuando lo haga, iniciará la etapa oral
del proceso y después se conocerá el fallo de la CIJ sobre el
diferendo.
Bolivia quedó sin salida al mar a consecuencia de la guerra del Guano
y Salitre, o Guerra del Pacífico (1879-1873). Entonces perdió un
territorio de 120 mil kilómetros cuadrados de extensión y 400 kilómetros
de costa como desenlace del conflicto en el que participaron Chile, que
inició la agresión armada, contra Bolivia y Perú como aliados. Al
margen de los argumentos aducidos por intereses e historiadores
oligárquicos de los tres países, de lo que no cabe duda es que el
agresor fue Chile y que se trató de una guerra de despojo territorial y
de recursos naturales, en cuyo fondo estaba la disputa oligárquica e
imperialista por el salitre y el guano. Eran compañías británicas las
que explotaban el salitre en Chile y resultaron inmensamente
beneficiadas cuando las salitreras bolivianas pasaron a manos chilenas
al terminar la guerra. Ambas materias primas tenían entonces un enorme
valor en el mercado internacional como fertilizantes hasta que apareció
el salitre sintético a finales de la Primera Guerra Mundial, además de
que el salitre natural era utilizado para fabricar pólvora y dinamita.
El hecho de no disponer de una salida al mar es un grave
obstáculo al desarrollo económico de Bolivia, que se ve obligada a
utilizar ocho puertos en Chile, Brasil, Perú y Paraguay (en este caso
fluvial), sobre los que no tiene soberanía. La soberanía no sólo tiene
importante connotación económica. Sobre todo, posee políticamente un
valor simbólico incalculable. Constituiría la reparación por Chile de un
despojo inaudito que su oligarquía se ha negado a reconocer. Del lado
gubernamental en Santiago únicamente Salvador Allende, siendo
presidente, proclamó que era necesaria poner fin a esa injusticia, pero
la actitud de los partidos de derecha de ese país y luego el golpe de
Estado fascista fraguado por Estados Unidos impidieron que Allende
cumpliera con sus nobles propósitos.
En un incidente muy sospechoso, dos días antes de que Bolivia
presentara su réplica a Chile en La Haya, las autoridades chilenas
apresaron a siete aduaneros y dos soldados bolivianos, a quienes, sin
que mediara juicio y menos sentencia de un juez, la presidenta Michel
Bachelet acusó de haberse robado nueve camiones chilenos. Un video
circulado profusamente en las redes de Internet parece demostrar que los
bolivianos perseguían a contrabandistas chilenos en el momento de su
captura, presuntamente en territorio boliviano.
Fidel Castro y Hugo Chávez se pronunciaron muchas veces por el
derecho de Bolivia a un acceso soberano al mar. Igualmente lo han hecho
muchas personalidades relevantes en el mundo, lo que no gusta nada al
gobierno de Santiago.
El que a Bolivia se le prive de ese derecho no es sólo una grave
injusticia sino un obstáculo a la unidad e integración de América Latina
y el Caribe. Hagamos votos porque La Haya repare este agravio y porque
Chile no le ponga obstáculo alguno.
Twitter:@aguerraguerra
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